El Carácter de la Iglesia

1 Corintios

por Gabriel Otero

Nos encontramos ante la Primera carta del apóstol Pablo a los Corintios. En esta oportunidad la carta está dirigida a una iglesia en la ciudad de Corinto, Grecia. Así que vamos a disponernos al estudio general de esta primera epístola. Indudablemente el autor es el apóstol Pablo, pues en el Cap.1:1, él hace su presentación haciendo mención de un hermano que le acompaña en esos momentos: "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,..." Es interesante observar que Pablo escribe dejando constancia que ha sido llamado a ser apóstol por la voluntad de Dios, y esa es la idea que Pablo nos hace notar en la introducción de su carta. Seguidamente nos da a entender a través del cuerpo de esta epístola el propósito por el cual él escribe la misma. En primer lugar, para apagar una división que se estaba formando dentro de la iglesia. Luego para responder a preguntas que los hermanos le habían hecho, como podemos apreciar en el Cap.7:1, donde dice: "En cuanto a las cosas que me escribisteis..." -a las cosas que me preguntasteis. Y en tercer lugar, para corregir una situación inmoral dentro de la iglesia.



Ahora bien, en esta carta hay una lección espiritual que surge de su estudio. Comencemos diciendo que la misma nos habla de: "El carácter de la iglesia". Ese carácter de la iglesia aparece a través de tres puntos que forman un conglomerado dentro de la carta:



-El carácter de la iglesia desde el punto de vista pastoral.

-El carácter de la iglesia desde el punto de vista eclesiástico.

-El carácter de la iglesia desde el punto de vista doctrinal.

Vamos a observar estos tres puntos que forman como quien dice el esqueleto de nuestro estudio.



Hay tres características dentro del carácter de la iglesia desde el punto de vista pastoral. En primer lugar, es que debe ser libre de divisiones. En el Cap.1:10, dice: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todo una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer." En la iglesia debe haber una mente en Cristo; debe haber un mismo parecer, y si esas cosas no existen, entonces las divisiones estorban. En segundo lugar, ese carácter de la iglesia debe verse no solo en el sentido de que debemos tener una mente y un mismo pensamiento y estar libres de divisiones, sino que también debemos estar libres de pontífices, es decir, libres de individuos que quieren decirnos cual es la verdad biblica a estudiar. Dice el Cap.2:11-13: "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual." Notamos entonces que dentro de este estudio de la palabra de Dios, podemos asimilar algo de mucha importancia y que decididamente nos confronta con una verdad muy profunda: Hay un Maestro en las Escrituras, y ese maestro es el Espíritu Santo. Y hay alguien que divide las Escrituras para nosotros, y ese que la divide es el Espíritu de Dios. Y hay alguien que está por encima de nosotros y que tiene autoridad sobre nosotros, y esa persona que está por encima de nosotros y que tiene autoridad sobre nosotros es nada más y nada menos que el Espiritu de Dios. Luego Pablo nos habla en el Cap.3:9, que debemos estar libres de envidia. Si realmente vamos a tener una iglesia de carácter, una iglesia en la cual mostremos el Espíritu de Dios, no solo debemos estar libres de divisiones, libres de pontífices (individuos que quieren mandar), sino también libres de envidia. Leemos: "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios." Somos colaboradores de Dios. En otra palabra, debemos colaborar en la obra misionera, colaborar en la obra que realmente tenemos por delante, y esa colaboración debe ser abierta y total, en una manera que podamos reconocer la mano de Dios. Resumiendo este primer punto en sus tres divisiones fundamentales digamos: Debemos estar libres de divisiones, es decir, tener la misma mente, el mismo pensamiento, los mismos motivos si vamos a tener una iglesia de carácter. Una iglesia en la que hay diferentes pensamientos y diferentes filosofías cristianas, no está en unión por más que aparentemente pareciera un mismo cuerpo. Luego no debe haber alguien por encima del otro con autoridad mayor que otro hermano, excepto el cuerpo de pastores por supuesto con la responsabilidad otorgada por la iglesia, o sea que ningún hombre debe guardarse el privilegio de interpretar las Escrituras por sí mismo. Y finalmente, los que trabajamos en la obra de Dios, no debemos tener envidia los unos de los otros, porque la obra de Dios se hace sin necesidad de tener que depender uno del otro, sino que dependemos de Dios y los unos con los otros formamos la fuerza que la iglesia necesita. No nos creamos imprescindibles, Dios nos puede sustituir. Esto es entonces cómo Pablo ve el carácter de la iglesia desde el punto de vista pastoral.



