Como Obtener Exito en la Batalla de la Vida

Josúe

Por Gabriel Otero

Comenzamos el estudio de este importante y seductor libro de la Biblia, investigando quien es el autor. Podríamos decir que Josué mismo lo escribió porque no encontramos escritura interna que así lo testifique; pero sí podemos decir que el hombre que dirigió a Israel a la tierra prometida fue Josué, y ese hombre es para nosotros el que escribió este libro.



El tópico del libro es muy simple; nos enseña la conquista y división de la tierra de Canaán. Podemos dividirlo practicamente en cuatro etapas en cuanto a la historia de Israel en ese período: La primera nos habla de la preparación para entrar a la tierra prometida. Cap.1-5. La segunda nos habla de la conquista de la tierra prometida. Cap.6-12. La tercera nos habla de la división de la tierra entre las tribus. Cap.13-22. Y la cuarta nos habla de las instrucciones para la vida interna en Canaán. Cap.23-24.



Ahora bien, estas informaciones son históricas, de hechos que sucedieron y perfectamente aclarados en el libro. Pero quisiéramos decir que este libro tiene por consiguiente, mas que darnos un conocimiento histórico, biográfico o quizás militar de los acontecimientos de Israel antes de entrar a la tierra prometida y durante su período de vida en dicha tierra, más que eso, tiene una lección espiritual para nosotros. Josué encierra en todo su contenido una lección que hará que nuestra vida sea mucho más de provecho en este mundo cuando podamos comprender el principio bíblico que el mismo encierra.



El libro nos habla de cómo obtener éxito en la batalla de la vida, y eso es lo que realmente en forma espiritual nos quiere enseñar: Cómo obtener éxito en la batalla de la vida.



Hay tres marcas precisas, simples, pero firmes que el libro nos da:



I.- En primer lugar, el libro nos habla que podemos tener éxito en la batalla de la vida, meditando en la palabra de Dios. En el Cap.1:8, leemos: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;..." Dice aquí el escritor que Dios dándole instrucciones le dice: "...sino que de día y de noche meditarás en él,..." El primer paso para tener éxito en la batalla de la vida, está encerrado en la meditación de la palabra de Dios. Ahora bien, ¿qué es lo que Dios quiere significarnos aquí en lo que respecta a la meditación de su palabra? Si vamos al Nuevo Testamento encontramos una ayuda en el libro de Filipenses, o sea la carta del apóstol Pablo a la iglesia de Filipos. En el Cap.4:8, Pablo usa quizás una terminología un poquito más amplia que la que encontramos en el Antiguo Testamento y nos da a conocer el significado de la palabra "meditar". Dice así aconsejando a la iglesia: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, algo digno de alabanza, en esto pensad." Significa con esto, meditar. La palabra griega usada por "pensar", es la que tiene como raíz la palabra hebrea "meditar", lo cual quiere decir que en este pasaje que hemos transcripto, encontramos la definición de lo que significa meditar en la palabra de Dios. De esta manera descubrimos en el libro de Josué la primera lección espiritual para tener éxito en la batalla de la vida: Meditar en la palabra de Dios. Y entonces, ¿qué es meditar? Meditar es hacer lo que Pablo nos indica en esta carta a los Filipenses: Que debemos poner dentro de nuestra cabeza todo lo que es verdadero, todo lo que es honesto, todo lo que es justo, todo lo que es puro, todo lo que es amable, todo lo que es de buen nombre, todo lo que tiene virtud, todo lo que puede alabar a Dios. Todas estas cosas que forman parte de la vida y que deben formar parte del carácter de una persona, todo esto debemos ponerlo dentro de nosotros mismos. Es decir, debemos alimentar nuestra mente por medio de estas diferentes manifestaciones del carácter de Dios. Todo lo verdadero; y la Escritura dice que la palabra de Dios es verdadera. Todo lo honesto, es decir, ser reales con nosotros mismos. Todo lo justo, es decir, meditar y hacer las cosas de acuerdo a lo que Dios quiere. Todo lo puro, sin ocultar nada que afecte a nuestra vida. Todo lo amable, es decir, hacerlo de una manera gentil que provoque a otros a imitarnos. Estas cosas debemos colocarlas dentro de nuestro corazón, dentro de nuestra mente. Por consiguiente, la Escritura nos dice que cuando Dios levantó un líder como Josué, jefe supremo del pueblo de Israel, comandante de sus ejércitos, el éxito de sus batallas en el orden geográfico, militar y político, dependió de su asimilación de la palabra de Dios. Y los tiempos han cambiado pero no los principios. Si nosotros hoy deseamos ser triunfantes en la batalla de la vida, si deseamos conquistar las dificultades que atañen a nuestra vida, debemos por todos los medios comenzar por la meditación de la palabra de Dios. Esto no significa un devocional de diez minutos todos los días, sino que por el contrario significa poner nuestra mente dentro de la palabra de Dios. Indudablemente no es fácil; reconocemos que nos cuesta y luchamos esa batalla interna de hacer lo que Dios quiere y no lo que nosotros queremos.



