Haciendo y Apoyando el Mal

por John Piper

Romanos 1.28-32
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Cometer Suicidio Espiritual y Llevarse a Otros Consigo

En cierto sentido, el versículo 32 pone fin al capítulo uno con una opinión bastante desoladora de la naturaleza humana. El objetivo de la segunda mitad del versículo es mostrar que muchas personas no solo hacen cosas que saben son dignas de muerte, sino que también incitan a otros a hacerlas, y les dan su aprobación cuando las hacen. “Quienes habiendo conocido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen sino que también se complacen con los que las practican.” En otras palabras, el clímax de la depravación no es solo el asunto de la suicida aventura amorosa con el pecado, sino el deseo de llevar a otros consigo hacia la destrucción. No es solo que las personas escojan para ellas mismas, en su pasión por el pecado, la muerte; sino que se convierten a nivel espiritual en el Dr. Kevorkians y asisten a otros en su autodestrucción eterna al aprobar su pecado.

Usted puede pensar en muchas maneras en las que esto está ocurriendo en la actualidad. Yo les daré una ilustración. Jesús dijo, “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5: 27-29). En otras palabras, podemos conocer que renunciar a la batalla por la pureza y entregarse a una vida de lujuria, al final, destruye nuestras almas (vea 1 Pedro 2:11).

De modo que una persona que vive en la lujuria está espiritual y eternamente cometiendo suicidio. Según Jesús, merecen la sentencia de la muerte eterna. ¿Cómo interpretamos entonces eso de que, en nuestros días no solo millones de personas viven de este modo, sino que decenas de miles de personas instan a otros a que vivan así, y a que dediquen todas sus energías a proveer los medios, a través de los cuales, millones de personas firman su garantía de muerte eterna.

El U.S. News and World Report del año pasado (10 de Febrero de 1997) publicó un artículo de Eric Scholosser quien reportaba que la pornografía se había vuelto tan exitosa comercialmente, que tenía al menos una publicación comercial llamada Noticias de Videos de Adultos. Las Noticias afirman que el número de los alquileres de videos ‘fuertes’ aumentó de 75 millones en 1985 a 665 millones en l996. En ese año, fueron gastados 8 billones de dólares en material pornográfico en América. Scholsser dijoque si usted suma lo que nuestro país gasta en las producciones de Broadway, y en los teatros regionales y en los que no tienen fines lucrativos, e incluye todos los ingresos provenientes de las presentaciones de ópera, valet, jazz, y música clásica, usted obtiene menos ingresos que solo los Club de striptease (pp. 43-44).

Así que, según lo que Jesús dice acerca del peligro eterno por vivir en la lujuria, esto equivale a que no solo millones existen de personas cometiendo suicidio espiritual, sino también a que decenas de miles de personas están haciendo que sus vidas atraigan a otros a la destrucción y los ayudan a beber la pócima que los matará. Esto es lo que Pablo dice que es la raíz de la espiral de la depravación, no solo hacer lo que merece la muerte, sino aprobar de corazón a otros que hacen las mismas cosas e incluso ayudarlos en su autodestrucción.

Comencé diciendo que en un sentido, el versículo 32 pone fin al capítulo uno con una opinión muy desoladora de la naturaleza humana. No solo pecamos y escogemos la muerte; aprobamos el pecado, reclutamos para el pecado, dejamos de indignarnos ante el pecado, creamos un clima propicio para que florezca el pecado, y llevamos a otros con nosotros hacia la muerte. Sin embargo, existe otro sentido en el cual este versículo está, en mi opinión, lleno de esperanza para aquellos de nosotros que amamos la verdad, amamos ver a las personas encontrar esta verdad y creerla, para ser salvos por confiar en Jesús, quien es la verdad. Y, lo que quiero es hacer tres observaciones acerca de lo que este versículo enseña, y después, basándome en estas observaciones, mostrarles una de las esperanzadoras implicaciones de este versículo.

Todos Conocen a Dios y a Algunas de sus Demandas Morales
1.La primera observación es que el versículo 32 nos lleva de vuelta a los versículos 18-19, y nos enseña que no solo todos conocen a Dios, sino que además conocen algunas de las exigencias morales de Dios y el castigo por desobedecer.

Retrocedan y observen los versículos 18-19: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó”. De estos versículos podemos ver que en todo ser humano existe un conocimiento de Dios. El versículo 18 dice que somos culpables por detener esta verdad, y que la ira de Dios se revela sobre nosotros por hacerlo. Pero el conocimiento está ahí.

Ahora, en el versículo 32 aprendemos que este conocimiento de Dios incluye un conocimiento de su ley moral: “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte”. Pablo está aquí hablando de personas que generalmente no tienen acceso a la Biblia o a alguna revelación especial. Esta es una afirmación asombrosa acerca de la naturaleza humana. Todos tienen conocimiento de Dios y de la ley moral de Dios, sea que hayan leído la Biblia o no, sea que vivan en Norteamérica o en un grupo desconocido de personas deIrian Jaya.

