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Sermones
LO QUE PODEMOS HACER
por R.M. McCheyne

"Ésta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepulturas" (Marcos 14:8).
Por el evangelio de Juan (11:2) sabemos que esta mujer era María, hermana de Lázaro y Marta. Sabemos también de ella que era una creyente muy aventajada y fiel, porque "sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra".
Jesús mismo dijo de ella: "María escogió la buena parte, la cual no le será quitada". Hoy será interesante ver a esta misma María, pero de forma especial en otro aspecto, no sólo como una creyente contemplativa, sino más bien como una creyente activa y diligente.
Hay muchos que creen que ser un creyente es tener ciertos sentimientos y experiencias, olvidando casi siempre que ambos no son sino sólo flores y que el fruto tiene que producirse después. El injerto de la rama es bueno, el influjo de la savia excelente, pero sólo es el fruto lo que se trata de alcanzar. Así la fe es buena, y también lo son el gozo y la paz, pero el fruto santo es el fin para el cual hemos sido salvos.
Tengo la impresión de que muchos de vosotros, el pasado domingo, fuisteis como María, estando sentados a los pies del Redentor oyendo su palabra. Ahora quisiera persuadiros a ser como María, siendo diligentes y haciendo cuanto podáis por Cristo. Si habéis sido comprados por precio, entonces debéis glorificar a Dios en vuestro cuerpo y espíritu, que son suyos. Oslo ruego por las misericordias de Dios.
I. HE AQUÍ LAS COSAS QUE PODEMOS HACER
1. Podemos amar, orar y alabar a Cristo más, mucho más. - Lo que esta mujer hizo, es algo que lo hizo a Cristo. Jesús había salvado su alma, había salvado a su hermano y hermana y comprendía que todo lo que por Él hiciese siempre sería poco. Por eso compró un tarro de alabastro, un perfume o ungüento costosísimo, y lo quebró y lo derramó en suave y delicada unción sobre la cabeza de Cristo. Nadie puede poner en duda su amor hacia los discípulos, para con el santo Juan y el sincero y franco Pedro, pero por encima de todos amaba más a Cristo .
También podemos estar ciertos que amaba a los que seguían a Cristo, los que se hacían sus discípulos y amigos, siendo muy amable y diligente con ellos, pero amaba más a Cristo. Sobre su bendita cabeza, que no mucho después sería coronada de espinas, derramó su delicado ungüento. Esto era lo que ella podía, o mejor, comprendía que debía hacer. Si Cristo nos ha salvado, debemos derramar sobre Él nuestros mejores sentimientos, nuestros afectos y cariño más profundos. Buena cosa es amar a sus discípulos, a sus ministros, amar a los pobres de Cristo -los redimidos que difícilmente pueden sustentarse-, pero es mucho mejor amarle a É1 por encima de todas las cosas. Ahora no está a nuestro alcance su bendita cabeza, ni nos es dado ungir sus pies santos, pero podemos postrarnos ante el estrado de sus pies y derramar sobre Él nuestro amor, gratitud y adoración más sentidos. En aquella ocasión, no fue en el ungüento en lo que se fijó Jesús; ¿qué interés podía tener el Rey de gloria en un poco de ungüento? Tuvo interés en el corazón amoroso, que impulsó a María a ungirle sus pies. Hermanos, es el amor, la adoración y la alabanza que brotan del corazón contrito del creyente lo que al Señor agrada y satisface. El nuevo corazón, el corazón regenerado es el vaso de alabastro que a Jesús complace.
¡Oh, hermanos!, ¿no os es dado hacer más esta bendita obra? ¿ No podéis dedicar mayor tiempo en derramar vuestro corazón ante Jesús, quebrando el vaso de vuestro corazón y llenando la habitación con la suave fragancia de su alabanza? ¿No podéis orar más de lo que lo hacéis para que seáis llenados con el Espíritu, ese Espíritu que puede ser derramado sobre los ministros y sobre todo el pueblo de Dios, e incluso sobre el mundo no convertido? A Jesús complacen las lágrimas y gemidos que brotan de un corazón quebrantado.
