El Secreto de la Vitalidad Cristiana

por Gabriel Otero

Estamos ahora frente a la epístola del apóstol San Pablo a los Filipenses. En esta epístola vamos a aprender grandes cosas que nos han de ayudar a conocer el secreto de la vitalidad cristiana. Por eso hemos titulado a este estudio precisamente de esta manera: "El secreto de la vitalidad cristiana". Encontramos al apóstol Pablo una vez más escribiendo. Dice el Cap.1:1: "Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos:..." Es interesante observar cómo el apóstol hace referencia nuevamente a quien se encuentra a su lado en el momento de escribir, como ser su querido discípulo Timoteo.



Aquí Pablo escribe desde el punto de vista del apóstol a aquellos que son los miembros y también los responsables, a los oficiales de la iglesia en Filipos. Nos damos cuenta a través de este primer versículo que la iglesia estaba compuesta de obispos o sea pastores, diáconos y por supuesto en primer lugar por los santos, aquellos redimidos a través de Cristo Jesús. El mensaje clave de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses es simplemente uno: El secreto de la vitalidad cristiana. Y lo vamos a ir descubriendo capítulo por capítulo.



En el Cap.1:11, el primer secreto de la vitalidad cristiana. Dice: "...llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios." Ese secreto comienza dando frutos. ¿Nos damos cuenta? No comienza en conocimiento, comienza en frutos. Pablo dice: "...llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo,..." Muchas veces creemos que saber o tener gran conocimiento de la palabra de Dios es lo que produce la vitalidad en la vida del cristiano, pero no es así. Conecer la palabra de Dios es indispensable para obtener frutos, pero lo que da vitalidad, lo que da energía, lo que da esperanza, lo que da esa movilización de nuestro ser, es el fruto de la vida cristiana. Y Pablo bien lo dice aquí en el pasaje que hemos leído. He aquí el secreto para nuestra vida, estar llenos de frutos de justicia. Fijémonos bien lo que dice en el Vr.18: "¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún." El fruto de la vida cristiana es de suma importancia para producir vitalidad. Y podríamos preguntarnos: ¿Qué frutos hemos producido esta semana? ¿Podríamos decir lo mismo que Pablo dice aquí en el Cap.1:11 a la iglesia de Filipos? ¿Podríamos decir que llega el día domingo y vemos el fruto de nuestro trabajo de la semana? En los Estados Unidos, donde resido, cada día viernes los obreros cobran su salario y esperan con ansiedad su cheque porque saben que ese cheque es el fruto de su trabajo. Cada vez que llega el día domingo yo espero siempre con ansiedad ver a aquellos que he visitado durante la semana, a aquellos que he exhortado, a aquellos que he confortado con la palabra de Dios; los espero ver en la casa de Dios para confirmar el fruto de la fidelidad de sus vidas. ¡Oh, cuánto me llena de ansiedad, y cuánto me llena de satisfacción ver a personas obedecer en el bautismo! Algunos piensan que las personas que pasaron al frente a bautizarse lo hicieron como resultado del mensaje que escucharon. No siempre es así, muchos son como resultado de la visitación, exhortación y explicación de la palabra de Dios durante la semana en sus casas; esas personas entonces respondieron. Para obtener fruto hay que trabajar bastante, ¿verdad? Y lleva mucho trabajo, sabemos que lleva mucho trabajo obtener fruto. El secreto de la vitalidad cristiana que promueve y lleva fruto, es lo que realmente nos coloca en el primer escalón del suceso cristiano.


En el Cap.2:5-11, Pablo nos habla de que el secreto de la vitalidad cristiana es tener el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre." ¿Y qué sentir hubo en Cristo Jesús? Los Vrs.6-7 lo explican. Dice que "...siendo en forma de Dios, no estimó en ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,..." ¡Se humilló! Allí está el secreto: Saber humillarnos, saber colocarnos dentro del plan de Dios; saber ubicarnos dentro de la perspectiva de Dios, saber ubicarnos dentro de ese desarrollo del plan divino. ¡Qué cosa! Antes yo creía que el secreto de la vitalidad cristiana estaba encerrado en otro tipo de fórmula. Gracias a Dios que Pablo nos da esta fórmula a través de esta preciosa carta. ¿Tenemos ese sentir que hubo en Cristo Jesús, o somos hombres y mujere orgullosos? ¿Amamos a Dios, le amamos desde el punto de vista de que no nos escatimamos a nosotros mismos para servirle? ¿Cuidamos de que Cristo y nuestro testimonio estén siempre latentes y perfectos delante de él? ¡Pensemos, pensemos bien en esto! He aquí el secreto de la vitalidad cristiana, un secreto que no podemos sin lugar a dudas cubrirlo, ni cortarlo, ni cambiarlo. Un secreto que nos habla profundamente del amor de Dios y de cómo imitar a Dios. Debemos imitarlo a través de Cristo, ¿y qué es lo que hizo Cristo? Simplemente en una manera muy práctica, él se humilló a sí mismo. ¿Seríamos capaces de humillarnos, seríamos capaces de sufrir por la causa de Cristo? ¡Qué ejemplo más alto nos pone aquí Pablo! El ejemplo supremo de la persona de Cristo.