Las Personas no Tienen Excusa Ante Dios
2. La segunda observación es que este conocimiento explica que las personas no tienen excusa ante Dios, no solo por la forma en que tratan a Dios, sino también por la forma en que se tratan unos a otros.

En los versículos 20b y 21 vimos que las personas no tenían excusa, porque, aunque conocían a Dios, no le glorificaron ni le dieron gracias: “de modo que no tienen excusa. 21Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”. Tener el conocimiento de lo que usted debe hacer, elimina la excusa para no hacerlo. Ahora bien, vemos que este mismo principio se aplica, no solo al cómo las personas tratan a Dios, sino al cómo se tratan unos a otros. Versículo 32: “quienes habiendo entendido el juicio de Dios [igual al versículo 21b], que los que practican tales cosas son dignos de muerte [igual que “no tienen excusa” en el versículo 20b], no sólo las hacen [igual que el versículo 21b], sino que también se complacen con los que las practican”. Ustedes pueden ver el paralelismo. En los versículos 20 y 21 no tienen excusa porque conocen a Dios, pero no lo tratan de la manera que deben hacerlo. Y en el versículo 32 ellos no tienen excusa porque conocen la ley moral de Dios, pero no tratan a las personas como deben tratarlas.

Y hay otro asunto importante a señalar acerca de esta responsabilidad. Somos moralmente responsables por nuestros pecados (es decir, no tenemos excusa) aún cuando nuestro pecado puede ser peor porque Dios nos ha entregado al poder de una mente reprobada. Recuerden el versículo 28: “Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. El objetivo del versículo 32 es decir que ‘practicar tales cosas’ (las mismas cosas a las que Dios nos entregó) merecen la muerte, aun cuando hemos sido entregados por Dios a hacer tales cosas. En otras palabras, la sentencia de Dios sobre el pecado, que hace que éste se vuelva peor y peor, no disminuye la culpabilidad del pecador. Por el contrario, el versículo 32 dice que ‘hemos entendido’ que por las cosas que hacemos cuando Dios nos entregó a nuestra depravación somos “dignos de muerte.”

Existe un Conocimiento Real que Está más Profundo que la Conciencia
3. La tercera observación en el versículo 32 es que existe un conocimiento real de las cosas morales que está más profundo que la conciencia.

Digo esto porque no hay dudas de que muchas personas dirían que no creen en las normas establecidas por Dios, especialmente si dicen que no creen en Dios. Pero el versículo 32 dice, “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte.” Note la frase, “juicio [decreto] de Dios”. Pablo nos enseña que aun si las personas no piensan que conocen los decretos de Dios, ellas, de hecho, conocen al menos uno, específicamente, que hacer las cosas enumeradas en los versículos 29-31 merecen la muerte. Esto pues, tiene que significar que existe un conocimiento más profundo que la conciencia.

Esto lo vimos en el versículo 18: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Existe una manera de “restringir” la verdad sobre Dios y su ley. Esta puede suceder con una inmediatez tal, y con una desaprobación natural tal que ni siquiera la vemos ocurrir. Conocemos que ciertas cosas están contra la ley de Dios, pero no experimentamos ese conocimiento como algo consciente.

Ahora, tomando como base estas tres observaciones, consideren las implicaciones que esto tiene con relación a la manera en que compartimos el evangelio con los no-creyentes. Consideren lo que esto significa para las apologetas –los que demuestran la fe - y para las misiones es decir, entre los musulmanes o judíos.

Lo que el versículo 32, junto a los versículos 18-21, nos enseñan es que todas las personas que conocemos, y todas las con las que alguna vez hablaremos, en el fondo, ya conocen a Dios y su ley. Esa es una verdad asombrosa para todo el que quiera comunicar el evangelio. Piensen en ello concretamente por un momento.

Los versículos 18-21 enseñan que todos conocemos a Dios, en el sentido de que todos conocen que Dios existe y que es “eterno”y “poderoso” y “glorioso” y “benéfico”. Al menos eso dice Pablo, que Dios es dado a conocer por medio de las cosas hechas en la naturaleza, y que está enterrado en alguna parte del subconsciente de cada persona, en algunos en el fondo, y en otros justo más cerca de la superficie. Podemos detener la verdad, pero la conocemos. Está ahí, y tiene efectos sobre nuestras vidas.

Después, el versículo 32 agrega que todos conocen, no solo que Dios existe y que es eterno, poderoso, glorioso y benéfico; sino también que Dios tiene un ‘decreto justo’,” que los pecados de los versículos 29-31 merecen el castigo de la muerte. Todos, dice Pablo, saben esto. Charles Hodge lo explica así: “El pecador más tunante lleva consigo un conocimiento de su justa exposición a la ira de Dios” (Romanos, Edinburgh: The Banner of Truh Trust, 1972, p.45)

¿Qué Significado Tiene Esto Para el Evangelismo?
No quiere decir que todos a los que usted hable, necesariamente admitirán que conocen esto. Sino que usted llega a ellos con la tremenda confianza (bíblica) de que no está comenzando por tratar de establecer la verdad en sus almas. Estas personas no son lápidas en blanco. Pueden haberlas enterrado, distorsionado, ocultado, endrogado; pueden haber huido de ella, pero usted sabe que la verdad está ahí.