2. Podemos vivir vidas más santas. - He aquí cómo se describe a la iglesia en el Cantar de los Cantares: "¿Quién es esta que sube del desierto como columnita de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todos polvos aromáticos?" La santidad del creyente es como precioso perfume. Cuando un santo hijo de Dios anda por el mundo, lleno del Espíritu, hecho más que vencedor, la fragancia de su santidad llena todo su ambiente. "Es -por decirlo así, como expresa un himno- como si un ángel extendiese sus alas". Si el mundo estuviese lleno de creyentes así, se trocaría en un lecho de especies y perfumes. Pero ¡oh, cuán pocos llevan consigo mismos el olor y la fragancia del cielo! ¡Cuántos de vosotros podríais ser medios de salvación si vivieseis santamente, si vivieseis una vida cristiana consistente, si de forma bien evidente fueseis un sacrificio vivo y agradable a Dios! Sólo así las esposas podrían, sin palabras, ganar a sus maridos cuando ellos se diesen cuenta de su casta conducta en temor y reverenciarlos padres podrían, de ese modo, salvar a sus hijos cuando los viesen vivir santos y felices; los hijos a menudo ganarían a sus padres; los siervos así adornarían la doctrina de Dios, su Salvador, en todas las cosas. "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres". Tal vida está al alcance de los más pobres tanto como de los más ricos, de los más jóvenes tanto como de los más viejos. ¡Oh, no hay mayor ni más poderoso argumento que el de nuestra vida realmente santa!
3. Podéis buscar la salvación de otros. - Si realmente habéis sido traídos a Cristo y salvados, entonces sabréis íntimamente que existe un infierno. Vosotros sabéis bien que cuantos os rodean hablan del infierno con suma ligereza, dándole tan poca importancia que prácticamente evidencian que están muy lejos de creer en su triste realidad; vosotros sabéis que hay un Salvador y que su constante actitud es la de extender sus manos tratando de alcanzar y salvar a los pecadores. ¿ No podéis vosotros hacer nada más de lo que hacéis para salvar a los pecadores? ¿ Ya habéis hecho todo lo que podéis? Vosotros decís que ya oráis por ellos, pero ¿no es hipocresía orar por ellos y luego no hacer nada? ¿Oirá Dios tales oraciones? ¿ No os arredra pensar que vuestras oraciones, si no van acompañadas de vuestra disposición para entrar en sus labores, no hacen sino provocar a Dios? Replicáis que vosotros no podéis hablar, que no sabéis... ¿Creéis que vuestra excusa de ahora tendrá algún valor en el juicio? ¿Acaso se requiere mucha ciencia para decir a los pecadores que están en un camino de condenación? Si su casa estuviese ardiendo, ¿haría falta mucha sabiduría para despertar a los que en ella estuviesen durmiendo? Quizá lo que sucede es que ni sentís su condenación, ni vosotros mismos halláis que sea muy real la tremenda verdad del infierno.
Empecemos por el hogar. ¿No podéis hacer nada más para alcanzar la salvación de los vuestros? Si son hijos o siervos, ¿habéis hecho todo lo que podíais en pro de su salvación? ¿ Os habéis esforzado cuanto podéis para presentarles la verdad o para atraerlos a oír la predicación de un fiel ministro, para que obtengan su salvación y sean rescatados de sus pecados?
Habéis hecho todo lo que podéis en favor de vuestros vecinos? ¿Habéis podido pasar muchos años con vuestros vecinos, tropezando con ellos muchas veces, sin haberles dicho ni media palabra, sin haberles avisado?¿ Habéis utilizado tantas veces como ha sido posible los tratados, entregándolos cuidadosamente a quienes los necesitaban? ¿Habéis persuadido a muchos a acudir los domingos a la casa de Dios?¿ Habéis colaborado con las Escuelas Dominicales?¿ Habéis contado a los pequeñuelos el camino de la salvación? ¿Habéis hecho todo lo posible en favor del mundo? Vuestro campo de labores es el mundo.