II.- En segundo lugar, debemos observar la palabra de Dios. En el Cap.1:8, volvemos a leer: "...meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien." Dios nos dice a través de la Escritura que debemos observar su palabra. Dice que Josué debía meditar en el libro de la ley "...para que guardes y hagas conforme a lo que en él está escrito;..." A eso le llamamos observación de la palabra.



En 1.Samuel Cap.15:22, tenemos una explicación un poquito más amplia de lo que las Escrituras nos dicen acerca de guardar la palabra: "Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios,..." Dios dio a Josué la fórmula por la cual el individuo en la tierra puede ser victorioso y puede sobrepasar todas las dificultades de la vida. En primer lugar, colocar la palabra de Dios en la computadora de su cabeza. En segundo lugar, obedecer al dictado de la palabra de Dios a su mente. Hay muchas personas que memorizan las Escrituras; yo soy una de ella, y no es malo memorizar las Escrituras. Pero Dios dice que esto no es suficiente. Dios se complace no en que sepamos en griego y en hebreo la Biblia y que la podamos recitar de arriba para abajo o viceversa. Lo que complace a Dios es que obedezcamos lo que la Biblia dice. Y en ese sentido debemos por todos los medios tener cuidado de poner nuestra vida al compás de las demandas de Dios. Dios le dijo a Josué que para ser victorioso en la batalla de la vida, sin lugar a dudas debía guardar Su palabra. Es decir, obedecer al mandamiento de la palabra de Dios.



Un ejemplo de ello lo encontramos en Génesis Cap.22:2-3 (Recordemos que ese capítulo nos habla de la historia donde Dios ordena a Abraham que sacrifique a Isaac): "Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré." Esto es lo que dice la palabra de Dios; ese es el mandamiento de la palabra de Dios. Algo que parecería imposible, algo que parecería absurdo, algo que parecería no tener sentido debido a las circunstancias, ya que Isaac era el único heredero de la familia. Y Dios le había prometido a Abraham que él iba a tener una simiente tan numerosa como las estrellas de los cielos que no se podían contar (Cap.15:5), e innumerable como la arena que está a la orilla del mar (Hebreos 11:12). Pero la única fuente que proveería esa simiente era Isaac, y ahora Dios le dice "toma a Isaac y sacrifícalo para mí". Parecería que eso no tenía sentido. Los planes de Dios son siempre muy distintos a nuestros planes ¿verdad? Pero he aquí Abraham se enfrenta con esta gran dificultad, se enfrenta con la realidad. Y dice la Escritura: "Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo." Nosotros conocemos la palabra de Dios y conocemos su voluntad, pero está demás que oremos; Dios espera que trabajemos y ejecutemos lo que conocemos. Parecería absurdo que Abraham obedeciera a Dios ciegamente, ¿verdad? Pues así lo hizo. ¿Se complajo Dios por ello? ¡Claro que sí! Pero Dios envió un cordero demostrando así una de las siete cualidades de un cordero, que significa sustitución. Y allí siglos después en el monte Moriah, en la gran montaña de Dios, más tarde el Gólgota, Dios levantó a su Hijo amado, Jesucristo, y lo levantó para que hacia los cuatro puntos cardinales del mundo se conociera que en aquella cruz del calvario, el Cordero de Dios moría en sustitución por los pecados de aquellos que creían y creerían en él. ¿No fue Jesús obediente? Claro que sí. "...obediente -dice la Escritura- hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:8). De manera que si queremos tener éxito en nuestra vida, si queremos tener una vida victoriosa sobre las batallas que cada día se nos presentan, es hora que nos pongamos a meditar y a obedecer la palabra de Dios.



