1 TESALONICENSES    2 TESALONICENSES

1 TIMOTÉO                2 TIMOTÉO



LA PRIMERA EPÍSTOLA

DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS TESALONICENSES



CAPITULO 1.

1 PABLO, y Silvano, y Timotéo, á la iglesia de los Tesalonicenses, [que es]
en Dios Padre, y en el Señor Jesu-Cristo. Gracia y paz á vosotros de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesu-Cristo.

2 Damos siempre gracias á Dios por todos vosotros, haciendo memoria de
vosotros en nuestras oraciones;

3 Sin cesar acordándonos delante de Dios y Padre nuestro de la obra de
vuestra fe, y del trabajo de amor. y de la tolerancia de la esperanza del
Señor nuestro Jesu-Cristo:

4 Sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra eleccion:

5 Por cuanto nuestro Evangelio no fué á vosotros en palabra solamente, mas
tambien en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud; como sabeis
cuales fuimos entre vosotros por amor de vosotros.

6 Y vosotros fuisteis hechos imitadores de nosotros, y del Señor, recibiendo
la palabra con mucha tribulacion, con gozo del Espíritu Santo:

7 En tal manera que habeis sido ejemplo á todos los que han creido en
Macedonia y en Achaia.

8 Porque de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no solo en
Macedonia y en Achaia, mas aun en todo lugar vuestra fé en Dios se ha
extendido; de modo que no tenemos necesidad de hablar nada.

9 Porque ellos cuentan de nosotros cuál entrada tuvimos á vosotros; y cómo
os convertisteis de los ídolos á Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

10 Y esperar á su Hijo de los cielos, al cual resucitó de los muertos; á
Jesus, el cual nos libró de la ira que ha de venir.



CAPITULO 2.

1 PORQUE, hermanos, vosotros mismos sabeis que nuestra entrada á vosotros no
fué vana:

2 Pues aun habiendo padecido ántes, y sido afrentados en Filipos, como
sabeis, tuvimos denuedo en Dios nuestro para anunciaros el Evangelio de Dios
con gran combate.

3 Porque nuestra exhortacion no [fué] de error, ni de inmundicia, ni por
engaño;

4 Sino segun fuimos aprobados de Dios para que se nos encargase el
Evangelio, así hablamos; no como los que agradan á los hombres, sino á Dios,
el cual prueba nuestros corazones.

5 Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como sabeis, ni tocados de
avaricia: Dios [es] testigo.

6 Ni buscamos de los hombres gloria, ni de vosotros, ni de otros: aunque
podiamos seros carga, como apóstoles de Cristo.

7 Antes fuimos blandos entre vosotros como la que cria, que regala á sus
hijos:

8 Tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no solo el Evangelio
de Dios, mas aun nuestras propias almas; porque nos erais carísimos.

9 Porque ya, hermanos, os acordais de nuestro trabajo y fatiga: que
trabajando de noche y de dia por no ser gravosos á ninguno de vosotros, os
predicamos el Evangelio de Dios.

10 Vosotros sois testigos, y Dios, de cuán santa, y justa é
irreprensiblemente nos condujimos con vosotros que creisteis:

11 Así como sabeis de qué modo exhortábamos y consolábamos á cada uno de
vosotros, como el padre á sus hijos,

12 Y os protestábamos que anduvieseis [como es] digno de Dios, que os llamó
á su reino y gloria.

13 Por lo cual tambien nosotros damos gracias á Dios sin cesar, de que
habiendo recibido la palabra de Dios, que oisteis de nosotros, recibisteis no
palabra de hombres, sino segun es en verdad, la palabra de Dios, el cual obra
en vosotros los que creisteis.

14 Porque vosotros, hermanos, habeis sido imitadores de las iglesias de Dios
en Cristo Jesus, que están en Judéa; pues habeis padecido tambien vosotros
las mismas cosas de los de vuestra propia nacion, como tambien ellos de los
Judíos:

15 Los cuales aun mataron al Señor Jesus y á sus propios profetas, y á
nosotros nos han perseguido; y no agradan á Dios, y se oponen á todos los
hombres,

16 Prohibiéndonos hablar á los Gentiles, á fin de que se salven, para
henchir [la medida de] sus pecados siempre: pues vino sobre ellos la ira
hasta el extremo.

17 Mas nosotros, hermanos, privados de vosotros por un poco de tiempo, de
vista, no de corazon, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro
rostro.

18 Por lo cual quisimos ir á vosotros, yo Pablo á la verdad, una vez y otra;
mas Satanás nos embarazó.

19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, ó gozo, ó corona de que me gloríe? ¿No
sois vosotros delante de nuestro Señor Jesu-Cristo en su venida?