4. Acordaos de los pobres de Cristo. - Está lejos de mí pensar o sugeriros que no debéis cuidaros de los pobres que no son convertidos, pero lo que sí quiero decir es que debéis cuidar a los pobres de vuestras iglesias, porque son vuestros hermanos y hermanas. ¿Habéis hecho todo lo que está a vuestro alcance por ellos? E n el gran día del juicio, Cristo, dirigiéndose a los que estarán a su diestra, dirá: "Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer". Los pobres están en lugar de Cristo. Cristo, actualmente no tiene más necesidad del ungüento de María, ni de la hospitalidad de Marta o del agua que pidió de la Samaritana. É1 ha dejado ya toda necesidad de tales cosas y nunca más le serán necesarias; tales necesidades ya no le alcanzarán nunca más. Pero É1 ha dejado a muchos de sus hermanos y hermanas aquí en este mundo, algunos enfermos, algunos cojos, algunos como Lázaro, cubiertos de llagas y úlceras, y nos dice: "Lo que a ellos hacéis, a mí lo hacéis". Cómo vivís? ¿ Modestamente para que esté a vuestro alcance ayudar más a otros? ¿ Evitáis el vestir lujosamente con objeto de disponer de ropas con que cubrir al desnudo? ¿Distribuís austeramente sin derroches, vuestras posibilidades económicas para poder dar a los pobres?
II. ¿POR QUÉ DEBEMOS HACER TODO LO QUE PODAMOS?
1. Porque Cristo hizo en favor nuestro todo lo que pudo. - "¿Qué más se había de hacer a mi viña que yo no haya hecho en ella?" (Isaías 5:4). É1 consideró que nada de lo que hiciese sería demasiado o le significaría demasiado sufrimiento para salvarnos. "Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". "Nadie tiene mayor amor que éste". Toda su vida, desde el establo de Belén hasta la cruz del Calvario, la gastó trabajando y sufriendo por nosotros. É1 vive (y vivió) siempre para interceder por nosotros. É1 dirige todas las cosas en favor nuestro y hace que todas las cosas nos ayuden a bien. Es casi increíble que cada una de las tres personas de la Divinidad estén a nuestra disposición. E1 Padre dice: " Yo soy tu Dios". E1 Hijo: "No temas. que yo te redimí", el Espíritu Santo nos hace su templo: "Habitaré con ellos y en ellos andaré". ¿Es acaso demasiado que lo hagamos todo por É1, que debamos darnos enteramente a É1, quien por su parte se dio a sí mismo por nosotros?
2. Porque Satanás también hace cuanto puede. - Hay veces en que aparece como un león: "Vuestro adversario, el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore". Otras veces toma la forma de una serpiente: "como la serpiente engañó a Eva". Otras veces para tentar y engañar a los santos desviándoles de su camino, trabaja por medio de falsos maestros, o directamente susurrando blasfemias y pensamientos pecaminosos que introduce en sus mentes, dirigiendo fieros dardos a sus almas, irritando e incitando al mundo a que los odie y persiga, levantando padre y madre contra su hijo, y hermano contra hermano. Actúa tan intensamente como puede, guiando cautivos a los pecadores, cegando sus mentes impidiéndoles oír el evangelio, sumergiéndoles en groseros deseos y pasiones, conduciéndoles a desesperar. Porque sabe que su tiempo está llegando a su fin, su ira se desborda. ¡Oh!,¿no es nuestro deber hacer cuanto nos sea posible para contrarrestar todo lo que Satanás hace?
