“Mantener nuestras enseñanzas y la vocación”

por Evert DeVries

(Lea en su Biblia las porciones correspondientes mencionadas en el escrito).

El título de esta reflexión lo encontramos en la epístola que Pablo lo escribe a Timoteo.
Timoteo, es el sucesor de Pablo, y se debe permanecer y persistir en lo ha aprendido y persuadido: 2 Timoteo 3 – 1 a 14. Pablo indica a Timoteo su diferencia y contrariedad, ser distinto a los pastores heterodoxos que enseñan doctrinas erróneas. Con énfasis Pablo lo describe en el versículo 13, son personas malas, dudosas, mentirosas, engañadoras. Pablo usa una palabra similar que significa como lamentador, brujo o hipnotizador, también impostor. Personas, como Janes y Jambres en la época de Moisés que llamaban la atención. Así proceden los pastores heterodoxos y hombres de sectas.
Cuantas veces no se oye de los feligreses y miembros de la congregación diciendo que están admirados por el conocimiento bíblico que pronuncia un Testigo de Jehová; o un Pentecostal sobre la expresión en lenguas. Pablo dice a Timoteo que no se trastorne por eso. Si él se queda con “las enseñanzas” entenderá que estas personas van a ir de peor en peor. Ellos seducen y van a ser seducidos. Siempre arrastran cada día más personas como victimas en un camino fatal, y terminan igual ellos mismos desviados alejados de la verdad.
Que Timoteo se cuide de ellos. Cuidado con el principio. Si inicia alguna conversación o discusión con esta gente te vas alejando inadvertido, es como bajarse sobre un abismo con el resultado de caerte en esa profundidad. Manténgase a lo que has aprendido, a la Palabra de la verdad. A la confesión de la Iglesia, en defensa contra los seductores. Por más que se presentan con toda su impresión, y magia, y esplendor.
Porque tu sabes de la Palabra de Dios, y la confesión de la Iglesia, que ese llamado conocimiento bíblico del Testigo de Jehová (u otro), tiene un explicación arbitraria, y que el idioma en lenguas retrocede el reloj de la historia de Salvación de Dios. Como Pablo dice a Timoteo: sabiendo lo aprendido y: Como dice Asaf en el salmo 78 de 1 a 13: las cuales hemos oído y entendido, que nuestros padres nos las contaron.
La llamada a Timoteo para quedarse con las enseñanzas no significa que Timoteo se hubiera desviado de la verdad, de la enseñanza sana. Es la advertencia de quedarse con la Palabra de Dios, quedarse con la confesión que le fueron entregado en su infancia.
Al pasarse a la Iglesia, ha tenido un Catecismo que tuvo fruto en su vida. Lo ha aceptado por su fe. Exige fidelidad y perseverancia. Pablo pone el énfasis en las palabras: “tu sabes de quien lo has aprendido, sabemos de la primera epístola que ha recibido su primer catecismo de su abuela Lois”.
La extensión de esta enseñanza la recibe de su madre Eunice. Después de Pablo y tal cual las Sagradas Escrituras. No, Pablo no es que se preocupa por los nombres de las personas, pero con la autoridad con que se entregaron estas enseñanzas. Abuela, madre, funcionario, reverendo, tienen la vocación de enseñar. A Dios le agrada enseñarnos, de dirigirnos por la mano de ellos. Con sus doctrinas no, pero con la Palabra de Dios.
Es con responsabilidad, e invalorable, para mejorar y construir nuestra fe, a la que nos debemos someter con obediencia según las normas que pide Dios.
Que bendición cuando los padres emplean su tiempo en la enseñanza, para que les enseñen en la Iglesia y sus servidores el catecismo a la luz de las Escrituras. La bendición de tener padres y pastores creyentes que enseñaron a sus hijos a quedarse con la doctrina sana.
La prédica sana como Pablo lo describe en Romanos 10: del 4 al 15.
Que desde su niñez conocen las Sagradas Escrituras, eso es un privilegio. No estando criado con la opinión de uno o la opinión de otro, pero con la educación de la Palabra de Dios. Timoteo no lo debe olvidar, debe quedar siempre agradecido, hablar sinceramente sobre esto.
Esa Escritura da la sabiduría para ser salvo, para su fe. Sabiduría que impone la formación de vida cristiana práctica, y con obediencia respeta así con reverencia al Señor. No es una ciencia, pero es de reaccionar con sabiduría en todas las etapas de la vida en el temor a Dios. Esa sabiduría lo provee Dios mismo con la instrucción indicada en Su Palabra.
Preste atención, las Escrituras indican el camino a la Salvación. Pero las Escrituras no salvan. No es suficiente tener la Biblia en su casa y leerlo.
No provee la salvación. Solo Jesucristo nos salva.
Esa salvación se recibe por la fe. Por el instrumento: “FE”. Lo uno está indisoluble unido con lo otro. ¿Cómo invocaríamos a Cristo, cómo poder creer en El, si nunca hubiéramos escuchado de El?
¿Cómo escuchar sin predicador? ¿Cómo vamos a predicar sin ser enviados? ¿Cómo sin su Palabra, sin las Sagradas Escrituras? Es imposible.
Cuan grande es la riqueza de conocer por medio de nuestra fe la Palabra autorizada de Dios. Nos da la sabiduría en este Mundo necio, nos da salvación hoy y mañana. Nos da la expectativa para el futuro por más oscuro que está en nuestras vidas. Utilice la prédica los domingos en la Iglesia y la lectura diaria en la mesa o personalmente, y en la fe, para absorber la sabiduría, sabio para ser salvo.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, lo que Pablo dice aquí en 2 Timoteo 3: 16 sobre las Sagradas Escrituras. Explica Pablo aquí ampliamente, que sin excepción que está inspirada y entregado por Dios.
