Los Salmos de David
Metrificados en lengua castellana
por Juan LeQuesne (Deletreo moderno)
(en construcción)
Libro 1--Salmos 1-19 (primera hoja)
Salmos 20-36 (aquí)
Salmos 40-41 (tercera hoja)
Libro 2--Salmos 42-72
Libro 3--Salmos 73-89

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SALMO 36   

Domine in vidute tua.

Salmo XXI.

Hacimiento de gracias a Dios, del pueblo por la victoria de Su Rey. Parece haber sido compuesto este Salmo con el precedente.

Al Vencedor: Salmo de David.

  Señor, el Rey se alegrará
En tu gran fortaleza,
En tu virtud y pieza:
Y mucho más se gozará
Señor en tu salud,
Cantando tu virtud.

  Diste le dé su corazón
El deseo cumplido
De ti favorecido:
Todo lo que pronunciaron
Sus labios y su voz
No le negaste oh Dios.

  Mismo lo adelantarás
En peticiones suyas
De bendiciones tuyas
Puesto sobre su cabeza has
De oro fino demás
Corona en toda paz.

  Vida Señor te demandó,
Dístese la en tus vías;
Y longura de días
Por siglo y siglo él alcanzó.
Grande es en tu salud
Su gloria y su quietud:

  Sobre la majestad y esplendor
Has puesto: y sin ficciones
A jamás bendiciones
Puesto lo has oh Salvador;
Lo hiciste alegrar
Con tu rostro, y gozar.

  ( . . . )

  Por cuanto el Rey confía en Dios:
Y en la misericordia
De Dios, Dios de concordia
Espera su clamor y voz:
No titubeará,
Nunca resbalará.

  Tu mano alcanzando estará
A todos tus contrarios,
Y tuyos adversarios:
Tu diestra más alcanzará
A los que te odiaron,
Y te aborrecieron.

  Poner los has en tu furor
Como horno de fuego:
Y los deshará luego:
En la ira suya el Señor:
Fuego ardiente, echará
Que los consumirá.

  De la tierra aniquilarás
Su fruto, y su simiente.
Porque mal ciertamente
Contra ti han tendido: Mas
En su maquinación
No prevalecieron.

  Aparte pues poner los has:
Y apuntarás derechas
A sus rostros tus flechas.
Con fuerza ó Dios te en salzarás:
De ti cantaremos,
Tu valor diremos.

Deus meus, respice in me.

Salmo XXII.

David en sus angustias profetiza la angustia de Cristo en la cruz, su abatimiento, y dolores. La propagación y gloria de su Reino, de ambas cosas hay muchas sentencias en el Salmo, que exceden la historia de David: porque el principal intento de el Espíritu era cantar lo que había de efectuarse en la persona de Cristo, en quien todas ellas se ven cumplidas.

Al Vencedor: sobre Aielethhassahar, Salmo de David.

  Dios mío, oh Dios, ¿porque dejado me has?
De mi salud ¿porque lejos estás?
¿Y de el clamor, de las palabras mas
De mi bramido?

  Dios mío, a ti grito y clamo oprimido,
De día y noche, y no soy entendido;
Y para mi silencio no ha sido
En mi clamor.

  Y tu, el Santo, habitante el loor
De Israel todo, En ti con gran fervor
Confiaron nuestros padres, Señor.
Y los salvaste.

  Clamaron a ti, y los libraste,
Esperaron en ti, y les hablaste,
Y en su clamor no los avergonzaste
Gracia tuvieron.

  Y yo que soy gusano, y no varón:
Vergüenza mas de todos hombres, aun
El menosprecio y del pueblo el pregón
Me desechando.

  Escarnecen de mí los que mirando
Todos me están, de los labios echando,
Y la cabeza en alto meneando
Son dos a dos.

  Remítese, dicen ellos, a Dios,
Libre lo pues, que su clamor y voz.
Pues bien lo que quiere, eche y lance él en pos
De él que reclama,

  Mas eres el que me dio vida y fama.
Que me sacó del vientre: y que mi alma
Desde la cuna y tetas de mi ama
Hizo esperar.

  Echado estoy sobre ti, sin dudar,
Desde Señor la matriz: sin mudar,
Desde el vientre, y de mi madre el cuidar
Eres Dios mío.

  No alejes de mí el poder tuyo,
Porque está de angustia cerca el río;
Y quien me ayude, y dé socorro suyo
No hay ninguno
 
                  ( . . . )

  Rodeáronme muchos toros aun:
Y de Basan fuertes me cercaron.
Su boca mas sobre mí abrieron
     Con gran fiereza.

  Como lean que brama y hace presa.
Yo me escurrí como aguas, de tristeza,
Descoyuntar mis huesos de flaqueza
Todos sentí.

