Mateo 1: 18-25
18  El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. 24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

18. El nacimiento de Jesucristo fue así. San Mateo no cuenta en cuál lugar o cómo Cristo nació, sino cómo fue manifestada a José su generación celeste. Primero, dice que María se encontró encinta por el Espíritu Santo; no es que este trabajo secreto de Dios fuera de conocimiento general, sino que el evangelista con conocimiento de los hombres (que veían bien por signos externos que María estaba embarazada) esposó la virtud del Espíritu, que era todavía desconocida1. Él indica el tiempo: Cuando María estaba desposada con José, sin embargo, antes que se juntasen. Porque con respecto al vínculo de matrimonio, desde que la chica era prometida a un hombre, los Judíos la mantenían por verdadera y legítima mujer. Este es el porqué la ley castigaba como adulteras a las que durante sus compromisos2  eran obscenas. La palabra cuyo uso expresa aquí el evangelista es o bien una denominación modesta para las relaciones conyugales, o simplemente quiere decir, "antes de venir a vivir juntos como marido y mujer, y para hacer un hogar y la familia."3  Y así el sentido sería que el padre y la madre de la Virgen no la habían entregado o dado a su marido, sino que estaba bajo su guardia y gobierno.
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1 Párrafo de difícil traducción: La versión en francés dice: « En premier lieu il dit que Marie fut trouvée enceinte du Saint-Esprit; non pas que cette œuvre secrète de Dieu ait été connue de chacun, mais l'évangéliste avec la connaissance des hommes  (qui voyaient bien par signes externes que Marie était enceinte) conjoint la vertu de l'Esprit, qui était encore inconnue ». Sin embargo, una versión en inglés dice:  “First he says that Mary was found with child of the Holy Spirit, not to make the hidden working of God publicly known, but to put the power of the Spirit, as yet concealed, alongside men's apprehension”.
2 Es decir,  aquellas señoritas que ya se habían comprometido a casarse.
3 En francés esta parte es un poco diferente. « Le mot dont use ici l'évangéliste exprime à mot couvert la compagnie de l'homme avec la femme, ou bien se prend simplement pour demeurer ensemble, en sorte que le mari et la femme ne fassent qu'un ménage ».

19. Como era justo. Ciertos comentaristas entienden que José quiso perdonar a su mujer, y cubrir la falta más aun porque era justo. Así ellos apelan a la justicia, una humanidad o afección propensa a dulzura y clemencia. Los otros dicen mejor, que leen esta cláusula como que tiene dos partes opuestas: a saber, que José era justo, y sin embargo,  temía  darle mala reputación1  a su mujer. Conque la justicia que es alquilada aquí, consistía en ver el dolor en odio y detestación. Más aun cuando él tenía la sospecha de adulterio sobre su mujer, y más aun cuando hasta tenía la cosa por cierta, no quería en absoluto alimentar el dolor disimulando y fingiendo no ver nada allí. Y de hecho, este es un proxeneta de su esposa, que disimula la impudicia de la misma. Y lo que es más, no sólo todas las personas cariñosas de la virtud y honestidad tienen esto en horror, sino que también las leyes castigan por infamia tal tontería de los maridos. José pues, por un celo de justicia y un amor de virtud que tenía, detestó el mal que pensaba estaba en su mujer; sin embargo él tenía una afección de humanidad que le impedía proceder contra ella con rigor. El medio más dulce y menos escandaloso era que secretamente se alejara del lugar y la dejara sin hacer ningún ruido. De lo que podemos recoger que José no fue en absoluto de un corazón afeminado y cobarde, que, bajo el color de ser dulce y misericordioso, haya querido alimentar la basura cubriéndola. Solamente él tomó en consideración no perseguir en absoluto la cosa con rigor, por miedo de difamar a su mujer con una acusación criminal. Y no hay duda que no haya sido retenido en este asunto por una inspiración secreta del Espíritu Santo. Nosotros sabemos cuánto los celos son una afección llena de impaciencia, y que transporta considerablemente a un hombre. Por lo que aunque José mismo hubiera tenido en rienda esta afección súbita e impetuosa, no obstante, todavía hacía falta que Dios por medios admirables previniera varios y diversos peligros que podían resultar, cuando deliberaba en dejar su morada. La misma observación es aplicable al silencio de María. Dando por sentado que modesta reserva le impedía aventurarse a decir a su marido, que estaba embarazada por el Espíritu Santo, no fue tanto por su propia elección, sino por la providencia de Dios que estaba restringida. Porque si ella hubiera abierto la boca, dado que la cosa era más que increíble, José hubiera creído que se burlaba de él; y todo el pueblo hubiera hecho una burla. Y al mismo tiempo, la advertencia que fue hecha a José por el ángel de Dios no hubiera sido en absoluto de tal importancia, viniendo después de eso. El Señor pues sufrió el que su servidor José hubiera sido engañado en su juicio por ignorancia, con el fin de que más tarde, él mismo le devolviera el camino, dándole a entender las cosas. Pero nosotros debemos saber que esto fue hecho más en consideración a todos nosotros que para el provecho particular de José. Porque Dios quiso ocuparse por todos los medios que no se pudiera pensar en cosa que contraviniera la certeza de la revelación que fue hecha a José. Cuando el ángel se dirige a él, antes que supiera de todo el asunto, los malos y burlones de Dios no encuentran que morder sobre eso y ellos no sabrían decir que ha estado entero en su opinión, cuando Dios le habló. No ha sido engañado en absoluto por los halagos y las bellas palabras de su mujer; no hubo en absoluto oraciones para quitarle del espíritu la opinión que había concebido. No había sido desviado en absoluto por razones y conjeturas humanas; pero cuando se sintió abrumado con la  falsa sospecha sobre su mujer, he aquí que Dios viene a ponerse entre los dos, con el fin de que a consecuencia de José, nos fuera más suficiente testigo, y de más grande autoridad, como enviado del cielo a nosotros en este mundo. Vemos cómo Dios eligió emplear a un ángel para informar a su siervo José, que a otros podría ser un heraldo celestial y que la inteligencia que él transmitió no pudo ser prestada de su esposa, o de cualquier mortal. La razón por la cual este misterio no fue conocido de inmediato por un mayor número de personas parece ser este. Era conveniente que este tesoro inestimable debiera permanecer oculto y que el conocimiento de este debiera ser impartido a nadie más sino a los hijos de Dios. Tampoco es absurdo decir que el Señor quería, como él frecuentemente hace, poner la fe y la obediencia de su propio pueblo a prueba. Sin duda alguna, si alguien maliciosamente se niega a creer y obedecer a Dios en este asunto, tendrá abundantes razones para estar satisfecho con las pruebas en que se apoya este artículo de nuestra fe. Por la misma razón, el Señor permitió a María entrar en el estado matrimonial,  para que bajo el velo de matrimonio, hasta que el tiempo de darse a revelar, la concepción celestial de la Virgen pudiera estar ocultada. Mientras tanto, el conocimiento de la concepción fue negado a los incrédulos, tal como su ingratitud y maldad merecían.
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1 Originalmente: “mauvais bruit”. Mal ruido.

20. Y pensando él en esto. Vemos aquí cómo oportunamente y, como diríamos, en el último instante, el Señor usualmente socorre a su pueblo. Por lo tanto, también inferimos que, cuando él parece no tener en cuenta nuestras preocupaciones y angustias, nosotros aún estamos en sus ojos. Es posible que, de hecho, él se esconda de sí mismo y permanezca en silencio, pero cuando nuestra paciencia ha sido sometida a la prueba, él nos ayudará en el momento en que su sabiduría haya seleccionado. Qué tan tarde o temprana, o como quiera ser pensada su ayuda, es para nuestra ventaja que ella se retrasa.

Cuando aquí se dice que: He aquí un ángel del Señor le apareció en sueños. Se habla de uno de los dos tipos comunes de revelaciones mencionadas en el libro de Números, capítulo 12, versículos 6 y 7, donde el Señor habla así: “Cuando haya entre ustedes profeta del Señor, yo me apareceré a él en una visión, y le hablaré en sueños, Pero con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa, no lo hago así,  sino que con él hablo cara a cara”. Pero debemos entender que los sueños de este tipo son muy diferentes de los sueños naturales, porque tienen un carácter de certeza grabado en ellos, y están impresos con un sello divino, por lo que no cabe la menor duda de su veracidad. Los sueños que los hombres suelen tener, surgen ya sea de los pensamientos del día, o de su temperamento natural, o de indisposición corporal, o por causas similares: mientras que los sueños que vienen de Dios son acompañados por el testimonio del Espíritu, que pone más allá de duda que es Dios quien habla.  Hijo de David, no temas. Esta exhortación demuestra que José se quedó perplejo con el miedo por participar en el crimen de su esposa, soportando su adulterio. El ángel le quita la sospecha de culpabilidad con vista de que le permitió vivir con su esposa con seguridad de conciencia. El apelativo, Hijo de David, fue empleado en la presente ocasión, con el fin de elevar su mente a ese misterio sublime, porque era de esa familia, e incluso,  él era casi el único sobreviviente, con algunos otros en número muy pequeño, de la que la salvación prometida al mundo podría provenir. Cuando José oyó el nombre de David, de quien descendía, él debía recordar la promesa de Dios, en relación con el establecimiento del reino, con el fin de reconocer que no había nada nuevo en lo que ahora se le dijo. Las predicciones de los profetas fueron, en efecto, presentadas por el ángel, para preparar la mente de José para recibir el favor presente.