20 Que vosotros sois nuestra gloria y gozo.



CAPITULO 3.

1 POR lo cual no pudiendo esperar mas, acordamos quedarnos solos en Atenas.

2 Y enviamos á Timotéo, nuestro hermano, y ministro de Dios, y colaborador
nuestro en el Evangelio de Cristo, á confirmaros y exhortaros en vuestra fé,

3 Para que nadie se conmueva por estas tribulaciones; porque vosotros sabeis
que nosotros somos puestos para esto.

4 Que aun estando con vosotros, os predeciamos que habiamos de pasar
tribulaciones, como ha acontecido y [lo] sabeis.

5 Por lo cual tambien yo, no esperando más, he enviado á reconocer vuestra
fe, [temiendo] que no os haya tentado el tentador, y que nuestro trabajo haya
sido en vano.

6 Empero volviendo de vosotros á nosotros Timotéo, y haciéndonos saber
vuestra fé y caridad, y que siempre teneis buena memoria de nosotros,
deseando vernos, como tambien nosotros á vosotros,

7 En ello, hermanos, recibimos consolacion de vosotros en toda nuestra
necesidad y afliccion por causa de vuestra fe:

8 Porque ahora vivimos, si vosotros estais firmes en el Señor.

9 Por lo cual ¿qué hacimiento de gracias podrémos dar á Dios por vosotros
por todo el gozo con que nos gozamos á causa de vosotros delante de nuestro
Dios,

10 Orando de noche y de dia con grande instancia, que veamos vuestro rostro,
y que cumplamos lo que falta á vuestra fé?

11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y el Señor nuestro Jesu-Cristo,
encamine nuestro viaje á vosotros.

12 Y á vosotros multiplique el Señor, y haga abundar el amor entre vosotros
y para con todos, como [es] tambien de nosotros para con vosotros:

13 Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles
delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesu-Cristo
con todos sus santos.



CAPITULO 4.

1 RESTA pues, hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesus, que
de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de como os conviene andar, y
agradar á Dios, [así] vayais creciendo.

2 Porque ya sabeis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesus.

3 Porque la voluntad de Dios es, vuestra santificacion; que os aparteis de
fornicacion;

4 Que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificacion y honor;

5 No con afecto de concupiscencia como los Gentiles que no conocen á Dios:

6 Que ninguno oprima, ni engañe en nada á su hermano; porque el Señor es
vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y protestado:

7 Porque no nos ha llamado Dios á inmundicia, sino á santificacion.

8 Así que el que menosprecia, no menosprecia á hombre, sino á Dios, el cual
tambien nos dió su Espíritu Santo.

9 Mas acerca de la caridad fraterna no habeis menester que os escriba;
porque vosotros mismos habeis aprendido de Dios que os ameis los unos á los
otros.

10 Y tambien lo haceis [así] con todos los hermanos que están por toda
Macedonia. Empero os rogamos, hermanos, que abundeis más;

11 Y que procureis tener quietud, y hacer vuestros negocios, y obreis de
vuestras manos de la manera que os hemos mandado:

12 A fin que andeis honestamente para con los extraños, y no necesiteis de
nada.

13 Tampoco, hermanos, queremos que ignoreis acerca de los que duermen, que
no os entristezcais como los otros que no tienen esperanza.

14 Porque si creemos que Jesus murió y resucitó, así tambien traerá Dios con
él á los que durmieron en Jesus.

15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habrémos quedado hasta la venida del Señor, no seremos
delanteros á los que durmieron.

16 Porque el mismo Señor con aclamacion, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero:

17 Luego nosotros los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos
serémos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así
estarémos siempre con el Señor.

18 Por tanto consoláos los unos á los otros en estas palabras.



CAPITULO 5.

1 EMPERO acerca de los tiempos y de los momentos, no teneis, hermanos,
necesidad de que yo os escriba:

2 Porque vosotros sabeis bien, que el dia del Señor vendrá así como ladron
de noche.

3 Que cuando dirán, Paz y seguridad, entónces vendrá sobre ellos destruccion
de repente, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán.

4 Mas vosotros, hermanos, no estais en tinieblas, para que aquel dia os
sobrecoja como ladron.

5 [Porque] todos vosotros sois hijos de luz, é hijos del dia: no somos de la
noche, ni de las tinieblas.

6 Por tanto, no durmamos como los demás; ántes velemos y seamos sobrios.

7 Porque los que duermen, de noche duermen; y los que están borrachos, de
noche están borrachos.

8 Mas nosotros, que somos [hijos] del dia, estemos sobrios, vestidos de cota
de fé, y de caridad, y la esperanza de salud por yelmo.

