Reflexiones

Eclesiastes

por Gabriel Otero

Iniciamos nuestro estudio con algunas preguntas: ¿Cuál es la razón por la cual Dios ha permitido que el libro de Eclesiastés figure dentro de las Escrituras? ¿Hay alguna razón valedera para poder entender que este libro es de suma importancia para nosotros? ¿Hay alguna enseñanza práctica que nosotros podemos obtener de este libro? ¿Y hay alguna enseñanza a la cual nosotros podemos acudir en un caso de dudas o dificultad? Bien, es nuestro interés mostrar al lector la practicalidad y la veracidad de este libro que integra las Sagradas Escrituras o sea la palabra de Dios.



El autor del libro de Eclesiastés es Salomón. Así se deduce de la lectura del Cap.1:1-2: "Palabras del Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad." Camparemos también estos versículos con el Vr.12: "Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalen." Notamos entonces que el libro de Eclesiastés fue escrito por el único hijo de David que fue rey, y ese fue Salomón. El Vr.1 también nos enseña que el autor del libro es el Predicador. A título ilustrativo diremos que la palabra predicador es la misma palabra hebrea "Qohelet". La palabra Eclesiastés es tomada de la Septuaginta que es la versión griega del Antiguo Testamento. Esta versión fue recopilada 270 años A.C. La palabra Septuaginta tiene su origen en los setenta hombres judíos eruditos que tuviron a su cargo la recopilación de los libros sagrados que forman el Antiguo Testamento. El Vr.12 ya mencionado nos dice que el autor del libro es el Predicador, pero también nos da una de sus ocupaciones: Fue rey sobre Israel en Jerusalén. De ahí entonces que a Salomón lo encontramos como la figura clave y el autor de este libro.



Otro aspecto a tener en cuenta es que nos habla en tiempo pasado cuando dice: "Yo el predicador fui rey sobre Israel..." Es decir, la palabra de Dios nos habla del tiempo pasado, o sea que el rey no está escribiendo desde el punto de vista de las experiencias que le suceden a diario, sino de las que le sucedieron en el transcurso de su vida.



El versículo clave que encontramos aquí en este libro está en el Cap.12:13. Al final Salomón dice: "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre." Vemos entonces que la estructura total de este libro se puede resumir en este versículo que encierra en sí el contenido maravilloso de un libro de poder. "El fin de todo el discurso..." Todo lo que acabo de decir y escribir, expresa Salomón, se puede resumir en esta sóla expresión: "...Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre." La palabra central del libro, la palabra que más es usada, la palabra que más se refiere de este libro como la de mayor importancia para el rey Salomón, es la palabra vanidad que quiere decir, vacío. Y como ya hemos leído en el Vr.2, notamos que Salomón nos habla de esa palabra al decirnos: "...vanidad de vanidades,..." (vacíos de vacíos), dijo el predicador "vacíos de vacíos, todo es un vacío". Salomón encontró al cabo de sus días en su experiencia natural, que todo era realmente un vacío.



Bien, ¿cuál es la lección espiritual que este libro tiene para nosotros? ¿Qué es lo que el libro quiere decirnos y enseñarnos? Simplemente podríamos decir que este libro nos habla de reflexiones para nuestra vida. Por eso hemos titulado este estudio: Reflexiones. Vamos a mirar algunas de estas reflexiones que el rey Salomón hace mención aquí en su libro. Quiera Dios que usemos estas reflexiones para que munidos de las instrucciones que ellas nos dan, podamos mirar en una forma más cerrada y más cuidadosa nuestra vida y también nuestras motivaciones.



La primera reflexión que encontramos en este libro es acerca de la felicidad y está expresada en los Caps.1 y 2. En el Cap.1:12, hasta el Cap.2:1, Salomón comienza a describir lo que él hizo para obtener la felicidad. Dice: "Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse. Hablé yo en mi corazón diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia añade dolor. Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad."



Fijémonos en esa insistencia de buscar la sabiduría, en esa búsqueda insistente, esa búsqueda alocada, cuando Salomón dice en el Cap.2:2-10: "A la risa dije: Enloquece; y al placer: ¿De qué sirve esto? Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve precesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena." Es decir, no existió un hombre más poderoso y que haya gozado más que el rey Salomón, ¿verdad? Así lo dice. Pero el Vr.11 dice: "Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol." De manera que la primera reflexión que este libro nos enseña es acerca de la felicidad. La felicidad no se obtiene por medios humanos ni se busca dentro de lo humano. Salomón dice que él tuvo sabiduría y juntamente con su sabiduría tuvo bienes. Y juntamente con los bienes que tuvo, se dedicó a buscar más bienes, lo hizo en una manera profunda, insistente, en una manera que diríamos no hubo otro hombre que lo haya hecho como él.