21. Y llamarás su nombre JESÚS. Ya he explicado brevemente el significado de esa palabra, tanto como fue necesario. En la actualidad, solo añadiré que las palabras del ángel ponen a un lado el sueño de los que lo derivan del nombre hebreo, Jehová, que es el nombre esencial de Dios, ya que el ángel expresa la razón por la cual el Hijo de Dios es así llamado, porque él salvaría a su pueblo, lo que sugiere una muy distinta etimología de lo que han ideado. Es justamente y adecuadamente añadido, nos dicen, que Cristo es el autor de la salvación, porque él es el Dios Eterno. Pero en vano intentan escapar de este subterfugio, porque la naturaleza de la bendición que Dios nos concede no es todo lo que está aquí indicado. Este oficio fue conferido sobre su Hijo en el hecho, de la orden que había sido dado a él por el Padre, del oficio con el cual fue investido cuando vino a nosotros desde el cielo. Además, las dos palabras, Jesús y Jehová, solo están de acuerdo, en dos letras, y difieren en el resto, lo que hace que sea extremadamente absurdo alegar afinidad alguna entre ellos, como si fueran un solo nombre. Tales mezclas dejo a los alquimistas, o a los que se les asemejan estrechamente de los cabalistas. Los que forjan para nosotros estos refinamientos sin importancia.

Cuando el Hijo de Dios vino a nosotros vestido en carne, él había recibido del Padre un nombre que decía claramente con qué propósito él venía, cuál era su poder, y lo que teníamos derecho a esperar de él, pues el nombre de Jesús viene del verbo hebreo, Hiphil, הושיע, que significa en hebreo salvar. Es verdad que los hebreos lo pronuncian de forma diferente. Porque ellos dicen Iéhosua (Josué) y no pasa como Jesús, pero el evangelista, que escribía en griego, siguió el modo común del uso de la lengua. Porque los que habían traducido de hebreo a griego, los libros de Moisés y los otros libros de la Escritura (Antiguo Testamento) por todas partes donde habían encontrado Iéhosua, (Josué) habían puesto Iésus. (Jesús). He aquí una razón suplementaria para mostrar la babosada de aquellos que dicen que el nombre de Jesús viene de la palabra Jehová, o más bien diría, que tiran a la fuerza.  Porque les parece una gran absurdidad que este santo nombre haya sido apropiado para algún hombre mortal  y para el Hijo de Dios, y ellos exclaman de modo espantoso que Cristo nunca hubiera aguantado que su nombre fuera profanado así; como si la respuesta no estuviera a la mano, que el nombre de Jesús era tan de uso común en esos días como el nombre de Josué.  Ahora bien, como queda suficientemente claro que el nombre de Jesús nos presenta al Hijo de Dios como el autor de la salvación, examinemos más de cerca las palabras del ángel.

Él salvará a su pueblo de sus pecados. La primera verdad que se nos enseña con estas palabras es la tesis de que aquellos a quienes Cristo es enviado a salvar están en sí mismos perdidos. Ahora bien,  es especialmente el Salvador de la Iglesia. Si aquellos a quienes Dios permite estar en comunión con él estaban hundidos en la muerte y la ruina hasta que fueron devueltos a la vida por Cristo, ¿Qué podemos decir de  los extraños que nunca han sido iluminados por la esperanza de vida? Porque cuando se dice que la salvación es contenida en Cristo, esto implica claramente que todo el género humano en su naturaleza está bloqueado en el camino a la perdición. Mas se debe notar la causa de esta destrucción, porque el Juez Celestial no pronunciaría sin ninguna razón que nosotros somos malditos. El ángel nos dice abiertamente que nosotros estamos perdidos y  abrumados por una condena terrible, ya que estamos excluidos de la vida por nuestros pecados.

De esta forma obtenemos una visión de nuestra corrupción y depravación, pues si encontráramos a un hombre absolutamente íntegro, que viviera en la sola justicia,  él no lo podría hacer sin Cristo como Redentor. Por el contrario, todos sin excepción necesitan su gracia, por tanto, se deduce que son esclavos del pecado y están destituidos de la verdadera justicia. De este mismo pasaje recogemos en cual suerte o por cual medio Cristo nos salva; al saber cómo él nos libra de nuestros pecados. Esta expedición tiene dos partes:

1.Cristo habiendo hecho la expiación, nos trae el perdón gratuito, que nos libera de la condenación de la muerte y nos reconcilia con Dios.

2.Él nos santifica por su Espíritu Santo y nos libra de la tiranía de Satanás, para que nosotros vivamos dentro de la libertad y la justicia. Así nosotros no reconocemos verdaderamente a Cristo como nuestro salvador hasta que, aprendemos a recibir el perdón gratuito de nuestros pecados, y sepamos que somos considerados justos ante Dios, porque estamos libres de culpa, y hasta que le pidamos de su Espíritu de justicia y santidad, sin tener confianza en nuestras propias obras o poder.

Por el pueblo de Cristo, no hay punto de duda que el ángel entiende a los Judíos, a quienes él fue nombrado como Jefe y Rey. No obstante porque un tiempo después los Gentiles fueron insertados en la raza de Abraham, la promesa de salvación se extiende indiferentemente a todos los que por la fe son incorporados al cuerpo que es la Iglesia.

22. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho. Es ignorante y pueril sostener que porque el nombre de Jesús ha sido impuesto al Hijo de Dios es por lo tanto llamado Emmanuel, ya que Mateo no limita esta afirmación con el simple hecho del nombre, sino que incluye todo lo que es celestial y divino en él la concepción de Cristo y esa es la razón por la que él emplea el término general todo. Ahora debemos ver cómo la predicción de Isaías se aplica apropiadamente. Es un pasaje muy conocido y notable, (Isaías 7), sin embargo los Judíos lo pervirtieron con su acostumbrada malicia, aunque el odio a Cristo y la verdad, descubre que son tanto, ciegos y tontos, como malvados. Muchos de sus rabinos hasta fueron tan impudentes que no temieron en absoluto exponer que el pasaje del profeta se aplicaba a la persona del rey Ezequías, que para entonces tenía quince años de edad. ¿Y qué, pregunto yo, debe ser su rabia por la mentira, cuando, con el fin de evitar la entrada de la luz clara, invierten el orden de la naturaleza y cierran a un joven en el vientre de su madre para que él pueda nacer de dieciséis años de edad? No obstante los enemigos de Cristo merecen que Dios los golpee con un espíritu de atolondramiento e insensibilidad. Otros lo aplican a una criatura de su propia fantasía, a algún hijo desconocido de Acaz, cuyo nacimiento Isaías había predicho. Pero les pregunto ¿a qué título habría sido nombrado ése Emmanuel y la tierra sometida bajo su imperio, visto que habría fallecido sin haber tenido el menor renombre durante toda su existencia? Porque poco después el profeta nos dice que este niño, quienquiera que hubiera sido, sería gobernador de la tierra. Igualmente absurda es la noción de que este pasaje se refiere al hijo del profeta. Y por cierto los Doctores antiguos se engañaron muy pesadamente en este lugar, cuando quisieron aplicar a Cristo el contenido del siguiente capítulo.  El profeta dice allí, que, instruido por una visión, él se llegó sobre la profetisa y concibió  y tuvo un hijo y el niño que ella dio a luz fue nombrado por mandato divino: "El despojo se apresura, la presa se precipita".  Todo lo que se describe allí es la calamidad de la guerra y de la horrible ruina que esta origina,  lo que hace muy evidente que los temas son totalmente diferentes.

Investiguemos ahora, por lo tanto, el verdadero significado de este pasaje. La ciudad de Jerusalén estaba sitiada. Acaz se estremecía, y estaba casi muerto de terror. El profeta es enviado a asegurarle que Dios protegía la ciudad. Sin embargo, como una simple promesa no es suficiente para enderezar su espíritu tan enturbiado, es ordenado al Profeta ofrecerle la señal que quisiera escoger, esté en el cielo o sobre la tierra. Entonces este mal hipócrita escondiendo su infidelidad se niega a pedir una señal. Es por eso que el Profeta lo reprende bruscamente y añade al mismo tiempo: “El Señor mismo os dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo”. Exponemos esto de la persona de Cristo, de la siguiente manera: "Tú, toda la posteridad de David, mientras puedas, intenta suprimir la gracia que se te prometió" (porque el profeta expresamente los llama, para avergonzarlos: La casa de David)", no obstante, vuestra malicia  y vuestra infidelidad no impedirá que la verdad de Dios salga victoriosa. Dios prometió que la ciudad se mantendría sana y salva de sus enemigos. Si su palabra no es suficiente, él está listo para darle la confirmación por medio de una señal tal como demandéis. Vosotros desecháis ambos favores y los desprecian, pero Dios se mantendrá firme en su compromiso. Pues el Redentor prometido llegará, en el que Dios se mostrará a sí mismo para estar plenamente presente en su pueblo. Exponemos esto de la persona de Cristo, de la siguiente manera: "Tú, toda la posteridad de David, mientras puedas, intenta suprimir la gracia que se te prometió (porque el profeta expresamente los llama, para avergonzarlos: La casa de David), no obstante, vuestra malicia  y vuestra infidelidad no impedirá que la verdad de Dios salga victoriosa. Dios prometió que la ciudad se mantendría sana y salva de sus enemigos. Si su palabra no es suficiente, él está listo para darle la confirmación por medio de una señal tal como demandes. Vosotros desecháis ambos favores y los despreciáis, pero Dios se mantendrá firme en su compromiso. Pues el Redentor prometido llegará, en el cual Dios se mostrará a sí mismo para estar plenamente presente en su pueblo”.

En contra de esto, los Judíos alegan que no hubieran habido en absoluto ni razón ni apariencia si Isaías que hablaba a la gente de este tiempo, les hubiera dado una señal que pasó sólo cerca de ochocientos años después. Y entonces ellos asumen aires del  triunfo soberbio, como si la objeción de los cristianos se hubiera originado en la ignorancia o falta de consideración y fueran ahora olvidados y enterrados.  Pero la solución, creo yo, es fácil, siempre y cuando tengamos en vista que un pacto de adopción se les dio a los Judíos, del que dependían los demás actos de la bondad divina. Hubo entonces una promesa general, por la cual Dios adoptó a los hijos de Abraham como una nación y en el que se fundaron todas las promesas especiales. Una vez más, las bases de este pacto era el Mesías. Ahora tenemos, que el motivo de la salvación de la ciudad era porque era el santuario de Dios y de ella vendría el Redentor. Sin esta razón, Jerusalén hubiera perecido cien veces.