  Mi corazón muy congojado en sí
En medio fue y de dentro de mí
Se desliendo aun como cera así:
     Y con todo esto.

  Sacó se más mi vigor, como un tiesto,
Pegada a mi paladar fue presto
Mi lengua: En el polvo de muerte puesto
Me has en verdad.

  Rodeáronme perros con maldad;
Cercaron me malos en cantidad;
Horadaron con muy gran crueldad
     Mis pies y mis manos.

  Contaría yo todos mis huesos sanos:
Ellos miran con ojos inhumanos,
Burlándose considerán muy vanos.
     Mi condición.

  Entre sí mis vestidos partieron:
Entre sí más malvados jugaron
Sobre mi ropa, y suertes echaron
     A quien sería.

  Mas tu Señor, tu fortaleza mía,
No te alejes de mí; mi sola guía,
Apresúrate por la gracia tuya,
     Y ayuda me.

  Escapar del cuchillo acuérdate
El alma mía, y socorro dalle,
Que de poder del perro salva esté
     Mi sola vida.

  Sálvame mas de la boca atrevida
Y el león fiero: a ti mi voz subida.
De cuernos aun de unicornios oída
Esperaré.

                 ( . . . )

  A todos mis hermanos contaré
El nombre tuyo: y así hablaré
Cuando alabando, Oh Señor, te estaré
Yo congregado.

  Los que teméis al Señor, alabadlo,
Los de Jacob todos glorificadlo,
Y de Israel toda simiente amadlo
     Y temed lo.

  Porque del pobre el no menospreció
La aflicción grande, y nunca él escondió
Su rostro del: mas siempre le oyó
Si fue clamando.

  De ti será mi alabanza orando,
En la congregación seré loando
Y ante de los que le temen pagando
Mis votos más.

  Han de comer todos pobres en paz,
Hartarán sé: y al Señor Dios demás
Alabarán los que buscan su faz:
     Eternalmente.

  El corazón vuestro estará violento.
Los cabos más del mundo enteramente
Se acordarán, y a Dios omnipotente
Se volverán;

  Ante de ti todos se humillarán.
Porque de Dios es el reino; y serán
Las gentes del, todas le servirán
     Obedeciendo.

  Los poderosos mas adorarán, comiendo:
Delante del que está descendiendo
Al polvo, así el muy infirme siendo
Se postrará.

  La simiente aun de ellos le servirá:
Al Señor Dios para siempre será
Contada, y más a él se inclinará
     Humildemente.

  Ellos vendrán, y a todo pueblo y gente
Que naciere aun su justicia excelente
Anunciarán, y dirán juntamente,
Que esto hecho él ha.

Dominas Regis me, & Gil.

Salmo XXIII.

David como experimentado, por la semejanza del oficio del pastor con sus ovejas, pinta cual sea la providencia de Dios para con los suyos. La paz, bondad, benignidad y fieldad entera y en su Iglesia, y en la vida eterna.

Salmo de David.

  El Señor es mi pastor esforzado,
No faltará me nada. Sosegado
Yacer me hace en lugar muy yerboso:
Pastorear junto aguas de reposo.
Hace volver mi alma: y por su nombre
Por senda justa él me guía y da lumbre.

  Aunque ande en valle aun de sombra de muerte
No temeré algún mal, porque fuerte
Tu estarás conmigo, y a mi lado:
Confortar me han tu vara y tu cayado.
Y en presencia aun de mis contrarios mismo
Adornarás mi mesa, oh Altísimo.

  Con óleo ungiste oh Señor mi cabeza,
Mi copa está revertiendo sin cesar.
Misericordia y gracia concedida
Me seguirán los días de mi vida:
Y del Señor en la casa, en sus vías,
Reposaré en paz por largos días.

Domini est terra & plenitudo.

Salmo XXIIII.

Siendo la tierra toda con lo que contiene de Dios, de toda esta universalidad escogió un pueblo para sí, cuyas condiciones recita. Requiere a los príncipes de la tierra que reciban y traten benignamente este pueblo cuyo capitán es Cristo Rey de Gloria.

Salmo de David.

  Todo el mundo en su latitud,
Y la tierra y su plenitud,
Y todo lo que habita en ella,
De Dios está. Él la fundó.
Sobre los mares: y afirmó
Sobre los ríos de agua bella.

¿Quien pues al monte subirá
De Dios? y ¿quien residirá
En su lugar santo y sagrado?
El de manos y corazón
Limpio: El que es sin vana ficción,
Y que en fraude no ha jurado.

  Bendición, justicia, y virtud
Del Señor Dios de su salud
Recibirá siempre tal hombre.
Es esta la generación
De los que buscan de afición
En Jacob tu rostro y tu nombre.

  Altas puertas levanta os
Puertas eternas alza os,
Pues entrará el Rey de gloria.
Este Rey de gloria ¿quien es?
El Dios fuerte y muy valiente es.
Fuerte en batalla y con victoria.