9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salud por
nuestro Señor Jesu-Cristo;

10 El cual murió por nosotros, para que, ó que velemos, ó que durmamos,
vivamos juntamente con él.

11 Por lo cual consoláos los unos á los otros; y edificáos los unos á los
otros, así como lo haceis.

12 Y os rogamos, hermanos, que reconozcais á los que trabajan entre
vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan:

13 Y que los tengais en mucha estima por amor de su obra. Tened paz los unos
con los otros.

14 Tambien os rogamos, hermanos, que amonesteis á los que andan
desordenadamente, que consoleis á los de poco ánimo, que soporteis á los
flacos, que seais sufridos para con todos.

15 Mirad que ninguno dé á otro mal por mal; ántes seguid lo bueno siempre
los unos para con los otros, y para con todos.

16 Estad siempre gozosos.

17 Orad sin cesar.

18 Dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros
en Cristo Jesus.

19 No apagueis el Espíritu.

20 No menosprecieis las profecías.

21 Examinadlo todo; retened lo bueno.

22 Apartáos de toda especie de mal.

23 Y el Dios de paz os santifique en todo; para que vuestro espíritu, y
alma, y cuerpo, sea guardado entero sin reprension para la venida de nuestro
Señor Jesu-Cristo.

24 Fiel es el que os ha llamado; el cual tambien [lo] hará.

25 Hermanos, orad por nosotros.

26 Saludad á todos los hermanos en ósculo santo.

27 Conjúroos por el Señor, que esta carta sea leida á todos los santos
hermanos.

28 La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo [sea] con vosotros. Amen.

La primera [epístola] á los Tesalonicenses fué escrita de Atenas.





LA SEGUNDA EPÍSTOLA

DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS TESALONICENSES



CAPITULO 1.

1 PABLO, y Silvano, y Timotéo, á la iglesia de los Tesalonicenses [que es]
en Dios nuestro Padre, y en el Señor Jesu-Cristo:

2 Gracia y paz á vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu-Cristo.

3 Debemos siempre dar gracias á Dios de vosotros, hermanos, como es digno,
por cuanto vuestra fé va creciendo, y la caridad de cada uno de todos
vosotros abunda entre vosotros;

4 Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de
Dios, de vuestra paciencia y fé en todas vuestras persecuciones y
tribulaciones que sufrís:

5 Una demostracion del justo juicio de Dios, para que seais tenidos por
dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padeceis.

6 Porque [es] justo para con Dios pagar con tribulacion á los que os
atribulan:

7 Y á vosotros, que sois atribulados, [dar] reposo con nosotros, cuando se
manifestará el Señor Jesus del cielo con los ángeles de su potencia,

8 Como llama de fuego, para dar el pago á los que no conocieron á Dios, ni
obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesu-Cristo;

9 Los cuales serán castigados de eterna perdicion por la presencia del
Señor, y por la gloria de su potencia,

10 Cuando viniere para ser glorificado en sus santos, y á hacerse admirable
en aquel dia en todos los que creyeron: (por cuanto nuestro testimonio ha
sido creido entre vosotros.)

11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, que nuestro Dios os
tenga por dignos de [su] vocacion, é hincha de bondad todo buen intento, y á
[toda] obra de fé con potencia.

12 Para que el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo sea glorificado en
vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios, y del Señor Jesu-
Cristo.



CAPITULO 2.

1 EMPERO os rogamos, hermanos, cuanto á la venida de nuestro Señor Jesu-
Cristo, y nuestro recogimiento á él,

2 Que no os movais facilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbeis ni
por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el dia del
Señor este cerca.

3 No os engañe nadie en ninguna manera; porque [no vendrá,] sin que venga
ántes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdicion,

4 Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó que se
adore; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose
parecer Dios.

5 ¿No os acordais que, cuando estaba todavía con vosotros, os decia esto?

6 Y ahora vosotros sabeis lo que [le] impide, para que á su tiempo se
manifieste.

7 Porque ya está obrando el misterio de iniquidad: solamente [espera] hasta
que sea quitado de en medio el que ahora impide;

8 Y entónces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el
espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida:

9 [A aquel inicuo] cuyo advenimiento es segun operacion de Satanás, con
grande potencia, y señales, y milagros mentirosos,

10 Y con todo engaño de iniquidad [obrando] en los que perecen; por cuanto
no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

11 Por tanto, pues, les envia Dios operacion de error, para que crean á la
mentira;

12 Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, ántes
consintieron á la iniquidad.