Permitamos ahora que los lectores piadosos consideran esto: Cuando la casa del rey rechazaba abiertamente la señal que Dios les ofrecía, ¿no era muy a propósito que el profeta les reenviara directamente al Mesías?
Es como si hubiera dicho: “Aunque este siglo sea indigno de la salvación y de la expedición que les prometo por parte del Señor, no obstante Dios se acuerda de su alianza y en consideración a esta, preservará esta ciudad de la mano de los enemigos. Por consiguiente, aunque él no muestre en absoluto ahora una señal individual para demostrar su gracia, esta sola debe bastar bien, a saber, que el Mesías saldrá del linaje de David”.  Sin embargo, es preciso señalar que, cuando el profeta recordó a los incrédulos la alianza general, era una especie de reproche, porque no aceptaban una señal en particular. Me parece ahora que tengo suficientemente demostrado cuando el profeta cerró la puerta contra toda clase de milagros, e hizo una transición adecuada a Cristo, con el propósito de llevar a los incrédulos a reflexionar que la única causa de la liberación fue el pacto que se había hecho con sus padres. Y por este ejemplo notable Dios había estado complacido de testificar a todas las edades, que continuó con amabilidad hacia los hijos de Abraham sin interrupciones, porque sólo en Cristo, y no a través de sus propios méritos, era que había hecho con ellos un pacto de gracia.

Hay otro sofisma por el cual los Judíos tratan de esquivar nuestro argumento. Inmediatamente después de las palabras en cuestión, el profeta añade: "Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será dejada de sus dos reyes". Por lo tanto ellos infieren, que el prometido nacimiento del niño estaría retrasado por un tiempo muy corto, de lo contrario, no estaría de acuerdo con el rápido cambio de los reinos que el profeta había anunciado tendría lugar antes de que el niño hubiera  pasado la mitad del período de su infancia. Yo respondo, cuando Isaías dio una señal del futuro Salvador, y declaró que un niño sería nacido, el cual sería el verdadero Emmanuel, o - para usar el lenguaje de Pablo - Dios manifestado en la carne, él procedió a hablar en términos generales de todos los niños de su propio tiempo. Y de esto hay una muy buena razón totalmente evidente. Porque habiendo hablado de la alianza general de Dios, él regresó a la promesa especial para la cual había sido enviado ante el rey. El pasaje anterior, que se relaciona con la redención definitiva y completa, describe un niño en particular, a quien sólo le pertenece el nombre de Dios, mientras que el otro pasaje, que corresponde al beneficio especial que Dios quería hacerles en ese entonces, indica su tiempo por la infancia de los que acababan de nacer, o que debían nacer pronto después. Hasta aquí tengo (es así como pienso) suficientemente refutado por razones buenas y firmes las calumnias de los Judíos, por las cuales ellos tratan de sepultar la gloria de Cristo, con el fin de que ella no reluzca magníficamente en esta Profecía.

Ahora nos queda por refutar sus argumentos sofísticos acerca de la palabra hebrea Alma, que el evangelista ha traducido con la palabra “virgen”. Ellos persiguen sin motivo a Mateo por demostrar que Cristo nació de una virgen, mientras que el nombre hebreo significa simplemente una mujer joven, y nos ridiculizan por estar desviados por la traducción incorrecta de una palabra, en creer que había nacido por el Espíritu Santo, cuando el profeta afirma sin más que él iba a ser el hijo de una mujer joven. 1. Ellos muestran bien que toman placer en discutir a tontas y a locas sin razón, cuando quieren a toda fuerza que un nombre, que la Escritura a menudo atribuye a las vírgenes, aquí sea entendido de una muchacha que tuvo conocimiento de hombre. 2. Más la etimología del nombre conviene bien con el significado que dosificamos. Porque él implica una idea de retiro o de escondite, que expresa este pudor honrado que debe ser la conducta de las vírgenes. Ellos alegan el pasaje del capítulo 30 de los Proverbios, versículo. 19, el cual sin embargo, no les ayuda en su causa. Salomón habla allí de una muchacha, cuyo hombre se encuentra enamorado. Pero si un hombre está enamorado, ¿resulta por lo tanto que ella ya haya sido violada? Es muy de otro modo; porque hay más apariencia de lo contrario. Sin embargo, todo lo que ellos refutan  en cuanto al significado de la palabra, el hecho en sí mismo demuestra, y obliga al reconocimiento, que el profeta habla de un nacimiento milagroso y extraordinario. Él exclama que él estaba trayendo una señal del Señor y no una señal común, sino una superior a cualquier otra. ¿Si decía solamente que una mujer daría a luz, no hubiera sido una gran burla hacer un preámbulo tan magnífico? Vemos pues que los Judíos por su arrogancia se exponen a la burla y a los santos misterios del Dios con ellos. Más podemos tirar del texto mismo un argumento que no pasa sin importancia.

Una virgen concebirá. ¿Por qué se hace mención de un hombre? Se debe a que el profeta nos llama la atención sobre algo muy poco común. Además, la carga de nombrar al infante es dado a la Virgen. En este sentido, también, el profeta expresa algo extraordinario, porque aunque se relaciona frecuentemente con la Escritura, que los nombres fueron dados a los niños por sus madres, sin embargo, se llevaba a cabo por la autoridad de los padres. El profeta pues enviándole su palabra a la virgen les quita a los hombres toda la autoridad que la orden de naturaleza les atribuye en cuanto a este niño. Cuando el profeta dirige su discurso a la virgen, se aleja de los hombres en lo que respecta a este niño, que es la autoridad que les confiere el orden de la naturaleza. Dejemos que esto, por lo tanto, sea considerado como una verdad establecida, que el profeta se refiere aquí a un milagro extraordinario de Dios y lo recomienda a la consideración atenta y devota de todos los santos,  un milagro que es vilmente profanado por los Judíos, quienes aplican el método ordinario de la concepción de lo que se dice en referencia al poder secreto del Espíritu Santo.

23. Su nombre Emanuel. Es verdad que la Escritura acostumbra a usar este término, “Dios con nosotros” cuando quiere significar que Dios está presente entre nosotros con su ayuda y su gracia, y muestra el poder de su mano en nuestra defensa. Sin embargo, aquí se nos instruye en cuanto a la forma en que Dios se comunica con los hombres. Por fuera de Cristo estamos separados de él, pero a través de Cristo no sólo nos recibe en su favor, sino que nos hace uno con él. Cuando Pablo dice que los Judíos bajo la ley estaban cerca a Dios, (Efesios 2:17) y que una enemistad mortal (Efesios 2:15) subsistían entre ellos y los gentiles, él no solo quería decir que por las sombras y figuras, Dios en ese entonces le había dado a las personas a las que había adoptado, las señales de su presencia. Esa promesa estaba todavía en vigor, "El Señor tu Dios está entre vosotros" (Deuteronomio 7:21) y, "Este es mi reposo para siempre" (Salmo 132:14). Sin embargo, mientras que la relación familiar entre Dios y la gente dependía de un mediador, lo que aún no había tenido lugar era totalmente ensombrecido por los símbolos. Su asiento y residencia se sitúa "entre los querubines" (Salmo 80:1), porque el arca era la figura y el compromiso visible de su gloria. Pero en Cristo la presencia real de Dios con su pueblo ha sido expuesta, y no es como antes que su presencia era enigmática.  Esta es la razón por la que Pablo dice que "En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad," (Colosenses 2:9). Y ciertamente, no sería un mediador con capacidad suficiente, si no uniera las dos naturalezas en su persona, y por lo tanto llevar a los hombres a una alianza con Dios.

Tampoco hay ninguna fuerza en la objeción sobre la cual los Judíos hacen una buena cantidad de ruido, que el nombre de Dios se aplica con frecuencia a los memoriales por los que declaró que estaba presente entre los creyentes. Porque no se puede ser negado que este nombre, Emmanuel, contiene un contraste implícito entre la presencia de Dios, como lo muestra en Cristo, con cualquier otro tipo de presencia, que se había manifestado a los antiguos antes de su venida. Si la razón de este nombre empezó a ser realmente cierta, estando ya presente Cristo en la carne, se deduce que no fue completa, sino sólo en parte, de que Dios se había unido antes con los Padres, de lo cual surge otra prueba, que Cristo es Dios manifestado en la carne.  Cristo cumplió, en efecto, el oficio de mediador desde el principio del mundo, pero como esto dependía totalmente de la última revelación, es justamente llamado Emanuel en ese momento, cuando se vistió, por así decirlo, con un nuevo personaje, que aparece en público como un sacerdote, para expiar los pecados de los hombres por el sacrificio de su cuerpo, para reconciliarnos con el Padre por el precio de su sangre, y, en una palabra, para cumplir con todas las partes de la salvación de los hombres.

Lo primero que debemos considerar en este nombre es la majestad divina de Cristo, con el fin de rendirle el respeto que se debe al  único y eterno Dios. Pero no debemos, al mismo tiempo olvidar el fruto que Dios quiere que recojamos y recibamos de este nombre. Porque cada vez que contemplamos a la persona de Cristo como Dios-hombre, debemos mantener con certeza que, si estamos unidos a Cristo por la fe, poseemos a Dios. En cuanto a las palabras que el evangelista usa, ellos llamarán, hay un cambio de la cantidad. Pero esto no es en absoluto en desacuerdo con lo que ya he dicho. Es cierto que el profeta se refiere a la virgen sola, y por lo tanto usa la segunda persona, llamarás, pero desde el momento en que este nombre fue publicado, todos los santos tienen el mismo derecho a hacer esta confesión, que Dios se ha dado a sí mismo para ser disfrutado en Cristo.