  Altas puertas levanta os
Puertas eternas alza os,
Pues entrará el Rey de gloria.
Este Rey de gloria ¿quien es?
El Dios de las armadas es,
Él está que es el Rey de gloria.

Ad te Dominne, leuaui animam.

Salmo XXV.

David confiado de la bondad de Dios, de la cual tiene muy larga experiencia, pide ser perdonado de sus pecados, y enseñado en su ley. Declara las felicidades de los que temen a Dios.

De David.

  A ti mi alma he alzado.
Confié Dios mío en ti
No sea yo avergonzado:
Y no se alegren de mí
Mis contrarios. No serán
Los que te esperan burlados
Mas con vergüenza estarán
Los sin causa rebelados.

  Entender haz me tu vía:
Tus sendas enseña me.
En tu verdad sé mi guía,
Señor, y endoctríname:
Porque tú eres el Dios
De mi salud: he echado
A ti mi clamor y voz,
y todo el día esperado.

  De tus gracias y concordias
Acuérdate, oh Señor,
Y de tus misericordias
Perpetuas con amor.
Olvides mi mocedad,
Mi rebelión y pecado:
Oh Dios, según tu bondad
De mí esté recordado.

  El Señor es bueno y recto:
Por tanto él enseñará
Al pecador el perfecto
Camino. Y más él hará
En justicia encaminar
Los humildes noche y día:
Y a los mansos enseñar
Su carrera y recta vía.

  De Dios las sendas de cierto
Misericordia, y verdad
Son a los que su concierto
Guardan con toda equidad.
Por tu nombre, oh Jehová,
Perdonarás me mi falta;
Porque mi pecado está
Grande ante tu justicia alta.

( . . . )

  ¿Quien es el varón con tino
Que al Señor ha de temer?
Mostrarle ha el camino
Que ha de escoger y tener.
En el bien reposará
Su alma seguramente.
Y la tierra heredará
Para siempre su simiente.

  De Dios el secreto es dado
A os que le temen: mas
Su concierto aparejado
A instruirlos en paz.
Mis ojos pues al Señor
Estarán siempre mirando:
Porque será tu favor
De la red mis pies sacando.

  Mira me, oh Altísimo,
Y misericordia ten
De mí: porque yo soy mismo
Solo, y pobre, y en desdén.
De mi triste corazón
Las angustias también flojas
Muy mucho se ensancharon:
Sácame de mis congojas.

  Mi aflicción, y mi pena
Con tus ojos mira: así
Mi alma de culpas llena
Perdón pidiedo de sí.
Mira mis contrarios aun.
Como han se multiplicado:
Que aborreciendo me son
De odio injusto, desechado.

  Guarda mi alma, y me vea
Tu bondad, y libra me:
Avergonzado yo no sea,
Porque en ti confié.
Integridad, rectitud
Me guarda, en ti confiado,
Israel por tu virtud
Sea de angustias librado.


Iudica me Domine.

Salmo XXVI.

Contra las calumnias de muchos. David invoca el favor de Dios. Y purga su inocencia contra ellas. Exhorta a sus perseguidores a penitencia. Descubre sus malos intentos, y denúnciales la ira de Dios, y el castigo que los espera.

De David.

  Júzgame, oh Señor,
Porque con tu favor
Yo en mi integridad he
Andado y caminado,
Y en Dios he confiado:
Jamás yo no vacilaré:

  O Señor, pruébame,
Tienta me: funden se
Mis riñones, y corazón,
Porque la bondad tuya
Es en la vista mía:
Y siempre ando en tu verdad aun.

  Con hombres de maldad
Llenos de falsedad
Nunca y jamás no me asenté:
Con los que ocultamente,
Van, y encubiertamente,
Yo no me hallé ni entré.

  De malignos así
Cuadrilla aborrecí:
Con impíos no fue me asentar
En limpieza de mano
Iré, oh Soberano,
Al derredor de tu altar.

  Para oh Señor Dios,
De alabanza dar voz,
Y tus maravillas contar.
Oh Señor, he amado
Tu casa: y más preciado
De tu gloria el santo lugar.

  Mi alma, y vida pues
No juntes, oh Juez
Con homicida y pecador:
Cuya mano en mal hecho
Está: y de cohecho
Su diestra llena oh Salvador.

  En mi integridad
Ando; ten piedad
De mi Señor, redime me.
Mi pie recto ha estado;
Con rectos congregado
Al Señor Dios bendeciré.

Dominus illuminatio mea.

Salmo XXVII.

Declara la firme confianza que tiene en. Dios para soportar toda suerte de tentación. Pide a Dios que  no le deje.

De David.