13 Mas nosotros debemos dar siempre gracias á Dios por vosotros, hermanos
amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salud,
por la santificacion del Espíritu y fé de la verdad:

14 A lo cual os llamó por nuestro Evangelio, para alcanzar la gloria de
nuestro Señor Jesu-Cristo.

15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habeis
aprendido, sea por palabra, ó por carta nuestra.

16 Y el mismo Señor nuestro Jesu-Cristo, y Dios y Padre nuestro, el cual nos
amó, y [nos] dió consolacion eterna, y buena esperanza por gracia,

17 Consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.



CAPITULO 3.

1 RESTA, hermanos, que oreis por nosotros, que la palabra del Señor corra y
sea glorificada así como entre vosotros:

2 Y que seamos librados de hombres importunos y malos; porque no es de todos
la fé.

3 Mas fiel es el Señor, que os confirmará y guardará de mal.

4 Y tenemos confianza de vosotros en el Señor, que haceis y haréis lo que os
hemos mandado.

5 Y el Señor enderece vuestros corazones en el amor de Dios, y en la
paciencia de Cristo.

6 Empero os denunciamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesu-
Cristo, que os aparteis de todo hermano que anduviere fuera de órden, y no
conforme á la doctrina que recibieron de nosotros:

7 Porque vosotros mismos sabeis de que manera debeis imitarnos: porque no
anduvimos desordenadamente entre vosotros,

8 Ni comimos el pan de ninguno de balde; ántes obrando con trabajo y fatiga
de noche y de dia, por no ser gravosos á ninguno de vosotros.

9 No porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un dechado,
para que nos imitaseis.

10 Porque aun estando con vosotros os denunciamos esto: Que si alguno no
quisiere trabajar, tampoco coma.

11 Porque oimos que andan algunos entre vosotros fuera de órden, no
trabajando en nada, sino ocupados en curiosear.

12 Y á los tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesu-Cristo, que
trabajando con reposo, coman su pan.

13 Y vosotros, hermanos, no os canseis de hacer bien.

14 Y si alguno no obedeciere á nuestra palabra por carta, notad al tal, y no
os junteis con él, para que se avergüence.

15 Mas no lo tengais como á enemigo; sino amonestadle como á hermano.

16 Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor [sea]
con todos vosotros.

17 Salud de mi mano, Pablo; que es [mi] signo en toda carta [mia.] Así
escribo.

18 La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo [sea] con todos vosotros. Amen.

La segunda [epístola] los Tesalonicenses fué escrita de Atenas.





LA PRIMERA EPÍSTOLA

DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á TIMOTÉO



CAPITULO 1.

1 PABLO, apóstol de Jesu-Cristo por la ordenacion de Dios nuestro Salvador,
y del Señor Jesu-Cristo, nuestra esperanza;

2 A Timotéo, verdadero hijo en la fé: Gracia, misericordia y paz de Dios
nuestro Padre, y de Cristo Jesus nuestro Señor.

3 Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando partí para Macedonia, para
que requirieses á algunos que no enseñen diversa doctrina,

4 Ni presten atencion á fábulas y genealogías sin término, que ántes
engendran cuestiones que la edificacion de Dios, que es por fé, [así te
encargo ahora.]

5 Pues el fin del mandamiento es la caridad [nacida] de corazon limpio y de
buena conciencia, y de fé no fingida:

6 De lo cual distrayéndose algunos, se apartaron á vanas platicas;

7 Queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan, ni lo que
afirman.

8 Sabemos empero que la ley [es] buena, si alguno usa de ella legítimamente;

9 Conociendo esto, que la ley no es puesta para el justo, sino para los
injustos, y para los desobedientes, para los impíos y pecadores, para los
malos y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,

10 Para los fornicarios, para los sodomitas, para los ladrones de hombres,
para los mentirosos y perjuros; y si hay alguna otra cosa contraria á la sana
doctrina,

11 Segun el Evangelio de la gloria del Dios bendito, el cual á mí me ha sido
encargado.

12 Y doy gracias al que me fortificó, á Cristo Jesus nuestro Señor, de que
me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio;

13 Habiendo sido ántes blasfemo, y perseguidor, é injuriador: mas fui
recibido á misericordia, porque lo hice con ignorancia en incredulidad.

14 Mas la gracia de nuestro Señor fué más abundante con la fé y amor que es
en Cristo Jesus.

15 Palabra fiel, y digna de ser recibida de todos: Que Cristo Jesus vino al
mundo para salvar á los pecadores, de los cuales yo soy el primero;

16 Mas por esto fuí recibido á misericordia, para que Jesu-Cristo mostrase
en mí el primero toda [su] clemencia, para ejemplo de los que habian de creer
en él para vida eterna.