24.  Y despertando José del sueño. El diligente comportamiento, que aquí se describe, no solo sirve para certificar la certeza de la fe de José sino para elogiar su obediencia. En efecto, si todos los escrúpulos, no se hubieran retirado y su conciencia completamente pacificado, nunca habría llegado tan alegremente a un repentino cambio de opinión para tomar a su mujer, a quien un poco antes él se negaba a recibir y le parecía que iba a estar contaminado por conversar con ella. El sueño debió haber llevado alguna marca de Divinidad que no permitió que su mente vacilara. A continuación siguió el efecto de la fe, luego de haber aprendido la voluntad de Dios, que de inmediato se dispuso a obedecer.

25. Pero no la conoció. Este pasaje ofrece el pretexto para grandes perturbaciones, las cuales fueron introducidas en la Iglesia en un período anterior por Helvidius. La conclusión que él sacaba de ella era que María había permanecido virgen hasta que tuvo su primer parto y que después ella tuvo otros hijos de su marido. Jerónimo, por el contrario, seria y copiosamente defendió la virginidad perpetua de María. Descansemos satisfechos con esto, que no justa y bien fundada inferencia puede ser sacada de estas palabras del evangelista, en cuanto a lo que ocurrió después del nacimiento de Cristo. Él es llamado primogénito pero por la sencilla razón de que supiéramos que él nació de una virgen pura que nunca había tenido un hijo. Se dice que José no la conoció hasta que dio a luz a su primer hijo: Pero esto está limitado a aquella vez. Lo que ocurrió después, el historiador no nos lo informa, como es bien conocido era la práctica de los escritores inspirados. Ciertamente, ningún hombre va a plantear una pregunta sobre este tema, salvo por curiosidad y ningún hombre obstinadamente se mantendrá en el argumento, a menos que exista una afición extrema a discutir.

Lucas 2:1-7
1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

San Lucas cuenta ahora cómo el nacimiento de Cristo ocurrió en la ciudad de Belén, visto que María su madre vivía en otro lugar, antes de su próximo parto. Él muestra primero que esto no se hizo en absoluto por opinión o consejo humano, diciendo que José y María se fueron de su casa, y vinieron allí para hacerse inscribir en la orden de su familia y de su tribu. Si hubieran salido de Nazaret por una iniciativa deliberada, con el fin de que María tuviera el parto en Belén, nosotros nos fijaríamos en los hombres, pero cuando vemos que tuvieron como solo motivo el obedecer  el edicto de Augusto, entendemos claramente que Dios los llevó de la mano como ciegos hasta el lugar donde hacía falta que Cristo naciera. Esto podría parecer accidental, como todo lo demás que no procede de una intención directa del hombre y es atribuida por los hombres irreligiosos a la fortuna. Pero no hay que asistir sólo a los propios acontecimientos. Debemos recordar también el anuncio  que fue pronunciado por el profeta hacía muchos siglos atrás. Una comparación nos mostrará claramente que esto no ocurrió sin la maravillosa providencia de Dios,  que el registro fuera promulgado por César Augusto, y que José y María salieran de su casa, con el fin de llegar a Belén, exactamente en el tiempo correcto. Así vemos que los santos siervos de Dios, a pesar de que se desvían de sus diseños, inconscientes a dónde van, siguen manteniendo el buen camino, porque Dios dirige sus pasos. Tampoco es la Providencia de Dios menos maravillosa al emplear el mandato de un tirano para conducir a María desde su casa, para que la profecía se cumpliera. Dios había señalado mediante su profeta, como después veremos, el lugar donde se había determinado que nacería su hijo. Si María no hubiera sido obligada a hacer lo contrario, hubiera elegido dar a luz a su hijo en casa. Augusto había ordenado que un registro tuviera lugar en Judea  y que cada persona diera su nombre, para que después ellos pagaran un impuesto anual, que estaban acostumbrados antes a pagar a Dios. Así, un hombre impío toma a la fuerza posesión de lo que Dios estaba acostumbrado a demandar de su pueblo. Eso fue, en efecto, reducir a los Judíos al total sometimiento, y prohibirles entonces, ser reconocidos como el pueblo de Dios. De esta manera, las cosas habían sido llevadas hasta el último extremo y los Judíos parecían estar cortados y alejados para siempre de la alianza de Dios. Es en ese mismo momento que Dios pronto y contrario a la expectativa universal, provee un remedio. Lo que es más, emplea esa mala tiranía para la redención de su pueblo. Para el gobernador, (o quien quiera que estuviese contratado por el César para este propósito), mientras ejecutaba la comisión que se le había confiado, era sin saberlo, un heraldo de Dios para llamar a María al lugar que Dios le había señalado. Y de hecho, todo el cuento que tenemos aquí de San Lucas no tiende a otro fin, si no a que los fieles conozcan que cuando Cristo fue manifestado, todas las cosa habían sido conducidas por  Dios, incluso desde el vientre de su madre. Porque no se trata de un pequeño punto importante para la certeza de nuestra fe, entender que María fue movida repentinamente y en contra de su propia intención a Belén, al lugar al cual saldría el Redentor, como había sido anteriormente prometido.

1. Todo el mundo. Este modo de hablar no debe ser encontrado extraño entre los autores romanos y latinos. No hay lugar a duda que este censo haya sido general y totalmente por las provincias, aunque la tasa de impuestos pudo haber sido diferente. Yo entiendo que este empadronamiento fue el primero porque los Judíos, como estaban plenamente sometidos y  domados, fueron entonces cargados con una nueva  y no acostumbrada imposición. Otros creen que este registro se hizo por primera vez siendo Cirenio gobernador de Siria, pero no es probable este punto de vista. El impuesto fue, de hecho, anual, pero el registro no se llevó a cabo cada año. El significado es, que los Judíos eran mucho más fuertemente oprimidos de lo que habían sido anteriormente. Existe una gran diversidad en cuanto al nombre del procónsul. Algunos lo llaman Cirenio y otros, Quirino y Quirino, pero no hay nada extraño en esto, porque sabemos que los griegos, cuando traducían los nombres latinos, casi siempre realizaban algún cambio en la pronunciación. Sin embargo, una dificultad mucho mayor surge en otra dirección. Josefo dice en el tomo 18 de Antigüedades, capítulo 1, que mientras que Arquelao era un preso en Viena, Quirino llegó como procónsul, con instrucciones de anexar Judea a la provincia de Siria. Ahora, los historiadores están de acuerdo, que Arquelao reinaba nueve años después de la muerte de su padre Herodes. Por tanto, parece que hubo un intervalo de cerca de trece años entre el nacimiento de Cristo y el registro de esto, porque casi todos asienten a la cuenta indicada por Epifanio, que Cristo nació en el año treinta y tres de Herodes, es decir, cuatro años antes de su muerte. Otra circunstancia no menos desconcertante es, que el mismo Josefo habla de este registro, que ocurrió en el año treinta y siete después de la victoria en el capítulo 3, del tomo 18 de Antigüedades. Si esto es cierto, Augusto vivió, a lo sumo, no más de siete años después de este evento, lo cual hace una deducción de ocho o nueve años de su edad, pues es claro desde el tercer capítulo del Evangelio de Lucas, que estaba en ese momento sólo en los quince años. Pero, como la edad de Cristo es demasiado conocida para ser puesta en duda, es muy probable que, en este y muchos otros pasajes de la historia de Josefo, su recuerdo le había fallado.  Los historiadores están de acuerdo en que Quirino fue cónsul de diecinueve años, y por lo tanto, antes de la victoria sobre Antonio, la que dio a Augusto todo el comando del imperio, y así debió haber sido enviado a la provincia a una edad muy avanzada. Además, el mismo Josefo enumera cuatro gobernadores de Judea en los ocho años, mientras que reconoce que el quinto fue gobernador durante quince años. Que fue Valerio Grato, el cual fue sucedido por el poder de Poncio Pilato. Otra solución puede ser ofrecida. Pudo haber sido encontrado impracticable efectuar el registro inmediatamente después que el edicto hubiese sido publicado, pues Josefo cuenta que Coponio fue enviado con un ejército para reducir los Judios a la sujeción, de la que fácilmente se puede inferir, que el registro se impidió por un tiempo, debido a los tumultos populares. Las palabras de Lucas llevan este sentido, que en los tiempos del nacimiento de Cristo, un edicto salió para empadronar al pueblo, pero que pudo haber sido puesto en ejecución sólo después que el reino hubo cambiado, cuando el país de Judea pudo ser anexado a otra provincia. Así el último miembro era añadido como una corrección.1

Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. Es decir, fue ejecutado entonces, y encontraron modo de llevarlo a cabo. Pero toda la pregunta aún no está contestada, porque, mientras que Herodes era rey de Judea, ¿qué propósito tenía registrar a un pueblo que no pagaban tributo al Imperio Romano? Yo respondo: No hay absurdo en el supuesto de que Augusto, a modo de acostumbrar a los Judíos a la horquilla, pues su obstinación era suficientemente conocida, eligió empadronarlos incluso bajo el reinado de Herodes. Además, el reino y la dominación particular que tenía Herodes no impidieron en absoluto que los Judíos no pagaran tributo al imperio romano, a saber, una suma por hombre. Porque sabemos que Herodes reinó sólo por concesión del Emperador y apenas pudo ser un sujeto. No sé de quién tomó Eusebio lo que dice que este registro se llevó a cabo por una orden del Senado romano.
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1Párrafo de difícil traducción por  los tiempos. Otra posible traducción sería: Pero que no podía ponerse en práctica después de que el estado del reino había cambiado, cuando el país de Judea fue anexado a otra provincia. Así, el último miembro se añadía como una corrección, o también: Pero que no podía llevarse a cabo hasta el cambio del reino, cuando el país de Judea fuese anexado a otra provincia. Así  el último miembro sería añadido como una corrección. El texto en francés dice: “mais qu'il n'ait pu être mis en exécution qu’après l'état du royaume ait changé, quand le pays de Judée a été annexé à une autre province. Ainsi le dernier membre serait ajouté comme une correction».