  El Señor Dios, es mi luz en su vía,
Y mi salud, ¿de quien me temeré?
El Señor es la fortaleza mía,
¿De quien pues yo pavor tendré?
Cuando de mí malos se acercaron
Para comer mi carne: ellos atrás
De enemistad muy llenos y sin paz
Tropezaron todos y cayeron.

  Sobre mi pues aunque; campo se asiente.
Mi corazón jamás no temerá:
Sobre mi más guerra aunque; se levante
Mi alma en esto aun se confiará,
Una cosa he demandado al Señor,
Buscaré esta y la procuraré,
Que todos los mis días yo esté
En casa del Señor mi protector.

  Para de Dios ver la grande hermosura,
Benevolencia y gozo contemplar:
Y para mas con verdadera cura
Su Templo del buscar y visitar.
Porque en su tienda él me esconderá
En el día aun del mal: Justo y fiel,
Esconder me ha en el secreto de él:
Sobre alta roca alto pues me pondrá.

  Y sobre mis contrarios mi cabeza
Ensalzará: y sacrificaré
En su casa aun jubilando: y sin cesar
Yo cantaré, y a Dios salmearé:
Oye mi voz con que llamo: y da me
Repuesta oh Dios, ten piedad, de mí.
El corazón mío ha dicho de ti.
Buscad mi rostro: oh Dios lo buscaré.

  De mi no sea él tu rostro escondido,
Tu siervo no apartes con furor,
Desamparar pues mi ayuda has sido
No quieras me, oh Dios mi Salvador.
Si padre y madre a mí me dejaron:
Recogió me Dios, y me dio salud.
Enseña me tu vía, y rectitud:
A causa oh Dios, de mis contrarios aun.

  A voluntad no quieras, oh Potente,
De mis enemigos entregar me.
Casi contra mis testigos falsamente
Calumnia hablando han levantándose.
Pereciera yo, si no creyese mas
Que la bondad de Dios tengo de ver,
Y en la tierra aun de los vivientes ser.
Espera a Dios, esforzar te ha de más.

Ad te Domine clamaba.

Salmo XXVIII.

Pide David a Dios, que le tenga de su mano, para que no camine con los impíos hipócritas, y al fin sea castigados con ellos.

De David.

  Oh Señor Dios, oh fuerza mía,
A ti llamaré noche y día:
No hagas del sordo, yo te vea:
Porque callando te no sea
Semejante a los que en sazón
Descendiendo al sepulcro son.

  Oye la voz e intenciones
De mis ruegos y peticiones,
Cuando clamo a ti, oprimido:
Cuando alzo triste y afligido
Mis manos limpias de maldad
Al Templo de tu santidad.

  Con los llenos de iniquidades,
Con todos los que obran maldades,
Que paz hablan con su prójimo:
Y en su corazón está mismo.
La maldad de su falsa voz
No me tires, oh Señor Dios.

  Dales conforme a su malicia,
Conforme a su grande injusticia:
Según las obras de sus manos,
Y suyos hechos inhumanos
Dales y págales. Señor,
Su paga según su error.

  Porque de Dios Omnipotente
Las obras y el hecho excelente
De sus manos no han sabido,
Entendido ni conocido,
Por tanto derribar los ha,
Y no los edificará.

  Sea bendito y alabado,
El Altísimo sea honrado,
Que ha la voz de mi ruego oído,
Y mi petición concedido.
Mi fortaleza es Jehová,
Mi escudo y paves está.

  Mi corazón ha esperado
En él, y yo fui ayudado:
Gócese mi alma y por tanto
Alabarelo con mi canto.
La fortaleza, y protector
De los suyos es el Señor.

  Él es el esfuerzo y ha sido
De la salud de su ungido.
Salva al pueblo que en ti confía,
Bendice a la heredad tuya:
Y pastor pastorea los
Y para siempre ensálzalos.

Allerte Domino.

Salmo XXIX.

Exhorta a todos los príncipes de la tierra a dar la gloria a Dios, que por tantas maravillas ha declarado y declara cada día su potencia. Profetiza se en este Salmo su virtud para con su Iglesia.

Salmo de David.

  Al Señor Dios alabad,
Dad hijos de fuertes dad
Gloria y fortaleza a Dios.
Al Señor con alta voz
Dad la gloria de su nombre;
A Jehová, Dios de lumbre
Humilla os, en la gloria
De su santidad notoria.

  La alta voz de Jehová
Sobre las aguas está:
Dios de gloria hace tronar,
Sobre aguas muchas se estar.
Voz de Dios es con potencia,
Con gloria y magnificencia
Voz que los cedros quebranta:
Cedros del Líbano arranca.

  Como becerros saltar
Hizolos: y resaltar
Al Líbano y al Sirjon,
Así que unicornios aun.
Voz que corta llamas cierto.
Que hace temblar el desierto.
Desnudar las breñas harto
Y estar las siervas de parto.