17 Por tanto al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios,
[sea] honor y gloria por siglos de los siglos. Amen.

18 Este mandamiento, hijo Timotéo, te encargo, para que, conforme á las
profecías pasadas de tí, milites por ellas buena milicia;

19 Manteniendo la fé y buena conciencia, la cual echando de sí algunos,
hicieron naufragio en la fé:

20 De los cuales [son] Hymenéo y Alejandro, que entregué á Satanás, para que
aprendan á no blasfemar.



CAPITULO 2.

1 AMONESTO, pues, ante todas cosas, que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones, hacimientos de gracias, por todos los hombres;

2 Por los reyes, y por todos los que están en eminencia, para que vivamos
quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.

3 Porque esto [es] bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador:

4 El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al
conocimiento de la verdad.

5 Porque [hay] un Dios; asimismo un Mediador entre Dios y los hombres, Jesu-
Cristo hombre;

6 El cual se dió á sí mismo [en] precio del rescate por todos, [para]
testimonio en sus tiempos:

7 De lo que yo soy puesto por predicador y apóstol, (digo verdad en Cristo,
no miento;) doctor de los Gentiles en fidelidad y verdad.

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
limpias, sin ira ni contienda.

9 Asimismo tambien las mujeres, ataviándose en hábito honesto, con vergüenza
y modestia; no con cabellos encrespados, ú oro, ó perlas, ó vestidos
costosos,

10 Sino de buenas obras, como conviene á mujeres que profesan piedad.

11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujecion.

12 Porque no permito á la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el hombre,
sino estar en silencio.

13 Porque Adam fué formado el primero; despues Eva.

14 Y Adam no fué engañado; sino la mujer, siendo seducida, vino á ser
[envuelta] en transgresion.

15 Empero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en la fé y caridad,
y santidad, y modestia.



CAPITULO 3.

1 PALABRA fiel: Si alguno apetece obispado, buena obra desea.

2 Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una [sola]
mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar;

3 No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino
moderado; no litigioso, ajeno de avaricia:

4 Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujecion con toda
honestidad;

5 (Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de
Dios?)

6 No un neófito, porque, inflándose no caiga en juicio del diablo.

7 Tambien conviene que tenga buen testimonio de los extraños; porque no
caiga en afrenta y en lazo del diablo.

8 Los diáconos asimismo [deben ser] honestos, no bilingües, no dados a mucho
vino, no amadores de torpes ganancias;

9 Que tengan el misterio de la fé con limpia conciencia.

10 Y estos tambien sean ántes probados; y así ministren, si fueren sin
crímen.

11 Las mujeres asimismo honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo.

12 Los diáconos sean maridos de una [sola] mujer, que gobiernen bien sus
hijos y sus casas.

13 Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha
confianza en la fé que [es] en Cristo Jesus.

14 Esto te escribo con esperanza que iré presto á tí:

15 Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la
casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.

16 Y sin contradiccion, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido
manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de
los ángeles; ha sido predicado á los Gentiles; ha sido creido en el mundo; ha
sido recibido en gloria.



CAPITULO 4.

1 EMPERO el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos
algunos apostatarán de la fe, escuchando á espíritus de error, y á doctrinas
de demonios;

2 Que con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia:

3 Que prohibirán casarse, [y mandarán] abstenerse de las viandas que Dios
crió para que con hacimiento de gracias participasen de ellas los fieles, y
los que han conocido la verdad.

4 Porque todo lo que Dios crió [es] bueno, y nada hay que desechar,
tomándose con hacimiento de gracias:

5 Porque por la palabra de Dios, y por la oracion es santificado.

6 Si esto propusieres á los hermanos, serás buen ministro de Jesu-Cristo,
criado en las palabras de la fé y de la buena doctrina, la cual has
alcanzado.

7 Mas las fábulas profanas y de viejas desecha y ejercítate para la piedad.

8 Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para
todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera.

9 Palabra fiel [es] esta, y digna de ser recibida de todos.

10 Que por esto aun trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el
Dios viviente, el cual es Salvador de todos los hombres, mayormente de los
que creen.

11 Esto manda y enseña.

12 Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en
palabra, en conversacion,

en caridad, en espíritu, en fé, en limpieza.

13 Entretanto que voy, ocúpate en leer, en exhortar, en enseñar.

14 No descuides el don que está en tí, que te es dado por profecía con la
imposicion de las manos del presbiterio.

15 Medita estas cosas; ocúpate en ellas; para que tu aprovechamiento sea
manifiesto á todos.

16 Ten cuidado de tí mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues haciendo
esto, á tí mismo salvarás y á los que te oyeren.