7. Porque no había lugar para ellos. Aquí vemos no sólo la gran pobreza de José, sino la cruel tiranía que no admitía excusa, tanto así que obligó a José a traer a su esposa con él en una temporada inconveniente, cuando estaba cerca el momento de su parto. De hecho, es probable que aquellos que eran los descendientes de la familia real fueran tratados con más dureza y desdén que el resto. José no estaba tan desprovisto de sentimientos al punto que no tuviera ninguna preocupación acerca del alumbramiento de su esposa. De buena gana habría evitado esta necesidad, pero, como eso era imposible, se vio obligado a ceder y se recomienda a Dios. Vemos, al mismo tiempo, la clase de inicio de vida que  tuvo el Hijo de Dios y cómo fue alojado al salir del vientre de la madre. Él nació en este estado, porque se había revestido con nuestra carne con el fin de desvanecerse para nosotros. Cuando fue arrojado en un establo y acostado en un pesebre y un alojamiento le fue negado por los hombres,  fue para que el cielo estuviera abierto para nosotros, no como un alojamiento temporal, sino como nuestro país eterno y nuestra herencia para gozar de eso para siempre y con el fin de que los ángeles nos recibieran en su compañía.

Lucas 2: 8-14
8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las  vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

8. Había pastores. Hubiera sido en vano que Cristo naciera en Belén, si no se hubiera dado a conocer al mundo. Pero el método de hacerlo, el cual es descrito por Lucas, parece a la vista de los hombres muy inadecuado. En primer lugar, Cristo es revelado pero a unos pocos testigos, e incluso en medio de la oscuridad de la noche. Una vez más, aunque Dios tenía a sus órdenes muchos testigos honorables y distinguidos, pasó por ellos y escogió a los pastores, personas de humilde rango y no tenidas en cuenta entre los hombres. Aquí la razón y la sabiduría de la carne deben probar ser una tontería, y debemos reconocer que, “la locura de Dios" excede toda la sabiduría que existe, o parece existir en el mundo. (1 Corintios 1:25). Pero esto también era parte del vaciamiento de sí mismo, no para que cualquier parte de la gloria de Cristo fuera tomada de él, sino para que estuviera oculta por un tiempo. Tal como Pablo nos advierte, el Evangelio es, de acuerdo con la carne, una cosa a ser despreciada, para que nuestra fe sea establecida en el poder del Espíritu y no por la grandeza de las palabras de la sabiduría humana o en algún otro esplendor mundano. (1 Corintios 2:4), por lo que este inestimable tesoro ha sido depositados por Dios, desde el principio en vasos de barro (2 Corintios 4:7), para que pudiera tratar completamente la obediencia de nuestra fe. Si pues deseamos venir a Cristo, no debemos tener vergüenza de seguir a aquellos a quienes el Señor, con el fin de derribar el orgullo del mundo, ha tomado entre el estiércol del ganado, para ser nuestro nuestros instructores.

9. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor. Él dice que la gloria del Señor resplandeció alrededor de los pastores, por lo cual ellos reconocieron al ángel. Pues hubiera sido un poco malo ser aconsejado por un ángel, tal como es relatado por Lucas, si Dios no hubiera testificado con algún signo externo, de que lo que habían oído procedía de Él. El ángel apareció, no en una forma ordinaria, o sin majestad, sino rodeado con el resplandor de la gloria celestial, para afectar poderosamente la mente de los pastores, a fin de que recibieran el discurso dirigido a ellos, como proveniente de la boca de Dios mismo. Es por eso el temor de los pastores, el cual Lucas continúa diciendo, del cual Dios se vale generalmente para humillar el corazón de los hombres y disponerlos para recibir su palabra con reverencia.

10. No temáis. Esta exhortación tiende a aliviar el temor que les embarga. Pues, aunque pueda ser útil para las mentes de los hombres ser    golpeadas con temor para que aprender a dar el honor debido a Dios, al mismo tiempo ellas necesitan consolación, en el caso de que estén completamente angustiadas. Pues la majestad de Dios podría tragarse a todo el mundo, si no hubiera dulzura para mitigar el terror que esta trae. Es por tanto que el réprobo cae sin vida a la vista de Dios, porque Dios se le aparece en ningún otro carácter sino en el de un juez. Sin embargo, para reactivar las mentes de los pastores, el ángel declara que se les había enviado con un propósito diferente, para anunciar la misericordia de Dios. Cuando los hombres oyen esta palabra, que Dios se ha reconciliado con ellos, no sólo endereza a los que cayeron, sino que restaura a todos aquellos que estaban arruinados y les llama de la muerte a la vida al entender que Dios les ha sido propicio. Las primeras palabras del ángel  son que el traía un mensaje de gran alegría, luego, él les da la causa de tal alegría, que el Salvador había nacido.

Estas palabras nos muestran, en primer lugar, que, hasta que los hombres tengan paz con Dios y sean reconciliados con él por la gracia de Cristo, toda la alegría que puedan experimentar es falsa y de corta duración. Los hombres impíos con frecuencia disfrutan de la alegría frenética y embriagadora, pero si no hay un Mediador entre ellos y Dios, las picaduras ocultas de sus conciencias les producirán un tormento terrible. Además aunque ellos se vanaglorien en sus delicias y de rienda suelta a toda voluptuosidad, sus mismos placeres les son tormentos. Así, el comienzo de la sólida alegría es percibir el amor paternal de Dios hacia nosotros, el único que da tranquilidad y reposo a nuestros espíritus. Y esta alegría es la que procede del Espíritu Santo, del cual Pablo nos dice,  consiste el reino de Dios (Romanos 14:17). Al llamarla gran alegría, él nos muestra, no sólo que debemos, sobre todo, regocijarnos en la salvación traída por Cristo, sino que esta bendición es tan grande y sin límites, para compensar completamente todos los dolores, angustias y ansiedades de la vida presente. Aprendamos a estar tan encantados con Cristo solamente, que la percepción de su gracia pueda vencer y a la larga remueva de nosotros, todas las angustias de la carne.

Que será para todo el pueblo. A pesar de que el ángel se dirige a los pastores solamente, aún así, él dice claramente, que el mensaje de la salvación que él traía era de más amplio alcance, de modo que no sólo ellos, en su título personal, lo iban a oír, sino que otros podrían escucharlo también. Hay que entender que este gozo es común a todas las personas porque se ofreció de manera indiscriminada a todos. Porque Dios había prometido Cristo, no a una sola persona, sino a toda la generación de Abraham. Y si los Judíos, en su mayor parte, fueron privados de la alegría que se les ofreció, fue por su incredulidad. Del mismo modo, en el día de hoy, Dios invita a todos indiscriminadamente a la salvación por medio del Evangelio, pero la ingratitud del mundo es la razón por la cual la gracia, que es igualmente ofrecida a todos, es disfrutada por unos pocos. Aunque esta alegría se limita a unas pocas personas, sin embargo, con respecto a Dios, se dice que es común. Cuando el ángel les dice que esta alegría iba a ser para todo el pueblo, él hablaba solamente del pueblo elegido, pero ahora que la pared intermedia de separación (Efesios 2:14), ha sido destruida, el mismo mensaje que hace referencia a toda la raza humana.  En efecto, Cristo anuncia la paz, no sólo para los que están cerca, sino a aquellos que están lejos (Efesios 2:17) y aún para los extraños (Efesios 2:12) como a los de la misma casa por igual. Pero como el pacto peculiar con los Judíos se prolongó hasta la resurrección de Cristo, el ángel les separa del resto de las naciones.

11.  Os ha nacido hoy. Aquí, como hemos insinuado últimamente, el ángel expresa la causa de la alegría. Ese día había nacido el Redentor que hacía mucho tiempo atrás se había prometido, el cual iría a restaurar la Iglesia de Dios a su buen estado.  El ángel no habla de ello como algo del todo desconocido, sino que toma su titular de la Ley y los Profetas, ya que si esta forma de dirigirse se hubiera usado frente a  paganos o a personas sin religión, hubiera sido de no utilidad decir: os ha nacido hoy,  un Salvador, que es CRISTO el Señor. Por la misma razón, él menciona que él había nacido en la ciudad de David, lo cual podría servir a ningún propósito, a menos que se recordaran las promesas que se conocían universalmente entre los Judíos. Por último, el ángel adaptó su discurso a los oyentes que no estaban del todo desfamiliarizados con la redención prometida. Con la doctrina de la ley y los profetas él unió el Evangelio, como emanando de la misma fuente. Cristo es llamado Salvador porque es verdaderamente y en perfección, el autor de la salvación. Además, no es sin causa que esta palabra vosotros es añadida, y esto tiene que ser pensado bien, porque no serviría saber que el Salvador nació, si cada uno de nosotros no aplicara esto personalmente, asegurándose que fue para nosotros que nació el Hijo de Dios. De la misma manera Isaías dice: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado" (Isaías 9:6;), y Zacarías: "He aquí, tu Rey viene a ti humilde,"(Zacarías 9:9).

12. Esto os servirá de señal. El ángel previno el escándalo que naturalmente, podría dificultar la fe de los pastores. ¿Por qué no podríamos burlarnos al ver yacido en el pesebre al que Dios envió como  Rey y único Salvador?  A fin de que los pastores no objetaran la condición en la que estaba Cristo, y no creyeran en él, el ángel les dice de antemano lo que iban a ver. Esta forma de proceder, que podría parecer a la vista de los hombres absurda y casi ridícula, es la forma que el Señor observa con nosotros todos los días. Porque enviándonos del cielo la predicación del evangelio, él nos ordena recibir a Cristo crucificado y  nos propone elementos terratenientes y corruptibles por signos que nos eleven a la gloria de la inmortalidad bienaventurada. Después de habernos prometido justicia espiritual, pone ante nuestros ojos un poco de agua: por una pequeña porción de pan y vino sella la vida eterna de nuestras almas. Pero si el establo no dio ninguna ofensa a los pastores que los previniera de ir a Cristo para obtener la salvación, o de postrarsen ante su autoridad, mientras él era todavía un niño, no hay señal, sin embargo, que pueda ocultar su gloria de nuestra vista, o nos impida ofrecerle humildemente adoración, ahora que ha ascendido a los cielos y está sentado a la mano derecha del Padre.

13. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud. Una exposición de divino esplendor ya se había hecho en la persona de un solo ángel. Pero Dios determinó, para adornar a su propio Hijo, una forma más ilustre Esto se hizo para que nuestra fe fuera confirmada y tan cierta como la de los pastores. Entre los hombres, el testimonio de dos o tres testigos es suficiente para eliminar toda duda. Pero aquí hay un ejército del cielo, como un solo hombre y una sola voz para dar testimonio del Hijo de Dios. ¿Cuál sería entonces nuestra obstinación, si nos negáramos a unirnos al coro de ángeles, al cantar las alabanzas de nuestra salvación, que es en Cristo? Por lo tanto inferimos cuan abominable debe ser a los ojos de Dios la incredulidad, que perturba esta armonía entre el cielo encantador y la tierra. Una vez más, estamos condenados a más de la brutal estupidez, si nuestra fe y nuestro afán de alabar a Dios no están inflamados por la canción que los ángeles cantaron en plena armonía con el fin de proveernos del tema de nuestra alabanza.  Aún más, en este ejemplo de melodía celestial, el Señor tuvo la intención de recomendarnos la unidad de la fe y de exhortarnos a que nos unamos como un solo hombre a cantar sus alabanzas en la tierra.

14. ¡Gloria a Dios en las alturas! Los ángeles comienzan con acción de gracias, o con las alabanzas de Dios, pues la Escritura, también nos recuerda en todas partes que fuimos redimidos de la muerte para este propósito, para que podamos testificar con la lengua, así como con las acciones de la vida, nuestra gratitud a Dios. Recordemos entonces, la causa final por la qué Dios nos reconcilió consigo mismo por medio de su Hijo Unigénito. Era para que él glorificara su nombre, mediante la revelación de los tesoros de su gracia y de su infinita misericordia. Y hoy en la medida en que cada uno por el conocimiento de la gracia de Dios se siente dispuesto y animado para celebrar su gloria, sepamos, en esta medida, se aprovecha en la fe de Cristo. Cada vez que nuestra salvación es mencionada, debemos entender que una señal ha sido dada para incitarnos a la acción de gracias y la alabanza de Dios.

En la tierra paz. La lectura más común es poner aquí un puente, de modo que lo que viene después, buena voluntad para con los hombres, es el tercer constituyente de la frase. Entonces aunque en cuanto a la sustancia y al sentido de este pasaje, no haya ampliamente que decir entre ambas secciones; parece, no obstante, que aquel que seguimos conviene mejor en el curso del texto. Porque las dos cláusulas, Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra, están sin duda de acuerdo entre sí, pero si usted no pone los hombres y Dios en marcada oposición,  la antítesis no aparecerá completamente. No obstante si le gusta a alguien dejar mejor para la tercera parte esta expresión, a los hombres, el sentido permanecerá siempre el mismo, como diré a continuación.

Ahora tenemos que ver lo que los ángeles quieren decir con la palabra paz. Ellos ciertamente no hablan de una paz exterior cultivadas por los hombres entre sí, sino dicen que la tierra está en paz, cuando los hombres han sido reconciliados con Dios y disfrutan de una tranquilidad interna en sus propias mentes. Nosotros sabemos que nacimos hijos de ira y en consecuencia somos los enemigos naturales de Dios, por consiguiente, sentimos que Dios está enfurecido contra nosotros, y es imposible que escapemos de una continua inquietud y una confusión extraordinaria. Una definición breve y clara de la paz se puede obtener a partir de dos cosas opuestas. La ira de Dios y el temor de la muerte. Se tiene así una doble referencia; una a Dios, y otra con los hombres. Se obtiene la paz con Dios, cuando él comienza a ser misericordioso con nosotros mediante la eliminación de nuestra culpa y la no imputación de nuestras ofensas, y cuando, confiados en su amor de Padre, nos dirigimos a él con plena confianza y valientemente lo alabamos por la salvación que él nos ha prometido. Ahora, aunque en otro pasaje, la vida del hombre en la tierra es declarada ser una guerra continua, (Job 7:1), y el estado de la realidad muestra que no hay nada más lleno de problemas que nuestra condición, siempre y cuando se permanecer en el mundo, sin embargo, los ángeles dicen expresamente que hay paz en la tierra. Con esto se pretende informar que, en la medida que confiamos en la gracia de Cristo, no hay problemas que pueden surgir que nos impidan disfrutar de la calma y la serenidad de la mente. Recordemos entonces que la fe está sentada en medio de las tormentas de las tentaciones, en medio de varios peligros, en medio de ataques violentos, en medio de contiendas y temores, para que nuestra fe no pueda fallar o ser sacudida por cualquier tipo de oposición.

Buena voluntad. No sé de dónde pudo venir esta lección que estaba en la antigua traducción latina, de decir, sobre la tierra paz en los hombres de buena voluntad. Ella debe ser rechazada evidentemente, no sólo porque no es verdadera y natural, sino también porque corrompe y vuelca totalmente el sentido del pasaje. No obstante hay otros que se equivocan también, informando esta palabra Buena voluntad, a los hombres, como si los ángeles los exhortaran a abrazar la gracia de Dios. Aunque confieso la paz ofrecida por el Señor no muestre en absoluto su virtud si no hasta que es recibida por nosotros. Pero visto que la palabra griega que usa aquí San Lucas es tomada a menudo por la palabra hebrea Razón, y que el antiguo traductor latino lo cambió por buen placer, este pasaje no es correctamente entendido como una referencia a la aceptación de la gracia. Los ángeles más bien hablan de ella como fuente de paz y por lo tanto nos informan que la paz es un don gratuito que se deriva de la pura misericordia de Dios. Si alguien quisiera leerles "A los hombres o, Hacia los hombres, buena voluntad", el sentido sería todavía bastante limpio allí, pues de esta manera se mostrará la causa de la paz, la cual es que Dios se ha complacido en otorgar su favor inmerecido a los hombres, a los que anteriormente tenía un odio mortal. Si se tomara también estas palabras, Paz de buena voluntad, por Paz voluntaria, yo no rechazaría tampoco tal interpretación; no obstante la que di es más simple; a saber, que después de haber dicho, sobre la tierra paz a los hombres, esta palabra Buen placer o buena voluntad es añadida, con el fin de que se sepa de donde nos viene esta paz.

Lucas 2:15-21
15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. 21 Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.

15. Cuando los ángeles se fueron. Aquí se nos describe la obediencia de los pastores. El Señor los había hecho testigos de su Hijo al mundo entero. Lo que él les había hablado por medio de sus ángeles fue eficaz y no pasó inadvertido. No fueron claramente y expresamente ordenados a ir a Belén, sino que al  ser lo suficientemente conscientes de que tal era el designio de Dios, se apresuraron a ver a Cristo. Del mismo modo, sabemos que Cristo se nos es ofrecido, a fin de que nuestros corazones puedan acercarse a él por la fe, y nuestro retraso en llegar no admite ninguna excusa. Pero de nuevo, San Lucas nos informa que los pastores resolvieron ponerse en camino tan pronto como los ángeles se hubieron ido. Esto transmite una lección importante. En lugar de permitir que la Palabra de Dios, como hacen muchos, pase con sonido, hay que tener cuidado de que ella golpee con sus raíces muy dentro de nosotros  y manifesté su poder tan pronto como el sonido se haya extinguido en nuestros oídos. Merece nuestra atención también, que los pastores se exhortaron unos a otros, pues no es suficiente que cada uno de nosotros esté atento a su propio deber, si no nos damos exhortaciones mutuas. Su obediencia es aún más elogiada por la declaración de Lucas, apresuradamente, (ver. 16;) porque es requerido que mostremos prontitud de fe.
Que el Señor nos ha manifestado. Los pastores solo habían oído al ángel, pero intencionalmente y correctamente, dijeron que el Señor les había revelado, porque consideraron que el mensajero de Dios poseía la misma autoridad como si el Señor mismo se les hubiera dirigido. Por esta razón, el Señor dirige nuestra atención hacia sí mismo, para que no podamos fijar nuestra vista en los hombres y menospreciar la autoridad de su Palabra. Vemos también ellos reconocen que estaban en la obligación de no descuidar el tesoro que el Señor les había señalado, porque llegan a la conclusión que inmediatamente después de recibir esta noticia, debían ir a Belén para verlo. De la misma manera, cada uno de nosotros, de acuerdo con la medida de nuestra fe y comprensión, debemos estar preparados para ir a  dondequiera que Dios llame.