  Mientras en su Templo están
Todos los suyos, y dan
Al Señor gloria y honor
En el diluvio el Señor
Estaba, y eternalmente
Es Rey. A su pueblo y gente
Dará fuerza y corazones,
Y en toda paz bendiciones.

Exaltaba te, Domine.

Salmo XXX.

David da gracias a Dios, por haberle librado de grandes peligros, y dadole reposo en su casa.

Salmo de canción del ensalzamiento de la casa de David.

  Yo te ensalzaré a jamás,
Porque ensalzado, oh Dios, me has,
Y mis enemigos así
No hiciste alegrar de mí.
Señor Dios mío, oh Soberano
Clamé a ti, y yo fui sano.

  Del sepulcro hiciste subir
Mi alma Ho Señor, y vivir
De entre los que al hoyo se van,
Y al sepulcro abajando están,
Al Señor sus píos dad gloria:
Celebrad su santa memoria.

  Porque su ira con furor
Momentánea es: mas amor
Y vida es en su voluntad:
A la tarde el lloro en verdad
Si reposare, la alegría
Vendrá amaneciendo el día.

  En mi felicidad dije,
Jamás yo no resbalaré.
Porque por tu bien singular
Mi monte oh Dios, hiciste estar
Con virtud: mas tu rostro amado
Escondiste, y fue conturbado.

  A ti oh Señor llamaré:
Y al Señor Dios suplicaré,
¿Que provecho en mi muerte habrá,
Cuando al hoyo me bajarás?
¿Dará te el polvo alabanza?
¿Dirá él tu verdad inmensa?

  Oye, oh Señor, yo clamo a ti.
Ten misericordia de mí;
Señor, sé mi ayudador.
Oh Señor Dios mi salvador.
Mi endecha en valle tornaste:
Y mas mi sacó desataste:

  De alegría ceñiste me.
Por tanto a ti gloria canté,
Y no callé a Jehová:
Mi alma te confesará
Señor Dios mío, oh Altísimo,
Para siempre perfectísimo.

lnte Domine Speraui.

Salmo XXXI.

David puesto en grandísimo peligro de sus enemigos ora a Dios que le escape. Engrandece la suma bondad de Dios para con los suyos, por respecto de la cual exhorta a los píos que lo amen, y esperen en él.

Al Vencedor: Salmo de David;

  En ti Señor he esperado,
No sea yo a jamás
Avergonzado: mas
Sea en tu justicia librado,
La tuya oreja santa
Señor a mí inclina:

  Escapa me muy prestamente,
Por peña, oh Dios, sé me
Y para salvarme
Por casa fuerte juntamente.
Porque eres con pieza
Mi roca y fortaleza.

  Por tu nombre potentísimo
Señor me guiarás,
Y me encaminarás.
Sacar me has de la red que han mismo
Para mi escondido
Porque mi fuerza has sido.

  Mi alma encomendado en tu mano:
Señor Dios de verdad,
Por tu grande bondad
Redimir me has. Oh Soberano,
Vanidad he echado,
Y en ti solo esperado.

  En la misericordia tuya
Señor alegrar me he,
Y as si me gozaré,
Porque visto has la aflicción
Mi alma has conocido
Cuando en angustia ha sido.

  Y en la mano no me encerraste
Del enemigo osar:
Antes hiciste estar
Mis pies en anchura y largaste.
Ten oh Dios de concordia
De mi misericordia.

  En angustia estoy detenido:
Mis ojos en llorar,
Mi alma con pesar,
Y mi vientre han se carcomido.
Porque desfallecida
Con dolor es mi vida.

( . . . )

  Con suspiro, llanto, y gemido
Mis años pasaron:
Por mis pecados aun
Ha se me fuerza enflaquecido:
Y delgados y gruesos
Podrido han se mis huesos.

  Oprobio de mis enemigos
He sido, y deshonor
De vecinos, y horror
A mis conocidos amigos:
Los de fuera me viendo
De mí fueron huyendo.

  Como muerto he sido olvidado
De todo corazón,
Y me desecharon
Como vaso medio quebrado.
De muchos he oído
Afrenta, y entendido:

  Miedo en derredor tuve, cuando
Consultaban así
A una contra mí,
Para mi alma maquinando.
Mas yo muy confiado
Sobre ti he estado:

  Dije, Señor eres Dios mío:
Mis tiempos mas están
En tu mano y serán:
Libra me de la mano, oh pío,
De mis angustiadores,
Y mis perseguidores.

  Resplandecer tu rostro ardiente
Sobre tu siervo haz:
Por tu bondad demás
Salud me. Oh Omnipotente,
No sea yo afrentado
Porque te he invocado:

  Sean los impíos y malvados
Confusos sin honor,
Y sean oh Señor
Para el sepulcro cortados.
Enmudezcan penosos
Los labios mentirosos:

( . . . )

  Porque calumnias muy impuras
Con soberbia ruindad,
Menosprecio, y maldad
Han hablado: y cosas muy duras
Contra el justo inventado
De ellos menospreciado.