3. Porque nosotros hicimos cuanto pudimos cuando no éramos del Señor. - Éste era uno de los grandes motivos que impulsaron a Pablo para hacer cuanto podía: "Doy gracias a Cristo Jesús que me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio, porque yo fui blasfemo y perseguidor e injuriador". Nunca olvidó cómo había llegado a perseguir a la Iglesia de Dios y cómo la había asolado. Este pensamiento le hizo más diligente en edificar después en la obra del Señor salvando hombres y mujeres para Cristo. "É1 predicaba la fe que en un tiempo destruía". Lo mismo decía Pedro: "Vivamos, el tiempo que queda en carne, no alas concupiscencias de los hombres, sino a la voluntad de Dios, porque nos debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho la voluntad de los gentiles cuando conversábamos en lascivias, en concupiscencias, en embriagueces, en glotonerías, en banquetes y en abominables idolatrías". Preguntémonos con Juan Newton: "¿Cómo podrá el blasfemo poner fin a sus blasfemias?" ¿ No era éste también vuestro propio caso? Vosotros corríais ansiosamente tras el pecado, vivíais en el pecado aún a costa de grandes penas y coste, no escatimando salud, ni dinero, ni tiempo, con tal de obtener alguna satisfacción pecaminosa. ¿Cómo podíais así sentir apetencia alguna para Cristo. ¡ Oh creyentes, solamente se os pide que sirváis al Señor tan celosamente como antes servisteis al diablo!
4. Porque Cristo reconocerá y premiará lo que nosotros hagamos. - La obra que Cristo bendice es toda obra fruto de la fe. No son las palabras de sabiduría humana, sino las de fe, las que hace que se conviertan en certeros dardos. La palabra de una humilde sierva fue hecha una bendición en casa de Naamán el Siro. "Sígueme", fue la breve palabra que Dios convirtió en certera flecha que quebrantó el corazón de Mateo. No es difícil a Dios salvar, sea con poco o con mucho. Si tú hicieses todo lo que está en tu mano hacer, toda la ciudad sería llena de la fragancia de tu obra. Cristo la premiaría. Defendió la obra de amor de María y dijo que sería pregonada en todo el mundo y aún se hablará de ella en el día del juicio. Ni un vaso de agua fría quedará sin su recompensa. "Bien, buen siervo y fiel".
5. Si no haces todo lo que puedes, ¿cómo podrás tener para ti mismo evidencias de que eres cristiano? - "La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha en este mundo". Estáis completamente equivocados si creéis que ser cristiano significa tener ciertas convicciones y delicias espirituales. Todo ello está bien, pero si no os lleva a una vida de piedad y misericordia, mucho me temo que vuestra religión es sólo una simple ilusión. "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es".
IIL CONTESTEMOS A LAS OBJECIONES.
Tres cosas podéis objetar:
1. "El mundo se mofará de nosotros". - Es cierto. Se burló de María y tildó su acción de despilfarro y extravagancia, pero Cristo la consideró "una buena obra". Del mismo modo cuando vosotros procuréis esforzaron por Cristo, el mundo se reirá de vosotros, pero podréis contar con la sonrisa y complacencia de Cristo. Cuando veían el celo de Cristo se mofaban de É1; decían que estaba loco y que tenía demonio. También Pablo tuvo que sufrir la mofa cuando se le dijo que estaba loco; lo mismo ha de acontecer con los miembros vivos de Cristo, los creyentes. "Gozaos cuando sois hechos participantes de los sufrimientos de Cristo".
2. "¿Qué puedo hacer yo"? - "Yo soy -decís- una mujer". María era mujer, e hizo lo que podía. María Magdalena era una mujer y ella fue la primera que llegó al sepulcro. Febe era una mujer, y sin embargo ayudó a muchos y aun al mismo Pablo. Dorcas fue una mujer y, sin embargo, confeccionó numerosos vestidos para los pobres de Joppe."Yo soy un niño solamente", dirá alguien. "De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza". Dios ha utilizado a menudo a los niños para la conversión de sus padres.
3. "Es que yo tengo muy poca virtud para obrar el bien". - E1 que riega a otros, a sí mismo se riega. "E1 alma liberal será engordada". "Plugo al Padre que en Cristo habitase toda plenitud". Existen abundantes recursos en el Espíritu para enseñaron a orar; hay abundante gracia para matar vuestros pecados y vivificar vuestra virtud. Si usáis toda oportunidad de hablar a otros, Dios os dará su plenitud. Si dais mucho para los pobres de Dios, nunca padeceréis verdadera necesidad. "Poderoso es Dios, para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra". "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías, 3:10). "Honra a Jehová de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos" (Proverbios, 3:9).