Pero al término de su vida, cuando ya podríamos decir, vamos a ver qué conclusión tomamos de su experiencia, encontramos que Salomón nos dice: "Miré todas las obras que habían hecho mis manos y el trabajo que tomé para hacerlas y he aquí todo era un vacío, una aflicción de espíritu y sin provecho debajo del sol." Es cierto, si estamos basando nuestra felicidad en las obras de este mundo, o en lo que podemos hacer u obtener en este mundo, o en lo que queremos para este mundo, si estamos basando nuestra vida en esto, sin duda vamos a terminar bajo las mismas condiciones que Salomón; terminó diciendo, esto es un vacío. Al fin y al cabo morimos y las energías que gastamos para gozarnos también mueren. ¿Nos damos cuenta? Dios implica en una manera firme y total a través de un ejemplo vivo; no ya en una manera teórica o en una manera que podríamos decir, esto es lo que dice la teología, no. Estamos leyendo un libro que nos habla de la práctica de la vida. Y Dios dice que a ese hombre él le permitió tener toda esa clase de cosas y de tanta abundancia al sólo efecto de que gozara y nos diera a conocer el resultado de ese goce. Por eso el libro de Eclesiastés con sus reflexiones nos lo muestra, y la primera de ellas es acerca de la felicidad. La felicidad, repetimos, no se obtiene por medios humanos ni en las cosas humanas.



En segundo lugar, acerca de la sociedad. En el Cap.4:1-3, Salomón dice así: "Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen." La primera parte de este Cap.4 nos habla de la sociedad. Y muchos creen que viven en una sociedad magnífica y de cultura; y la Biblia nos dice a través de este rey Salomón, que es una sociedad terrible. "He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu." Es decir, él ha visto que cuando alguien progresa, el otro que no progresa y está en una manera paralela sentado con él, tiene envidia. Salomón ha visto que el progreso de un hombre en lugar de despertar el respeto de otro hombre, despierta la envidia. Luego dice en los Vrs.5-6: "El necio cruza sus manos y come su misma carne. Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu." Hay algunas personas que tienen uno, dos y tres trabajos; trabaja él, trabaja la esposa y él tiene otro trabajo aparte del que regularmente tiene, ¿para qué? Para tener cosas de este mundo. ¿Y qué dice la Escritura al respecto? Dice que eso es "aflicción de espíritu". Hay muchas personas que dicen, "pero mire, yo nunca voy a alcanzar a tener esto..." ¿Quién le dijo eso? Es hora que miremos a la vida tal cual Dios la enseña. Es hora que descansemos y que miremos a Dios primero y no a nosotros. Claro que no vamos a obtener las cosas que desearíamos de golpe, ¿verdad? Depende de nuestra profesión, depende de nuestra función en este mundo. Pero el primer objetivo de nuestra vida, debe ser el objetivo espiritual.



Luego vemos que la Escritura continúa diciendo: "Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos duremieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;..." (Vrs.7-13).



Pensemos perfectamente en la sociedad que nos está mostrando el rey Salomón, la cual es igual a la que nosotros vivimos. Reflexiones que nos enseñan a meditar, a pensar y a formarnos una idea cabal de lo que Dios realmente quiere para nosotros. Dios no quiere que nos envolvamos en este mundo y en las cosas de este mundo a tal punto de que nuestra vida esté cerrada a él. No, Dios quiere que miremos a la sociedad como un instrumento a la cual podemos nosotros darle sabiduría. Darle a entender que hay algo mejor que las cosas de este mundo, que hay un Dios en los cielos, y hay una "Jerusalén" mucho mejor que la que está allí en Palestina. Hay una Jerusalén allí en los cielos.



Finalmente, a pesar de que hay muchas cosas para reflexionar en el libro de Eclesiastés, vamos a hablar acerca de la reflexión de la vida. En el último capítulo, el Cap.12:1-2, nos habla de la reflexión a la verdadera vida. Dice: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;..." En otra palabra, acordémonos de Dios ahora que tenemos energía para servirle, acordémonos de Dios ahora que tenemos vitalidad, para mostrarle al mundo que hay un Dios en el cual creemos, que hay un Dios en el cual nos levantamos y nos acostamos con la convicción de que ese Dios es un Dios justo, un Dios en el cual tenemos placer. "Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud,..." Levantemos los ojos al cielo, miremos hacia el cielo y contemplemos a ese Creador y sigámosle.



Dice también aquí el predicador muy sabiamente. Vrs.9-12: "Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne." Notamos que en el discurso de la vida hay dos cosas que son importantes para nosotros. En el Vr.11 dice Salomón que: "Las palabras de los sabios son como aguijones;..." Es decir, llegan y duelen. Y también dice: "...y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor." ¿Nos damos cuenta de la importancia de las reflexiones acerca de la vida? Un individuo que no escucha la sabiduría, que no escucha las enseñanzas de un pastor, es un individuo que vive en el vacío. Es de esperar que no sea este nuestro caso. Es de esperar que seamos hombres y mujeres que escuchemos la sabiduría, o sea la palabra de Dios, y que escuchemos las ensenanzas de nuestro pastor, para que afirmados en la tierra nos gocemos en el placer de sentirnos uno en la familia de Dios.



Y termina Salomón diciendo: "Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."


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