 
  Cuan grande es tu bien que has guardado,
Y guardas para los
Que te temen oh Dios:
Que has para todos los obrado,
Que te esperan delante
De todo pueblo y gente.

  En la secreta mansedumbre
Del rostro tuyo en paz
Esconder tú los has
De arrogancias de  cualquier hombre:

Beati, quorum remiffe.

Salmo XXXII.

Declara David en este Salmo, quienes sean en esta masa pecadora justos, a saber, los que por misericordia de Dios alcanzaron perdón de sus pecados en Cristo, y espíritu de regeneración para bien obrar.

Feliz el hombre a quien mas el Señor
No contará la iniquidad y error;
Ni fraude ouiere en el animo suyo.
Mientras callé, en el bramido mío
Y todo el día aun se envejecieron
Mis huesos cierto y desfallecieron.

Porque de día y de noche tu mano
Sobre mi ser se agrava, oh Soberano:
En sequedad de estío, sin vigor
Y sin virtud volvióse mi verdor.
Mi pecado yo te notifiqué mismo
No encubrí mi falta: Al Altísimo
Confesaré, dije, contra mí mas
Mi rebelión: y perdonado me has.

Por esto a ti orará todo pío
En tiempo del hallar el favor tuyo:
Y aunque; en verdad muchas aguas corran
Como diluvio, a él no llegarán.
Tú eres mi secreto escondedero,
Guardarás me de la angustia del fiero;
Tú eres el que me rodearás
Con el clamor de libertad y paz.

Hacerte he yo entender, y el camino
Enseñarte he en que andarás con tino:
Afirmaré mis ojos sobre ti.
No seas pues como el caballo en sí,
Ni como el mulo aun sin entendimiento:
Para que a ti no llegue remordimiento:
Con freno duro y cabestro ha de ser
Su boca pues cerrada, y padecer.

Para el impío así muchos dolores:
Mas quien de Dios espera los favores
Y confiado en él esperará
Misericordia y bien lo cercará.
Alegráos en su misericordia:
Y gozáos, justos, en su condición;
Al Señor Dios cantad con atención
Todos los que estáis rectos de corazón.


Exúltate insti in Domino.

Salmo XXXIII.

Exhorta a toda la Iglesia de los píos á alabar a Dios, que por sus obras, y especialmente por el gobierno de su Iglesia se declara digno de eterna alabanza.

Cantad justos al Altísimo
A los rectos muy hermosa es
La alabanza. Al fuertísimo
Celebrad con salterio pues:
Con arpa suave,
Decacordio grave
Al Señor contad.
Haced bien tañendo,
Canción nueva siendo,
A Dios salmead.

Porque su palabra es muy recta:
Toda su obra es con verdad,
Juicio, y justicia perfecta
El ama: y de su gran bondad
La tierra esta llena
Por su voz amena
Fueron hechos de él
Los lucidos cielos:
Y lo que es en ellos
Por el soplo de Él.

Las aguas de la mar aun mismo
Él junta como en un montón.
Por tesoros pone el abismo.
Tema a Dios toda la tierra: aun
Hayan de él temores
Los habitadores
Del mundo a jamás.
Porque ha hablado.
Y fue; ha mandado,
Y estuvo demás.

El Señor, de todas naciones
El consejo hace anular;
Él hace las maquinaciones
De todos pueblos anular.
Mas de Dios perfecto
El consejo recto
Permanecerá;
Cualquier pensamiento
De su alma, atento,
Por siglos será.

( . . . )

Bienaventurada la gente
A quien su Dios es Jehová:
Y el pueblo a quien el muy potente
Por heredad escogido ha:
Desde el alto cielo
En el bajo suelo
Miró el Señor:
Vida los humanos
Obra de sus manos
Todos con favor.

Desde su asiento ha mirado
Sobre los moradores aun
De todo el mundo. Él ha formado
De ellos todos el corazón:
Sus obras entiende.
El Rey más sobresaliente
Salvo no será
Con la mucha gente:
Con fuerza el valiente
No escapará.

Es el caballo y su braveza
Vanidad para la salud:
No escapa con su fiereza
De su fuerza la multitud.
El ojo divino
Vela de continuo
A los que en verdad
Le temen, honrando:
Y a los que esperando
Están su bondad.

Para sus almas de la muerte
Librar, redimir, y salvar:
Y en el hambre muy dura y fuerte
Vida y hartura mas les dar.
Nuestra alma esperando
Fue, y confiando.
Al Señor fiel:
Él es nuestra ayuda
Siempre él nos ayuda
Nuestro escudo es él.