16.  Y hallaron a María. Este fue un pobre espectáculo, y era suficiente en sí mismo para producir una aversión a Cristo. ¿Por qué no podríamos decir que era inverosímil creer que este recién nacido tan despreciado, puesto en la fila más baja de la sociedad, era el Rey de todo el pueblo? o ¿esperar la restauración del reino y la salvación de él, cuya pobreza y miseria eran tales que no encontró un lugar más honorable para retirarse que un establo? Aún así Lucas escribe que ninguna de estas cosas impidió a los pastores admirar a Dios. La gloria de Dios estaba tan completamente delante de sus ojos y la reverencia por su palabra estaba tan profundamente grabada en sus mentes, que la elevación de su fe fácilmente superó todo lo que pareció despreciable en Cristo. La única razón por la que nuestra fe es retrasada o desviada del curso apropiado por parte de algunos obstáculos muy insignificantes es porque no miramos fijamente lo suficiente a Dios y somos fácilmente llevados por doquiera. Si el pensamiento que tenemos un testimonio cierto y fiel del cielo estuviera enteramente en nuestras mentes, sería un apoyo suficientemente fuerte y firme contra todo tipo de tentaciones, y sería suficiente para protegernos de todos los escándalos que pudieran sobrevenir.
17.  Dieron a conocer lo que se les había dicho. Lucas elogia la fe de los pastores al entregar sinceramente a los demás lo que habían recibido del Señor, y así fue ventajoso para todos nosotros que ellos atestiguaran esto y fueran una especie de ángeles secundarios en la confirmación de nuestra fe. Lucas muestra también que, en la anunciación de lo que habían oído, los pastores tuvieron éxito. Tampoco puede ponerse en duda que el Señor le dio eficacia a lo que ellos dijeron, para que no hubieran sido ridiculizados o menospreciados, pues el bajo rango de los hombres disminuía su crédito, y la propia ocurrencia podría ser considerada como fabulosa. Pero el Señor, quien les dio esa labor, no permitió que fuera infructuosa. Que el Señor deba adoptar un modo de proceder de este tipo, de emplear a hombres despreciables en la publicación de su Palabra, no puede ser tan agradable para la mente humana, ya que tiende a humillar el orgullo de la carne y medir la obediencia de la fe, por lo tanto Dios lo aprueba. Sin embargo, aunque todos se sorprenden, nadie se mueve un paso para venir a Cristo, de lo cual podemos inferir, que la impresión hecha sobre ellos al oír del poder de Dios, no fue acompañada de ningún devoto afecto del corazón. El diseño de la publicación de este informe no fue tanto para su salvación, sino para hacer inexcusable la ignorancia de todo el pueblo.

19. Pero María guardaba. La diligencia de María al guardar las obras de Dios es puesta ante nosotros por dos razones: En primer lugar, nos informan que este tesoro se colocó en su corazón con el propósito de ser publicado a los demás en el momento adecuado, y, en segundo lugar, para proporcionar a todos los santos un ejemplo a imitar. Porque, si somos sabios, esta será nuestra máxima ocupación de nuestra vida: Considerar con atención aquellas obras de Dios que edifiquen nuestra fe. Además, la palabra guardar se remite a la memoria. La otra palabra que interpretamos por meditar significa, rememorar en detalle todas las cosas que se ponían juntas de acuerdo para probar la gloria de Cristo, como si fuera hacer una colección. Porque María no pudo pesar y considerar de cual importancia era todas juntas, a menos que hubiera hecho particularmente una comparación de una a otra.

20.  Glorificando y alabando a Dios. Esta es otra circunstancia que encaja para ser generalmente útil en la confirmación de nuestra fe. Los pastores sabían con certeza que se trataba de una obra de Dios. Su celo en glorificar y alabar a Dios es una reprensión implícita de nuestra indolencia, o, de nuestra ingratitud. Si la cuna del niño Jesús hizo dicho efecto sobre ellos, como para que se levantaran del establo y el pesebre hasta el cielo, ¿cuánto más la muerte y resurrección de Cristo deben ser una virtud más grande hacia nosotros, para que nosotros nos levantemos hacia Dios? En efecto, Cristo no sólo ascendió de la tierra para que pudiera atraer todas las cosas hacia él, sino que él está sentado a la mano derecha del Padre, para que, durante nuestra peregrinación en el mundo, nosotros podamos meditar con todo nuestro corazón en la vida celestial. Por otra parte, San Lucas muestra la verdadera naturaleza de la piedad, cuando dice que el testimonio del ángel sirvió a los pastores como regla, por la cual ellos informaron todo lo que veían. Porque nuestra fe es confirmada por las obras de Dios, cuando dirige todas las cosas a este fin, que la verdad de Dios que fue revelada en su palabra, pueda ser mejor conocida.

21.  Para circuncidar al niño. Quienquiera que desee ver las cosas generales de la circuncisión, debe buscarlas en el capítulo 17 de Génesis, versículo 10. En la actualidad, será suficiente explicar brevemente lo que aplica a la persona de Cristo. Dios designó que su hijo debiera ser circuncidado con el fin de someterlo a la ley, la circuncisión era un rito solemne, por el cual los Judíos eran iniciados en la observancia de la ley. Pablo explica el fin de la sumisión de Jesucristo, cuando dice que Cristo fue hecho bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley (Gálatas 4:4-5). Al someterse a la circuncisión, Cristo se reconoció a sí mismo como esclavo de la ley, para que pudiera buscar nuestra libertad y de esta manera no sólo la esclavitud de la ley fuera abolida por él, sino la sombra de la ceremonia que se había aplicado a su propio cuerpo, pudiera poco después llegar a su fin. Porque aunque la derogación de la misma dependía de la muerte y resurrección de Cristo, no obstante, era una especie de preludio que el Hijo de Dios se sometiera a la circuncisión.

Le pusieron por nombre JESÚS. Este pasaje muestra, que se trataba de una costumbre general entre los Judíos dar nombres a sus hijos en el día que eran circuncidados, tal y como ahora lo hacemos en el bautismo. Dos cosas son aquí mencionadas por el evangelista. En primer lugar que el nombre de Jesús no se le dio al Hijo de Dios por accidente, o por la voluntad de los hombres, sino que era el nombre que el ángel había traído del cielo. En segundo lugar: José y María obedecieron el mandamiento de Dios. El acuerdo entre la fe y la palabra de Dios está en esto, que Él habla en primer lugar y nosotros le seguimos, de modo que nuestra fe responda a sus promesas. San Lucas nos enseña a tener en cuenta la orden de la predicación de la palabra, cuando dice aquí que la salvación por la gracia de Cristo, así como Dios la había prometido por su ángel, fue proclamada por la boca de los hombres.

Mateo 2:1-6
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
   No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
   Porque de ti saldrá un guiador,
   Que apacentará a mi pueblo Israel.

1. Cuando Jesús nació en Belén de Judea. Mateo no nos dice cómo fue que Jesús nació en Belén. El Espíritu de Dios, el cual escogió a los evangelistas para ser sus empleados, parece que reguló a propósito el estilo de ellos de tal manera, que todos escribieron una misma historia con un acuerdo perfecto pero en diferentes maneras. La intención era que la verdad de Dios fuera clara y sorprendente, cuando se pusiera de manifiesto que sus testigos no hablaron con un plan preconcebido, sino que cada uno de ellos lo hizo por separado, sin prestar atención al otro al escribir libremente y con honestidad lo que el Espíritu Santo dictó. Este es un relato muy notable. Dios trajo a los Reyes Magos desde Caldea a la tierra de Judea, con el propósito de adorar a Cristo, en el establo donde yacía, en medio de las fichas, no de honor, sino de desprecio. Fue un propósito verdaderamente maravilloso de Dios, que él hizo que la entrada de su hijo al mundo para fuera asistida por una profunda tacañería y  a pesar de ello, le otorgó lujosos ornamentos, tanto de elogio como de otros signos externos, que nuestra fe es abastecida con todo lo necesario para comprobar su Divina Majestad. Un ejemplo hermoso de armonía real en medio de una contradicción aparente se nos es exhibido aquí. Una estrella del cielo anunciaba que él era un rey, a quien un pesebre destinado para el ganado servía como trono, porque le había sido negada su entrada entre lo más bajo de la gente. Su majestad brillaba en el Este, mientras que en Judea estaba muy lejos de ser reconocido, a tal punto que era visitado por muchas marcas de  deshonra. ¿Por qué esto? El Padre celestial decidió nombrar a la estrella y los Reyes Magos como nuestros guías para conducirnos directamente a su Hijo, mientras que a él lo despojaba de todo su esplendor terrenal con el fin de informarnos de que su reino es espiritual.  Esta historia transmite una enseñanza beneficiosa, no sólo porque Dios trajo a los Reyes Magos a su Hijo como las primicias de los gentiles, sino porque  también él quiso que el reino de su Hijo fuera divulgado y magnificado por su testimonio como por el de la estrella, para confirmación más amplia de nuestra fe, con el fin de que el desprecio depravado y maligno de su pueblo no nos lo hiciera tener en menor estima.
La palabra griega de la cual hace uso el evangelista es y viene de la palabra magos, pero los persas y Caldeos nombran así a sus astrónomos y a sus filósofos, por esta razón la tradujimos por la palabra Sabios. En la medida que el evangelista no indica cuál era su número, es mejor ser ignorante de la misma, que afirmar como cierto lo que es dudoso. Los papistas han caído en un error infantil al suponer que eran tres porque Mateo dice que trajeron oro, incienso y mirra, (versículo 11). Pero el historiador no dice, que cada uno de ellos por separado presentó su propio don. Más bien, dice que esos tres regalos eran presentados por ellos en común. El antiguo autor, quien quiera que haya sido, cuyo comentario imperfecto sobre Mateo lleva el nombre de Crisóstomo - y se cuenta entre las obras de Crisóstomo-, dice que fueron catorce. Esto contiene poca probabilidad como la otra. Puede que esta suposición haya venido de una tradición de los Padres, pero no tiene ningún fundamento sólido. Sin embargo, la mayoría de las ridículas estratagemas de los papistas en este tema es, que los hombres eran reyes, porque se encuentra en otro pasaje una predicción, que los reyes de Tarsis y de las islas, y de Saba, le ofrecen regalos al Señor (Salmo 72:10). He aquí trabajadores no talentosos, porque no supieron cómo disfrazar a estos santos personajes sino trastornando la geografía. Pues han cambiado el sur y el oeste hacia el este. Más allá de toda duda, ellos han quedado aturdidos por un justo juicio de Dios, para que todos puedan reírse de la crasa ignorancia de los que no han vacilado en adulterar y cambiar la verdad de Dios por la mentira (Romanos 1:25).
Pregunto sobre este pasaje: En primer lugar si esta estrella fue una de las que el Señor creó al comienzo para adornar los cielos. En segundo lugar si los Sabios fueron guiados por su conocimiento de la astrología para concluir que la estrella señalaba el nacimiento de Cristo. En estos puntos no hay necesidad de una furiosa disputa, pero puede ser inferido de las palabras de Mateo que no era una estrella natural sino una estrella extraordinaria, pues no estaba de acuerdo con el orden de la naturaleza que desapareciera por un tiempo determinado y después apareciera brillando, ni que tuviera un curso en línea recta hacia Belén y al final permanecer estacionaria encima de la casa donde Cristo estaba. Ninguna de estas cosas pertenece a las estrellas naturales. Es más probable que se asemejara a un cometa que fue visto no en los cielos sino en la atmósfera. Sin embargo, no existe una incorrección en Mateo, quien usó un lenguaje popular, al llamarla de forma incorrecta una estrella. Esto de la misma forma nos da la respuesta a la segunda pregunta porque dado que la astrología está sin duda confinada dentro de los límites de la naturaleza, su orientación no podría únicamente haber llevado a los Reyes Magos a Cristo de modo que debieron haber sido ayudados por una revelación secreta del Espíritu. Yo no ir tan lejos como para decir que no hubieron obtenido ninguna ayuda de su oficio, pero afirmo que esto no hubiera sido de una ventaja adicional si ellos no hubieran sido ayudados por una nueva y extraordinaria revelación.

2. ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? La idea de algunos comentaristas de que él hubo nacido rey, en contraste indirecto con que fue hecho o creado rey, me parece demasiado insignificante. Yo  prefiero suponer que los Sabios se han limitado a decir, que este rey estaba recién nacido y era todavía un niño, a modo de distinguirlo de un rey que es mayor de edad y que tiene las riendas del gobierno, porque ellos añadieron inmediatamente que no se había emocionado por la fama de su hazañas o por cualquier otra clase de exposiciones actuales de su grandeza, sino por un presagio celestial de su futuro reino. Pero si la visión de una estrella tuvo un poderoso efecto en los Sabios nosotros podemos detestar bien nuestra cobardía maldita, cuando somos tan fríos en buscar a Cristo ahora que él nos ha dado a conocer a nosotros su real majestad.

Y venimos a adorarle. La razón por la cual la estrella había sido exhibida para dirigir a los Reyes Magos a Judea era para que ellos pudieran ser testigos y anunciadores del nuevo rey. Hasta ahora, en lo que a ellos les respectaba, no habían ido para rendir a Cristo un culto piadoso tal cual se debe al Hijo de Dios, sino la intención era la de saludarlo de acuerdo con la costumbre persa, como un Rey muy eminente. Porque es muy probable que ellos no conocían nada de Jesucristo, sino que sería un rey de alta majestad y de suma potencia, tanto que todos los pueblos le tendrían en admiración. Es posible, incluso, que deseaban obtener su favor de antemano, para que él los  tratara favorablemente y  amablemente si había de pasar a poseer el dominio de los países del Oriente.

3.  El rey Herodes. Herodes no era ignorante de las predicciones que prometían a los Judíos un Rey que les restauraría de su condición penosa y arruinada a un estado de prosperidad. Él había vivido desde la niñez entre esa nación y conocía a fondo sus  asuntos. Además, el informe fue extendido por todas partes y no pudo ser desconocido por las naciones vecinas. A pesar de esto, él está preocupado, como si el asunto hubiera sido nuevo y sin precedentes, porque no confiaba en Dios y ni en las promesas de un Redentor y en particular porque con estúpida confianza propia de los hombres orgullosos, se imaginó que el reino estaba seguro para él y sus descendientes. Sin embargo, aún cuando en la embriaguez de la prosperidad en la que estaba acostumbrado a ver las profecías con desprecio, el recuerdo de ellas ahora despertaba en él súbita alarma. Él no hubiera sido tan fuertemente conmovido por el simple relato de los Sabios, si no hubiera recordado las predicciones que había visto anteriormente como inofensivas y de sin importancia. Por lo tanto, cuando el Señor le permite a los incrédulos a dormir, de repente les rompe el descanso.
Cuando San Mateo dice que toda Jerusalén se turbó, se debe explicar de dos formas. O bien todo el pueblo se levantó de forma tumultuosa por la novedad de la ocurrencia, a pesar de que estaban ansiosos por conocer las buenas nuevas de que un rey les había nacido, o bien la gente, acostumbrada a angustias y rendidos cruelmente por una lago tiempo, temían un cambio que podría introducir calamidades aún mayores. Porque ellos estaban tan completamente desgastados y casi perdidos por las guerras continúas, que su miserable y dura servidumbre les aparecía no sólo tolerable, sino deseable, siempre y cuando estuvieran acompañados por la paz. Esto demuestra lo poco que ellos se habían beneficiado con los castigos de Dios, porque ellos estaban entumecidos y aturdidos que la redención y la salvación prometida casi apesta sus fosas nasales. Mateo pretende, no tengo ninguna duda, expresar la ingratitud del pueblo, al estar tan completamente destrozados por la larga continuidad de sus aflicciones, al punto de tirar la esperanza y el deseo de la gracia que se les había prometido.

4. Y convocados todos los principales sacerdotes. Aunque un profundo silencio prevaleció al respeto sobre Cristo en el Salón de Herodes, no obstante, tan pronto como los Sabios hicieron mención de un rey, las predicciones, que antes estaba en el olvido, fueron recordadas. Herodes al instante conjeturó que el Rey sobre el cual los Sabios investigaban, era el Mesías que Dios  antes había prometido. Una vez más vemos que Herodes está seriamente alarmado cuando toma esas investigaciones serias y no es de extrañar. Todos los tiranos son cobardes y su crueldad produce más fuerte alarma en sus propios pechos que en los pechos de los demás. Herodes debió haber temblado más que otros, porque percibía que reinaba en oposición a Dios. Esto nueva investigación muestra que el desprecio a Cristo antes de la llegada de los Sabios, debió haber sido muy profunda. En un período posterior, los escribas y los sumos sacerdotes trabajaron con furia para corromper la totalidad de la Escritura,  para que no ellos no pudieran dar ninguna aprobación a Cristo. Sin embargo, en esta ocasión, respondieron con honestidad fuera de la Escritura por la razón que Cristo y su Evangelio aún no les había causado grima. Y así todos los hombres impíos, no encuentran dificultades para dar su asentimiento a Dios en los principios generales, pero cuando la verdad de Dios comienza a presionarlos más de cerca, echan a tierra el veneno de su rebelión.
Tenemos un notable ejemplo de esto en nuestros días entre los papistas.
Ellos libremente reconocen que Cristo es el Hijo unigénito de Dios, vestido de nuestra carne y reconocen la persona de un Dios-hombre, como subsiste en las dos naturalezas. Pero cuando llegamos al poder y el oficio de Cristo, una contienda de inmediato se desata, porque no dan su consentimiento para tomar un rango inferior y mucho menos ser reducidos a la nada. En una palabra, siempre y cuando los malvados crean que no se les está tomando algo de sí mismos, cederán a Dios y las Escrituras un cierto grado de reverencia. Pero cuando Cristo entra en conflicto directo con la ambición, la codicia, el orgullo, la confianza fuera de lugar, la hipocresía y el engaño, de inmediato se olvidan de la modestia y la convierten en rabia. Aprendamos pues que la principal causa de ceguera en los enemigos de la verdad es que sean encontrados en sus malos deseos, los cuales cambian la luz por la oscuridad.

6. Y tú, Belén. Los escribas citaron fielmente sin lugar a duda las  palabras del pasaje en su propio idioma tal como se encuentra en el libro del profeta. Pero Mateo se contentó con indicar el pasaje. Y porque él escribía en griego, siguió la lección común. Este pasaje y otros de la misma clase sugiere fácilmente la inferencia que Mateo no compuso su Evangelio en el idioma hebreo. Debe ser siempre observado que cada vez que una prueba de la Escritura fue citada por los apóstoles, a pesar de que no tradujeron palabra por palabra y que a veces se salieron mucho del texto, sin embargo, lo aplican correctamente y adecuadamente a cada caso.
Los lectores deben siempre tener en cuenta el fin por el cual algunos pasajes son traídos por los evangelistas, -para que no se espere pegar minuciosamente cada palabra-, para estar satisfechos con esto, que los evangelistas nunca torcieron la Escritura para darle un significado diferente, sino que la aplicaron en su significado original. Pero al mismo tiempo tuvieron la intención de suministrar leche a los niños y novatos en la fe, que aún no eran capaces de soportar el alimento sólido. No hay nada para evitar que los hijos de Dios hagan una indagación cuidadosa y diligente en el significado de la Escritura y por lo tanto sean dirigidos a la fuente por el gusto que los apóstoles tuvieron.

Volvamos ahora a la profecía de Miqueas. Así se encuentra literalmente en el libro del Profeta: Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. (Miqueas 5:2). Por Efrata Mateo ha puesto a Judá, pero el significado es el mismo, pues Miqueas sólo tuvo por objeto por medio de esta marca, distinguir el Belén del que habla, de otra Belén, que estaba en la tribu de Zabulón. Hay mayor dificultad en lo que sigue pues el Profeta dice que Belén es muy pequeña, cuando se cuenta entre los gobiernos de Judá, mientras que Mateo, por el contrario, habla muy bien de su rango como una de las más distinguidas. Esta razón ha llevado a algunos comentaristas a leer el pasaje del profeta como una pregunta, pero estoy bastante de acuerdo con aquellos que piensan que Mateo pretende, por este cambio,  magnificar la gracia de Dios en la toma de una ciudad insignificante y desconocida como el lugar de nacimiento del más alto Rey. A pesar de haber recibido Belén este distinguido honor, no dio ninguna ventaja a sus habitantes, porque les trajo una destrucción más pesada, porque allí una indigna recepción le fue dada al Redentor. Mateo combina Gobernador con Pastor. No obstante él expresa ambos puntos. Cuando dice que Cristo es el Gobernador y que a él le fue asignado el oficio de alimentar a su pueblo.
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Una Harmonía  Sobre los Evangelios
de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino
Traducida por Abiel Sneyder

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Mateo 1: 18-25
Lucas 2:1-7
Lucas 2: 8-14
Lucas 2:15-21
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