¿Qué hace usted? Usted no asume que ellos no necesitan escuchar esa verdad. No dirá, ‘Bueno, la verdad acerca de Dios y de su ley moral está en sus corazones, así que no les contaré acerca de la gloria de Dios, ni de su poder, ni de sus justas demandas’. Más bien, hablará la verdad con la confianza de que ésta realidad que está describiendo, no les es del todo ajena. Les hablará con la confianza de que lo que está diciendo puede sonar verdadero en relación con algo que se esconde en lo profundo del interior de ellos.

A la Persona que Dice, “No estoy Seguro de que Existe un Dios”
¿Qué tal si dicen? ‘¿Cómo sé yo que lo que me está diciendo es verdad? ¿Como sé yo que existe un Dios, y que es glorioso y benéfico? ¿Qué hay con el huracán Mitch y Honduras? Quizás a Dios en lugar de darle las gracias se le debería maldecir. Quizás merece la muerte por romper mi ley, en vez de ser yo quien merezca la muerte por romper su ley.”

Ahora bien, existen muchas respuestas posibles a esta clase de preguntas. 1) Una sería llevarlos a Lucas 13:1-5 y decirles, ‘Los que mueren en catástrofes naturales, no necesariamente, son pecadores peores que el resto de nosotros. A menos que nos arrepintamos, todos pereceremos’. 2) Pudiera llevarnos al libro de Job y mostrarle como Satanás está involucrado en algunas catástrofes naturales, pero que Dios mantiene el control definitivo, y hace que todos los eventos del mundo sirvan a sus buenos propósitos globales. 3) O pudiera llevarlos directamente a la cruz de Cristo, y mostrarle que, cualquier miseria que tengamos que sufrir aquí, Dios la compartió en aras de salvarnos del juicio final sobre el pecado y llevarnos al gozo eterno.

Pero Romanos 1:32 sugiere otra posible respuesta. Usted podría decir. ‘Yo sé que usted duda de la realidad de Dios, de su gloria, de su bondad, de su ley moral y de su propia culpabilidad por desobedecerle. Eso lo sé. Pero la Biblia enseña que usted realmente, en lo profundo de su corazón, conoce estas cosas. Lo que quiere decir que si usted se humillara y le pidiera a Dios que lo libere de los efectos cegadores del pecado, estas cosas pudieran convertirse en una evidencia autoritativa para usted. No dependería de mí o de nadie más. Conocería la verdad porque Dios se la ha revelado en la naturaleza y la ha escrito en su corazón.

Después pudiera decir, ‘De hecho, si lo desea, me agradaría decirle el remedio de Dios para su culpa. Cuando usted ve que de cierto existe un Dios que es grandioso, glorioso y bueno; y ve que tiene una ley moral que hemos quebrantado, y que todos merecemos la muerte, entienda esto: Él envió a su Hijo Jesucristo para salvar a los pecadores. Quien vivió una vida perfecta y murió para tomar nuestro lugar, para que todo aquel que en él crea sea perdonado, y considerado justo delante de Dios por la virtud de Jesús. Mi oración para usted es que Dios estimule el conocimiento que ya ha puesto en su corazón, de modo que pueda ver la relación perfecta que existe entre el evangelio de Cristo y su propia necesidad’.

¡Oh, reflexione sobre estas cosas estas cosas para sí mismo y para las personas que quiera alcanzar con el evangelio salvador de Jesús! Reflexione sobre ellas en relación con los judíos, por ejemplo, y los musulmanes. Romanos 1:32 dice que cada uno conoce que ha quebrantado la ley de Dios, y merece la muerte. Pero ni el judaísmo, ni el islamismo tienen una forma satisfactoria de lidiar con esta clase de culpa para ponerse a bien con Dios. Por lo que, si Dios se deleitara, en contestar nuestras oraciones, este conocimiento innato pudiera hacer que ellos estuvieran listos para el evangelio. Las buenas nuevas de que debido a la muerte de Jesús por nuestros pecados, Dios declara justo a todo aquel que simplemente cree en Jesús.

Si usted no es cristiano esta mañana, anímese a abrir sus ojos a la verdad de Dios que dice que ya está en usted, y luego permita que el evangelio del Jesús crucificado sea el remedio perfecto para lo que usted ve.

Y si usted en esta mañana es cristiano, permita que Romanos 1:32 lo haga más audaz con los incrédulos, más confiado en que Dios ha ido antes que usted para hacer una gran labor de preparación. El evangelio de Jesucristo es el perfecto y único remedio para lo que las personas ya saben en lo profundo de su ser. Háblenlo con amor y oren para que Dios les dé la gracia necesaria para que no detengan más la verdad.


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