Ahora Pablo cambia y nos habla desde el punto de vista eclesiástico, y nos da a entender aquí en su carta el secreto de la "Cena del Señor". En el Cap.10:16-22, nos da a conocer cuál es el significado del símbolo de la copa y del símbolo del pan. Dice así: "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?" En otra palabra, Pablo llama la atención a la iglesia acerca de este punto fundamental: Hemos de estar unidos a través del símbolo del Nuevo Pacto. Recordemos que en la persona de Abraham este símbolo recaía en la circuncisión. En Génesis Cap.17, Dios mandó a Abraham a ser circuncidado, y ese fue el pacto entre él y su descendencia. Ahora Dios nos da un nuevo pacto, un pacto real, no ya algo figurativo, sino algo real que simboliza no sólo lo que Dios hizo, sino lo que hará definitivamente por nosotros. Y aquí Pablo nos explica el símbolo de este pacto. Veamos nuevamente el Vr.16: "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?" Al participar del pan estamos diciendo que somos un solo cuerpo, estamos diciendo que somos uno en el Señor, estamos diciendo que realmente los que estamos formando esa mesa de comunión, tenemos un mismo espíritu, una misma meta, un mismo propósito, que tenemos los mismos intereses, y por ello nos dedicamos tesonera y decididamente al fruto del trabajo personal. Asimismo, podemos decir entonces que no solamente estamos unidos a través del símbolo del pan, sino también de la copa que representa aquella sangre con la cual Cristo nos limpió de todo pecado. Cada uno de nosotros necesitó de esa sangre como símbolo de precio de pecado. Nos damos cuenta entonces que estas características nos dan a conocer el símbolo del nuevo pacto, ese símbolo lo forma esa copa de bendición, lo forma ese pan de comunión del que nosotros participamos y que al hacerlo mostramos al mundo que el Señor Jesús ha muerto por nuestros pecados, que él ha resucitado y que volverá por nosotros, pues Pablo mismo lo dice en el Cap.11:26: "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga." Por lo tanto, estamos mostrando con esto que la muerte del Señor fue algo real, pero que su venida también será algo real. Ahora, mientras él dilata aun su venida, tenemos este símbolo que nos une, esta marca del pacto eterno entre el pueblo de Dios y Dios mismo. Ese es el carácter de la iglesia en el aspecto eclesiástico. Una iglesia sin la cena del Señor, es una iglesia que carece de la marca divina del nuevo pacto.


Llegamos ahora al punto tercero, es decir, al carácter de la iglesia desde el punto de vista doctrinal. Y muchos de nosotros nos preguntaríamos rápidamente, ¿cuál será la doctrina más favorita de Pablo? ¿Serán los dones espirituales de los cuales nos habla en el Cap.12? ¿Serán las lenguas que él nos menciona en el Cap.14? No nos equivoquemos. Fijémonos lo que dice en el Cap.13:1-3: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve." Tres veces Pablo menciona el hecho de que el amor es prominente. En primer lugar, dice que no puede ser un gran profesor, y hablar y explicar muy bien, y tener dones de lenguas, pero no tiene amor, entonces las palabras no tienen valor. En segundo lugar, dice que un hombre puede ser inteligente a quien Dios le ha dado sabiduría, o que por su propia sabiduría conoce los misterios de Dios, pero no tiene amor, no vale de nada. En tercer lugar, dice que si uno es un hombre de mucho don, de mucha dádiva, un hombre amoroso en el sentido de que comparte lo que tiene pero no tiene amor en el respeto de las personas con las que trata, no sirve para nada.



Asi que la doctrina más importante que el apóstol Pablo nos muestra a través de su carta, es el verdadero amor. Vamos a leer algunas de las características de ese verdadero amor para que recordemos de ellas y pensemos en la importancia que tienen. Dice el Cap.13:4-6: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad." Fijémonos aquí las cualidades del amor. Vrs.7-10: "Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará." ¿Nos damos cuenta? El amor tiene características que realmente cuando se exhiben mostramos el carácter de Dios. Si bien el amor es justo y es paciente, también es sincero y honesto. Y entonces muestra caraterísticas que son maravillosas. El amor es sufrido, ¡qué verdad! El amor no es jactancioso, el amor no se irrita, el amor no guarda rencor. Esa es la mejor doctrina que podemos tener hoy día dentro de la iglesia. Quizás podemos saber muchas respuestas bíblics, ¿verdad? Quizás pudiéramos atesorar en nuestra mente dones que Dios nos dio, memorias y memorias de infinidades de temas, quizás podríamos conocer lenguas originales, pero si no tenemos amor, no nos sirve de nada.


Resumiendo lo que Pablo tiene interés en presentarnos a través de su carta, respecto al verdadero carácter de la iglesia desde el punto de vista pastoral: Comencemos por tener una misma mente. Siguió desde el punto de vista ecleciástico: Tengamos un mismo símbolo, "la Cena del Señor". Y en tercer lugar, tengamos la misma doctrina: El amor de Dios implantado en el corazón humano.

Para concluir, digamos que el carácter de la iglesia es simple, porque es amoroso en su naturaleza y firme en su pureza.



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