En el Cap.3:7, Pablo continúa con más argumentos respecto del secreto de la vitalidad cristiana. Dice: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo." En otra palabra, tirar al suelo el amor propio. Hay muchas personas que dicen: "Yo tengo mucho amor propio". Lo que debemos tener es mucho amor para Cristo, ahí está el secreto de la vitalidad de nuestra vida, ahí está el secreto por el cual podríamos tener un suceso rotundo. ¿Es nuestro amor por Cristo tan grande que pondríamos de lado aquellas cosas que nos interesan, simplemente porque amamos más a Cristo que a nosotros mismos? ¿Podríamos decir que sí a esta declaración? El amor a Cristo debe ser superior que al amor hacia nosotros mismos. El amor a Cristo debe ser superior a ese amor a las cosas que deseamos y queremos. Eso es lo que Dios espera de nosotros. Debemos amar a Dios más que a nosotros mismos. Ese es el secreto de la vitalidad cristiana. Cuando así lo hacemos, aquellos que nos rodean pueden apreciar en nosotros a la persona que realmente refleja el carácter de un Dios vivo y eficáz. ¡Qué poderoso! ¿Verdad? Ahora fijémonos en este mismo Cap.3 los Vrs.20-21: "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semajante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas." Ese amor a Cristo nos hace esperar el reino de Dios en su venida. Por eso debemos amar más a Cristo que a todas las cosas que nos rodean, debemos amar más a Cristo que todo aquello que nos pertenece. Por ese amor a Cristo quizás muchas veces sufrimos, quizás sufrimos afrentas, sufrimos dolor, pero ahí está la prueba: ¿A quién amamos más, a las circunstancias, a nosotros mismos, o a Cristo?



Finalmente, en el Cap.4 Pablo continúa con el propósito por el cual escribió la carta y nos sigue hablando del secreto de la vitalidad cristiana. Dice en el Vr.13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." He aquí el más grande de los secretos: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No hay excusas para el creyente, no hay escapes para el creyente, no hay manera de disculparse, y decir bueno yo estoy justificado porque me ha sucedido esto, o me ha sucedido esto otro. No, no hay manera retrospectiva de poder excusarnos. Todo lo puedo, dice Pablo, en Cristo; ¿por qué? Fijémonos en el Vr.19: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús." He aquí un canal divino por el cual Dios suple cada una de nuestras necesidades. No dependemos de nosotros mismos, no dependemos en nuestros recursos, no dependemos de nuestra habilidad, no dependemos en lo que somos, no dependemos en lo que podemos obtener de nosotros mismos, simplemente dependemos de ese Dios que suple nuestras necesidades.

¡Qué carta esta a los Filpenses! ¿Verdad? Cuando nos sentimos tristes, cuando nos sentimos sin "vitaminas", lo mejor que podemos hacer es leer toda esta carta a los Filipenses pues ella nos habla explícitamente del secreto de la vitalidad cristiana. En el Cap.1, el secreto está en llevar frutos. Cuando uno lleva frutos no se fija en los defectos de sí mismo ni en los de su hermano; lleva fruto. Pone su mente y todas las energías propias. Y ahí está el secreto de la vitalidad individual. En segundo lugar, en el Cap.2, el secreto está en tener la misma mente que Cristo. ¿Y qué mente tuvo Cristo? ¿Qué sentir tuvo Cristo?: Un sentir humilde; él era Dios pero no se aferró a esa circunstancia, no se empecinó de ser Dios, sino que se humilló para sufrir como nosotros, limitarse como nosotros, a los efectos de poder ser también un compañero de nuestros sufrimientos. En el Cap.3, el secreto de la vitalidad cristiana es el amor por Cristo. En otra palabra, dijo Pablo: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo." Es decir, lo que yo quería, mi carrera, mi profesión, mis ambiciones, todo eso es pérdida por el amor de Cristo. No es que querramos decir que no debemos estudiar, o no debemos tener preparación, de ninguna manera, lo que queremos decir es que ninguna cosa de este mundo debe ser superior al amor de Cristo. Nuestra profesión no debe consumir nuestro amor; debemos consumirlo en amor a Cristo. Una señorita o un joven no deben consumir las energías de su amor, ambas deben estar depositadas en Cristo. Eso es lo que nos da a entender Pablo, y ahí está el secreto de la vitalidad cristiana. Y finalmente en el Cap.4:13, está la expresión más importante que descubrimos en el estudio de esta epístola. Dice Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Todo lo puedo, no hay excusas para no dedicarnos a Dios. No hay circunstancias físicas, mental, social o económica que nos impida servir a Dios. Ahi está el secreto de la vitalidad cristiana.


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