Curso Práctico
De
Teología Bíblica

por Profesor Francisco Lacueva Lafarga

INTRODUCCIÓN


“Conociendo a Dios” es el titulo de un libro del teólogo inglés J. Packer, editado por CLIE. Es un libro profundo, pero claro y de un tono Devocional que calienta el corazón del lector desde el primer momento de su lectura, por lo que lo recomendamos encarecidamente ya de entrada.

El propio Señor Jesucristo dijo al Padre (Jn 17:3): “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Y todo creyente cristiano que se precie de serlo ha de poder todo su empeño en conocer, cada vez más y mejor, de un modo íntimo, cordial y experimental, a ese Dios que, sin mérito alguno por nuestra parte, tuvo a bien, desde toda la eternidad, escogernos en Cristo para que fuésemos santos y predestinados a ser adoptados por hijos y herederos suyos y a ser hechos semejantes a la imagen de su Hijo; y, una vez nacidos, hizo efectivo su llamamiento eterno y, mediante la redención llevada a cabo por su Hijo, y el sellado personal de su Espíritu, nos justificó y glorificó y nos santifica cada día en la medida en que nos dejamos conducir por su Espíritu Santo.

Vamos a proponer ahora una especie de axioma que repetiremos más de una vez en el presente Curso: Todo lo que nos afecta personalmente en nuestra relación de criaturas con nuestro Hacedor, tanto en el plano natural como en el sobrenatural, es planeado por el Padre, ejecutado por el Hijo y aplicado por el Espíritu Santo. De ahí que este Curso esté compuesto de tres partes, una para cada Persona de la Trina Deidad. Si dicho axioma no se tiene en cuenta o no se entiende de forma debida, se incurre en graves errores doctrinales y prácticos.

El hecho de que tratemos de cosas espirituales y tan practicas para la vida cotidiana del creyente no significa que hayamos de ahorrarnos el seguimiento de un método que nos garantice, en la medida de lo posible, ser totalmente fieles a lo que enseña la Palabra de Dios, sin dar crédito a tradiciones humanas ni a las lucubraciones de una filosofía, de cualquier tipo que ésta sea. Conforme nos lo enseño en el SETECA de Guatemala el profesor Norman Geisler, entonces catedrático de Apologética en el Seminario Teológico de Dallas, una correcta metodología bíblica debe cubrir las siguientes etapas:

1. Inducción. Consiste en tomar los necesarios datos revelados, analizándolos cuidadosamente y teniendo en cuenta el contexto próximo, así como el remoto (el tenor general de las Escrituras sobre la materia que se estudia). Necesitamos aquí echar mano de una recta hermenéutica.

2. Deducción. Una vez analizados los elementos que nos provee la palabra de Dios, en actitud de oración, fe y humildad, tratar de obtener un conjunto sólido de doctrina, por medio de las conclusiones que de los datos revelados se derivan. No olvidemos que nuestra mente es renovada (Ro. 12:2), no para dejar de pensar, sino para comenzar a pensar de modo correcto según Dios (¡la mente de Cristo!)

3. Sistematización. Los resultados obtenidos mediante la deducción se clasifican ahora, según el tema que nos ocupe, para formar el material lo más completo posible de verdades doctrinales y prácticas. Esta sistematización no daña en nada a la pureza de la Palabra de Dios, pues solo consiste en presentar de forma temática y ordenada los datos que se contienen en la Biblia.

4. Reproducción. Después de haber llevado  acabo la sistematización, todo teólogo sincero y sin prejuicios de –escuela- debe contrastar su-sistema- con los datos revelados que, en la primera etapa, halló por inducción. Así se dará cuenta de si sus estudios han ido por buen camino o si, por el contrario, en algún punto se ha desviado de lo revelado por Dios en las Sagradas Escrituras.

Para finalizar esta Introducción, vamos a hacer una afirmación de fe que nos guiará con mano segura durante todo el Curso: Creemos con toda firmeza y seguridad que el único método recto de interpretación de la Biblia es el que está fundado en el sentido literal, es decir, el que las Escrituras expresan conforme a las comunes normas gramaticales, mediante sus distintas figuras de dicción, y dentro del contesto histórico y geográfico en que fue transmitida por Dios la revelación. Esto quiere decir que no admitimos ninguna clase de liberalismo bíblico ni el método de la neo ortodoxia, propugnado especialmente por Kart Barth (1886-1968), según el cual la Biblia no es ella misma la palabra infalible de Dios, sino el instrumento falible por medio del cual Dios se revela a sí mismo en Cristo, a fin de que podemos tener un encuentro personal con el Salvador. Lo peligroso de la neo ortodoxia reside precisamente en la parte de verdad que contiene.

Aprovecho la oportunidad para estampar otro axioma de suma importancia: La medias verdades son las peores mentiras, porque la mente humana sólo pica en el cebo del error cuando éste se halla oculto bajo la máscara de la verdad.

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