De alma y de corazón por tanto
En él nos alegraremos,
Porque en tu nombre muy santo
Confiado nos hemos
Tu misericordia.
Tu gracia y concordia.
O Eterno Dios,
Como muy amado
Te hemos esperado
Sea sobre nos.

Benedicam Dominum in omni.

Salmo XXXIV.

Hacimiento de gracias con que David por su ejemplo incita a los hombres a que confíen, y esperen en Dios, porque él es la protección de los suyos. Enseña temor de Dios, y el camino verdadero de agradarle. La ocasión del Salmo está clara del titulo.

De David: cuando mudó su semblante delante de Abimelech, y ello hecho, y se fue:

Para siempre, jamás
Bendeciré a Jehová:
En mi boca siempre será
Su alabanza mas.
Mi alma pues en Dios
Se alabará: esto oirán
Los mansos, y se alegrarán
Todos con alta voz.

Conmigo engrandeced
Al Omnipotente Señor:
Ensalcemos aun con loor
Su nombre y su merced.
Al Señor yo busqué.
Y con mansedumbre él me oyó:
De mis miedos el me libró.
Y de ellos salvo fui.

Los que a él miraron,
Fueron alumbrados en si:
Y sus rostros de ellos así
No se avergonzaron.
Este pobre llamó,
Y Dios oyó lo en sazón;
De todas sus angustias aun
Lo salvó y escapó.

Del Señor el Ángel
Asienta campo en derredor
De los que hónranlo con temor.
Y defiende fiel.
Gustad y ved que es
Muy suave su majestad:
Dichoso el varón en verdad
Que en él confiará.

Temed al Señor pues
Vos sus santos: porque no hay
Para el hombre falta así
Que temiendo lo es.
Los leoncillos se han
Empobrecido, hambre tuvieron:
Y a los que al Señor buscaron
Bienes no faltarán.

(. . . )

Venid hijos venid,
Oíd me, enseñaré os,
El temor del supremo Dios,
Oíd me pues, oíd.
¿Cuál varón puede ser
Que deseando vida está?
¿Qué codicia días, para
Dichoso, bienes ver?

Guarda que mal ningún
En tu lengua se pueda hallar:
Guarda tus labios de hablar
Engaño y fraude alguno
Apártate de error;
Haz el bien, inquiere la paz:
Sigue la. Que Dios vea, y más
Del justo oye el clamor.

Contra los que hacen mal
En vuelto de Dios suele estar;
Para su memoria cortar
Del mundo universal
Los píos clamaron
Y el Altísimo los oyó:
De sus angustias los salvó,
Y de toda opresión.

Cercano a los será
Quebrantados de corazón:
Y a los que de espíritu son
Molidos salvará.
Muchos los males son
Del que justicia y bien hará
Pero Dios los escapará
De todo ellos aun.

Guardando guardará
Todos sus huesos el Señor.
Y nunca de ellos el menor
Quebrantado estará.
Al malo la maldad
Matará: y asolado pues
Será el que aborreciendo es
Al justo y su bondad.

Redime Jehová
El alma de sus siervos del:
Y asolado no será él
Que en él confiará.

Iudica Domine, nocentes.

Salmo XXXV.

Invoca ardentisímamente el favor de Dios contra sus enemigos, contra los cuales afirma su inocencia, Describe su maldito ingenio, sus obras y su ingratitud. Profetízales toda desventura y al cabo eterna confusión, y a los píos eterna alegría. Es descripción del estado de la Iglesia entre las calumnias y crueldad de los impíos.

De David.

Con mis pleiteantes ó Dios
Pleitea; y pelea con los
Fuertes peleadores míos.
Al escudo y paveses tuyos
Echa mano, y levántate
En mi ayuda, salva me:
Y contra mi perseguidor
Cierra la lanza oh Vencedor.

Di á mi alma en tu virtud
Oh alma yo soy tu salud.
Confúndanse, y avergonzados
Sean los que desaforados
Mi anima buscando son:
Vuelvan atrás, y sean aun
Con vergüenza y escarnio tal
Todos los que piensan mi mal.

Sean como el tamo muy vil
Delante del viento sutil:
Y el Ángel del Omnipotente
El que rempuje esté presente.
Sea su vía escuridad,
Resbaladeros su maldad:
Y el Ángel de Dios sea mas
El que los persiga a jamás.

Porque para mí sin razón
El hoyo de su red fueron
Escondiendo: Hicieron sin causa
Hoyo a mi alma. Y por tal cosa,
El quebrantamiento cruel,
Que no sepa, venga sobre él:
Su red lo prenda que esconder
Quiso: y caiga en ella sin ver.

Y en Dios mi alma gócese:
Y en su salud alégrese.
Todos mis huesos dirán mismo
¿Quién como tu, ó Altísimo?
Que escapas al simple fiel
De mano de mas fuerte que él:
Y al pobre y indigente pues
Del que lo roba a cada vez.