CAPITULO 5.

1 NO reprendas al anciano, sino exhórta[le] como á padre: á los mas jóvenes,
como á hermanos;

2 A las ancianas, como á madres; á las jovencitas, como á hermanas, con toda
pureza.

3 Honra á las viudas que en verdad son viudas.

4 Pero si alguna viuda tuviere hijos, ó nietos, aprendan primero á gobernar
su casa piadosamente, y á recompensar á sus padres: porque esto es lo honesto
y agradable delante de Dios.

5 Ahora la que en verdad es viuda y solitaria, espera en Dios, y es
diligente en suplicaciones y oraciones noche y dia.

6 Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta.

7 Denuncia pues estas cosas, para que sean sin reprension.

8 Y si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa
la fé negó, y es peor que un infiel.

9 La viuda sea puesta en [especial] clase no ménos que de sesenta años: que
haya sido esposa de un [solo] marido;

10 Que tenga testimonio en buenas obras; si crió [bien sus] hijos; si ha
ejercitado la hospitalidad; si ha lavado los piés de los santos; si ha
socorrido á los afligidos; si ha seguido toda buena obra.

11 Pero viudas más jóvenes no admitas; porque despues de hacerse licenciosas
contra Cristo,

quieren casarse:

12 Condenadas ya, por haber falseado la primera fé.

13 Y aun tambien se acostumbran, [hechas] ociosas, á andar de casa en casa;
y no solamente ociosas, sino tambien parleras y curiosas, hablando lo que no
conviene.

14 Quiero, pues, que las que son jóvenes se casen, crien hijos, gobiernen la
casa; que ninguna ocasion den al adversario para maldecir.

15 Porque ya algunas han vuelto atrás en pos de Satanás.

16 Si algun fiel ó alguna fiel tiene viudas, manténgalas, y no sea gravada
la iglesia; á fin de que haya lo suficiente para las que de verdad son
viudas.

17 Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doblada
honra; mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.

18 Porque la escritura dice: No embozarás al buey que trilla. Y: Digno [es]
el obrero de su jornal.

19 Contra el anciano no recibas acusacion sino con dos ó tres testigos.

20 A los que pecaren, repréndelos delante de todos, para que los otros
tambien teman.

21 [Te] requiero delante de Dios y del Señor Jesu-Cristo, y de sus ángeles
escogidos, que guardes estas cosas sin perjuicio de nadie, que nada hagas
inclinándote á la una parte.

22 No impongas de ligero las manos á alguno, ni comuniques en pecados
ajenos: consérvate en limpieza.

23 No bebas de aquí adelante agua, sino usa de un poco de vino por causa del
estómago, y de tus contínuas enfermedades.

24 Los pecados de algunos hombres, ántes que vengan [ellos] á juicio, son
manifiestos; mas á otros les vienen despues.

25 Asimismo las buenas obras ántes son manifiestas; y las que son de otra
manera, no pueden esconderse.



CAPITULO 6.

1 TODOS los que están debajo del yugo de servidumbre, tengan á sus señores
por dignos de toda honra, porque no sea blasfemado el nombre del Señor y [su]
doctrina.

2 Y los que tienen amos fieles, no [los] tengan en ménos, por ser [sus]
hermanos; ántes sírvan[les] mejor, por cuanto son fieles y amados, [y]
partícipes del beneficio. Esto enseña y exhorta.

3 Si alguno enseña otra cosa, y no asiente á las sanas palabras de nuestro
Señor Jesu-Cristo, y á la doctrina que es conforme á la piedad,

4 Es hinchado, nada sabe, y enloquece acerca de cuestiones y contiendas de
palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, maledicencias, malas
sospechas,

5 Porfías de hombres corruptos de entendimiento, y privados de la verdad,
que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales.

6 Empero grande granjería es la piedad con contentamiento.

7 Porque nada hemos traido á este mundo, [y] sin duda nada podrémos sacar.

8 Así que teniendo sustento, y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto.

9 Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentacion y lazo, y en muchas
codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdicion y muerte.

10 Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males; el cual
codiciando algunos, se descaminaron de la fé, y fueron traspasados de muchos
dolores.

11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas; y sigue la justicia, la
piedad, la fé, la caridad, la paciencia, la mansedumbre.

12 Pelea la buena batalla de la fé, echa mano de la vida eterna, á la cual
asimismo eres llamado, habiendo hecho buena profesion delante de muchos
testigos.