III.- En tercer lugar, el libro de Josué nos habla de cómo tener éxito en la batalla de la vida y nos dice que es practicando la palabra de Dios. Una cosa es obedecer, otra también es practicar. Tomar el hábito de que en forma continua, coordinada y consistente obedezcamos y practiquemos lo que conocemos. Dice el Cap.1:9: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." En los versículos anteriores Dios le habla de varias cosas importantes a Josué, y ahora le dice: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes;..." Dios le da la condición por la cual él será sostenido bajo esas circunstancias. Eso significa que Josué debe practicar la palabra de Dios cualesquiera sean las circunstancias en las que esté colocado. No debe tener temor; debe esforzarse y ser valiente. En el libro de Deuteronomio Cap.31:6, encontramos estas palabras: "Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará." Dios no nos dejará, ni nos desamparará. Por consiguiente no debemos tener temor. Pablo hablando a su gran amigo y discípulo Timoteo, le dice: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." (2.Timoteo 1:7). Dios espera que enfrentemos las circunstancias, Dios espera que nos esforcemos, Dios espera que actuemos con firmeza, sin temor. ¿Practicó Josué tales cosas? Por supuesto que sí.



En el Cap.24:15, casi al término de la vida de Josué, encontramos estas palabras que nos hablan de un hombre de firmeza. En un momento crítico de la nación israelita, en un momento dramático de la nación que esperaba al Mesías, en el sentido de libertador y gobernador de sus vidas, Josué vio que el pueblo andaba mal. Josué vio que la nación no obedecía, que estaba fracasando una vez que había obtenido el éxito de entrar en la tierra prometida. ¿Y cuál es la determinación que Josué toma? Simplemente esta: "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová." Josué no titubeó ante el problema de las circunstancias que lo reodeaban. Josué no titubeó ante las circunstancias que él debía enfrentar, sino que por el contrario, él fue responsable por aquello que Dios puso sobre sus hombros, y termina diciendo: "...yo y mi casa serviremos a Jehová."



Es hora que nosotros pensemos en forma correcta, en forma enteramente limpia en la palabra de Dios. Cuando nosotros nos enfrentamos con dificultades, cuando nos encontramos que hemos salido de una montaña, cuando terminamos de conquistar una montaña, ahí viene la otra y la cima se la ve para subirla y también conquistarla. No nos quejemos de las circunstancias, no nos quejemos de las dificultades, no nos quejemos del enemigo, porque Dios dice: "esfuérzate y sé valiente porque yo estaré contigo". Esa es la condición para nuestra victoria: La presencia de Dios.



En el Nuevo Testamento, en la epístola a los Hebreos Cap.13:5 encontramos estas palabras: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;..." Doquiera donde nosotros vayamos, no importa las circunstancias que tengamos que enfrentar y las dificultades que tengamos que vencer, nada interesa; debemos ser honestos con nosotros mismos y comenzar a vivir enfrentando la batalla de la vida con un espíritu victorioso, porque el mismo Dios de Josué es nuestro Dios.



Asimilando la palabra de Dios, poniéndola en la computadora de nuestra cabeza. Obedeciendo lo que la palabra de Dios nos dice a nuestra mente, y obedecerla en nuestro corazón. Y finalmente practicarla cueste lo que cueste. Como consecuencia, Dios nos dará un espíritu de victoria cabal. A eso le llamamos observación de la palabra.


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