( . . . )

Testigos se levantaron:
Los cuales me demandaron.
Muy falsos, lo que no sabia.
Volvieron me mal todavía
Por bien, a mi alma orfandad,
Buscando mi vida en verdad.
Y cuando ellos enfermaron
Vestíme de saco en sazón:

Con ayuno mi corazón
Afligí, y mi oración
En mi seno se revolvía.
Como por mi amigo hacia
Y andaba entristecido así.
Como por mi hermano: así.
Que el que por madre enluta se,
Enlutado humillaba me.

Y en mi cojera estuvieron
Se alegrando, y se juntaron:
Juntaron se, digo, malvados
Hombres de poco mal hablados
Contra mí, sin fuerza y poder,
Sin de mi parte lo saber:
Los cuales no se callaron,
Antes me despedazaron.

Y con lisonjeros sin paz
Con escarnecedores mas
Y burladores muy placientes
Crujieron sobre mí sus dientes.
Señor, ¿hasta cuándo verás?
De sus quebrantamientos haz
Volver mi alma, y restaura aun
Mi única mas del león.

Y en congregada multitud
Yo confesaré tu virtud;
En pueblo fuerte, y populoso
Te alabaré, ó Poderoso!
Que de mi no alégrense
Mis enemigos sin porque:
Ni los que me aborrecieron
Hagan del ojo sin razón.

(. . . )

Porque no hablan paz ni bien:
Y contra los mansos también
Del mundo sus almas dañosas
Piensan palabras engañosas.
Sobre mí mas ensancharon
Su boca: entre ellos clamaron,
Y dijeron hala, hala,
Visto lo hemos acullá.

Visto has, no calles, Salvador:
No te alejes de mí, Señor.
Despierta con el favor tuyo
Para mi juicio, Dios mío,
Para mi causa y rectitud.
Juzga me, Dios de mi salud,
Conforme a tu justicia así,
E que no se alegren de mí.

No digan entre ellos hala,
Hala, nuestro deseo está
Cumplido cierto y satisfecho:
No digan, lo hemos deshecho.
Sean con deshonra inigual
Los que se alegran de mi mal,
Que contra mi se ensalzaron
Y vístanse de confusión.

Pero canten y alégrense
Los que muy píos huélganse
De mi rectitud y justicia:
Y digan siempre con noticia
Dios sea ensalzado, el que mas
Ama de su siervo la paz.
Y de tu justicia hablaré.
Y todo el día alabaré.

Dixit iniustus vt delinquar.

Salmo XXXVI.

Describe David el ingenio de los malos, declarando la fuente de toda su corrupción ser impiedad y ateismo. Engrandece la bondad de Dios, que por sus ocultos juicios los sufre y espera. Describe la esperanza de los píos en oposición del ateismo de los malos y pide que sean sustentados en fe.

Al Vencedor: del siervo de Jehová, de David.

En medio de mi corazón
El dicho de la rebelión
Del impío es ciertamente,
Acá no hay delante, oh horror,
De sus ojos ningún temor
De Dios Omnipotente.
Lisonjéale su maldad
Hasta que su iniquidad
Esté aborrecida.
Sus palabras con fraude son:
Para mas hacer bien algún
No quiso dar oída.

Maldad sobre su cama tal
Piensa, y no aborrece el mal,
Sobre vía es no buena.
Hasta los cielos tu bondad
Es ó Señor, y tu verdad
Hasta las nubes suena.
Tu justicia montes de Dios,
Tus juicios y justa voz
Un grandísimo abismo.
Al hombre oh potente Señor
Tú conservas por tu favor
Y al fiero animal mismo.

Cuan magnifica, oh Jehová.
Tu gran misericordia está,
Cuan ilustre y preciosa:
Por eso los hijos de Adán
De tus alas se abrigarán
En la sombra graciosa.
De tus bienes los hartarás,
Y del arroyo abrevarás
De tu gran mansedumbre.
Porque de la vida es en ti
El manadero, y lumbre así
Veremos en tu lumbre.

A los que te conocen pues
Extiende, oh perfecto Juez,
Tu gran misericordia:
Y a los rectos de corazón
Que en ti siempre esperando son
Tu Justicia y concordia.
No venga contra mí jamás
Pie de soberbia, y de impíos mas
No me mueva la mano.
Los malos allí cayeron,
Rempujados, estuvieron
Sin fuerza, oh Soberano.



De siglo en siglo, Amen.









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Estos son los Salmos metrificados por Juan LeQuesne, de 1606, pero utilizando el deletreo moderno del castellano. Si quiere ver estos mismos Salmos con el deletreo antiguo, favor de ir a http://iglesiareformada.com/LeQuesne_Antigua_1.html