13 Te mando delante de Dios, que da vida á todas las cosas, y de Jesu-
Cristo, que testificó la buena profesion delante de Poncio Pilato,

14 Que guardes el mandamiento sin mácula, ni reprension, hasta la aparicion
de nuestro Señor Jesu-Cristo;

15 La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de
reyes, y Señor de señores;

16 Quien solo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, á quien
ninguno de los hombres ha visto, ni puede ver: al cual [sea] la honra y el
imperio sempiterno. Amen.

17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos
da todas las cosas en abundancia de que gocemos:

18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con
facilidad comuniquen:

19 Atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir, que echen mano á la
vida eterna.

20 Oh Timotéo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas
pláticas de vanas cosas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia:

21 La cual profesando algunos, fueron descaminados acerca de la fé. La
gracia [sea] contigo. Amen.

La primera [epístola] á Timotéo fué escrita de Laodicéa, que es metrópoli de
la Phrygia Pacaciana.



LA SEGUNDA EPÍSTOLA

DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á TIMOTÉO



CAPITULO 1.

1 PABLO, apóstol de Jesu-Cristo por la voluntad de Dios, segun la promesa de
la vida, que es en Cristo Jesus,

2 A Timotéo, amado hijo, gracia, misericordia, [y] paz de Dios el Padre, y
de Jesu-Cristo nuestro Señor.

3 Doy gracias á Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia,
de que sin cesar tengo memoria de tí en mis oraciones noche y dia;

4 Deseando verte, acordándome de tus lágrimas, para ser lleno de gozo;

5 Trayendo á la memoria la fé no fingida que [habia] en tí, la cual residió
primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice; y estoy cierto que en tí
tambien.

6 Por lo cual te aconsejo, que despiertes el don de Dios que está en tí por
la imposicion de mis manos.

7 Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino [el] de fortaleza, y
de amor, y de templanza.

8 Por tanto no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí,
preso [por amor] suyo; ántes se participante de los trabajos del Evangelio,
segun la virtud de Dios,

9 Que nos salvó y llamó con vocacion santa, no conforme á nuestras obras,
mas segun el intento suyo, y [por la] gracia, la cual nos es dada en Cristo
Jesus ántes de los tiempos de los siglos;

10 Mas ahora es manifestada por la aparicion de nuestro Salvador Jesu-
Cristo, el cual quita la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad
por el Evangelio;

11 Del cual yo soy puesto predicador, y apóstol, y maestro de los Gentiles.

12 Por lo cual asimismo padezco esto: mas no me avergüenzo; porque^ yo sé á
quien he creido, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para
aquel dia.

13 Reten la forma de las sanas palabras que de mí oiste, en la fé y amor que
[es] en Cristo Jesus.

14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

15 [Ya] sabes esto, que me han sido contrarios todos los que son en Asia; de
los cuales son Figello, y Hermógenes.

16 Dé el Señor misericordia á la casa de Onesíforo; que muchas veces me
refrigeró, y no se avergonzó de mi cadena:

17 Antes estando él en Roma, me buscó solícitamente, y [me] halló.

18 Déle el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel dia. Y
cuánto [nos] ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.



CAPITULO 2.

1 PUES tú, hijo mio, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesus.

2 Y lo que has oido de mí entre muchos testigos, esto encarga á los hombres
fieles que serán idóneos para enseñar tambien á otros.

3 Tú pues sufre trabajos como fiel soldado de Jesu-Cristo.

4 Ninguno que milita se embaraza en los negocios de la vida; á fin de
agradar á aquel que lo tomó por soldado.

5 Y aun tambien el que lidia, no es coronado si no lidiare legítimamente.

6 El labrador para recibir los frutos, es menester que trabaje primero.

7 Considera lo que digo; y el Señor te dé entendimiento en todo.

8 Acuérdate que Jesu-Cristo, [el cual fué] de la simiente de David, resucitó
de los muertos conforme á mi Evangelio;

9 En el que sufro trabajo, hasta las prisiones á modo de malhechor: mas la
palabra de Dios no está presa.

10 Por tanto todo lo sufro por amor de los escogidos, para que ellos tambien
consigan la salud que es en Cristo Jesus con gloria eterna.

11 [Es] palabra fiel: Que si somos muertos con él, tambien vivirémos con él:

12 Si sufrimos, tambien reinarémos con él. Si negáremos, él tambien nos
negará:

13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel: no se puede negar á sí mismo.

14 Recuérda[les] esto, protestando delante del Señor que no contiendan en
palabras, [lo cual] para nada aprovecha, [ántes] trastorna á los oyentes.

15 Procura con diligencia presentarte á Dios aprobado, [como] obrero que no
tiene de que avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad.

16 Mas evita profanas [y] vanas parlerías; porque muy adelante irán en la
impiedad.

17 Y la palabra de ellos carcomerá como gangrena; de los cuales es Hymenéo,
y Fileto;

18 Que se han descaminado de la verdad, diciendo que la resurreccion es ya
hecha, y trastornan la fé de algunos.

19 Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el
Señor los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el
nombre de Cristo.

20 Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino
tambien de madera y de barro; y asimismo unos para honra, y otros para
deshonra.

21 Así que si alguno se limpiare de estas cosas, será vaso para honra,
santificado, y útil para los usos del Señor, [y] aparejado para toda buena
obra.

22 Huye tambien los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fé, la
caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazon.

23 Empero las cuestiones necias y sin sabiduría desecha, sabiendo que
engendran contiendas.

21 Que el siervo del Señor no debe ser litigioso, sino manso para con todos,
apto para enseñar, sufrido;

25 Que con mansedumbre corrija á los que se oponen; si quizá Dios les dé que
se arrepientan para conocer la verdad,

26 Y se zafen del lazo del diablo, en que están cautivos á voluntad de él.



CAPITULO 3.

1 ESTO tambien sepas, que en los postreros dias vendrán tiempos peligrosos:

2 Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios,
detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad,

3 Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores
de lo bueno,

4 Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de
Dios;

5 Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y
á estos evita.

6 Porque de estos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las
mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias;

7 Que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de
la verdad.

8 Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron á Moisés, así tambien
estos resisten á la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos
acerca de la fé.

9 Mas no prevalecerán; porque su insensatez será manifiesta á todos, como
tambien lo fué la de aquellos.

10 Pero tú has comprendido mi doctrina, instruccion, intento, fé, largura de
ánimo, caridad, paciencia,

11 Persecuciones, aflicciones, cuales me sobrevinieron en Antioquia, en
Iconio, en Listra; cuales persecuciones he sufrido, y de todas me ha librado
el Señor.

12 Y tambien todos los que quieren vivir piamente en Cristo Jesus, padecerán
persecucion.

13 Mas los malos hombres, y los engañadores, irán de mal en peor, engañando,
y siendo engañados.

14 Empero persiste tú en lo que has aprendido, y te persuadiste, sabiendo de
quien has aprendido;

15 Y que desde la niñez has sabido las sagradas escrituras, las cuales te
pueden hacer sabio para la salud por la fé que es en Cristo Jesus.

16 Toda escritura inspirada divinamente, es útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instituir en justicia,

17 Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda
buena obra.



CAPITULO 4.

1 REQUIERO yo, pues, delante de Dios, y del Señor Jesu-Cristo, que ha de
juzgar los vivos y los muertos en su manifestacion y en su reino,

2 Que prediques la palabra; que instes á tiempo y fuera de tiempo:
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; ántes, teniendo
comezon de oir, se amontonarán maestros conforme á sus concupiscencias,

4 Y apartarán de la verdad el oido, y se volverán á las fábulas.

5 Pero tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista,
cumple tu ministerio;

6 Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está
cercano.

7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fé.

8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel dia; y no solo á mí, sino tambien á todos los que
aman su venida.

9 Procura venir presto á mí:

10 Porque Demas me ha desamparado, amando este siglo, y se ha ido á
Tesalónica; Crescente á Galacia; Tito á Dalmacia.

11 Lucas solo está conmigo. Toma á Marcos, y tráele contigo; porque me es
útil para el ministerio.

12 A Tichico envié á Efeso.

13 Trae cuando vinieres, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo; y los
libros, mayormente los pergaminos.

14 Alejandro el calderero me ha causado muchos males: el Señor le pague
conforme á sus hechos.

15 Guárdate tú tambien de él; que en grande manera ha resistido á nuestras
palabras.

16 En mi primera defensa ninguno me ayudó; ántes me desampararon todos: no
les sea imputado.

17 Mas el Señor me ayudó, y me esforzó para que por mí fuese cumplida la
predicacion, y todos los Gentiles la oyesen; y fuí librado de la boca del
leon.

18 Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino
celestial: al cual [sea] gloria por siglos de siglos. Amen.

19 Saluda á Prisca y á Aquila, y á la casa de Onesíforo.

20 Erasto se quedó en Corinto; y á Trófimo dejé enfermo en Mileto.

21 Procura venir ántes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, y Lino, y
Claudia, y todos los hermanos.

22 El Señor Jesu-Cristo [sea] con tu espíritu. La gracia [sea] con vosotros.
Amen.

La segunda [epístola] á Timotéo, el cual fué el primer obispo ordenado en
Efeso, fué escrita de Roma cuando Pablo fué presentado la segunda vez á César
Neron.


Biblioteca

La Santa Biblia
Reina-Valera de 1862
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