Para Timoteo fue eso el Antiguo Testamento y quizás algunos libros del Nuevo Testamento.
Para nosotros el Antiguo y el Nuevo Testamento son los dos una Escritura. Es como escribe pedro en 2 Pedro 1. 12 – 21: nunca la profecía fue traído por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
No tenemos que ver con una palabra humana, o testificación humana, pero con la Palabra de Dios, de la cual no se debe desviar. Es con Autoridad.
Hoy la gran masa no lo gusta de ésta manera.
Quieren vivir con opiniones, visiones. Lo escucha diariamente: “yo pienso”, “yo opino”, “yo deseo”, pero poco; así dice el Señor en su Palabra.
Si queremos hacer frente a estas herejías no podemos con solo darles nuestra opinión, o nuestros pensamientos, pero solo con repetir y pasarles lo que dice la Escritura, la Palabra inspirada por Dios.
Estaremos en minoría, posiblemente seremos presionados o perseguidos. Pero jamás lo debemos abandonar. Sin vacilar mantenernos que la confesión, de que la Escritura es la Palabra de Dios. Es la fuente y la guía o la meta en nuestra vida.
No te avergüenzas en alguna reunión pública poner la Palabra de Dios como una luz en un lugar oscuro. Todos esos papeles que dicen que instruyen, apártelos para escuchar en su lugar lo que Dios dice en su Palabra.
Continua Pablo en versículo 17: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Como también lo afirma en la carta a los Efezios 4 del 17 al 24: sugerimos leerlo.
Timoteo debe hacer uso de las Escrituras, que nos da la capacidad de enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia. Con el propósito de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Hombres de Dios, es nuestro nombre de honor, no solo para Pablo y Timoteo, para servidores, para todos que le pertenecen. Para todos cristianos en el sentido del domingo 12: como expresa aquí “porque por la fe soy miembro de Jesucristo y participante de su unción, para que confiese su nombre y me ofrezca a El en sacrificio vivo y agradable, para que en esta vida luche contra el pecado y Satanás con una conciencia libre y buena, y para que, después de esta vida reine con Cristo enteramente sobre todas las criaturas”. Catecismo de Heidelberg.   
Si conocemos siempre así nuestro lugar, estaremos preparados para nuestra tarea, cada uno el suyo, estaremos preparados par toda obra buena. No como lo pretende el mundo, o lo aprueba el humanismo.
Pero lo que aprueba Dios: Buena obra: lo que se efectúa por pura fe y a la gloria de Dios y Sus Mandamientos. Eso nos cuesta lucha, sacrificios. Nos cuesta dinero y bienes. En algunos casos hasta encarcelación y persecución. Pablo lo ha sentido en carnes propias. Pero no nos debe detener para defender la Palabra de la verdad, que nos otorga la sabiduría para la salvación. La Palabra que predica nuestro salvador Jesús. Hombre de Dios. Cada día este nombre de honor nos obliga, caminar en vida renovada. Que solamente provee la Palabra eterna y duradera de Dios de la cual seré el alumno cada día.
Pablo le ordena a Timoteo concretamente por su vocación enorme de predicar la palabra como los leemos en 2 Timoteo 4: 1 al 8, en el texto 2, “pero quedes sobrio en todo”, versíc. 5, o estés despierto en todo para ver todo. El que duerme no sabe lo que sucede a su alrededor. El que no es sobrio pero está embriagado por bebidas alcohólicas o drogas no observa a su alrededor las cosas como son. ¡Vea los episodios como son, en la luz verdadera! En la luz de la Palabra de Dios.
Pablo escribe esto respecto al peligro de los pastores herejes que avanzan sobre el rebaño. Los desvían de la Palabra de la Verdad. Embriagan a la gente con somníferos. Pero tú, Timoteo quedes desierto, para saber y discernir de lo que se trata, entre verdadero y falso, entre el bien y el mal. En todo, sobre toda la línea. En todos lados obra el diablo con sus herejías. Timoteo los debe reconocer y contradecir. Estar despierto, exige un continuo análisis de la Palabra de Dios. Es darles la oportunidad a los servidores de la Palabra, el tiempo para prepararse para la predicación limpia, analizando los espíritus si son de Dios.
Eso no se sabe a primera vista, se necesita análisis y preparación para servir su Palabra.
Con todo empeño de sus fuerzas e inteligencia razonada. No se limita esta exigencia a los servidores de la Palabra, pero es el deber tuyo y para todos. ¡Esté despierto! Tome su tiempo para analizar los episodios y lo dicho en la luz de la Palabra, personalmente y en comunión, tiempo mejor empleado que las visitas amenas o divertirse delante el televisor.
Con lo que no se edifica la iglesia, sí con su estudio perseverante. Así reconoce los desvíos que se presentan en las prédicas y los que dirigen los cultos. En su vocación en confesar la Palabra.
Además Pablo le sigue diciendo a Timoteo “soporta las aflicciones”, que también lo mismo Pedro lo escribe en su primera epístola Cap. 3 vers. 13 al 22.
Timoteo no debes huir por evitar sufrimiento. Como buen y fiel soldado del Evangelio y por Cristo enfrentar todo lo que se opone a la confesión pura según la Palabra. Ignoramos lo que Timoteo ha soportado por ser fiel al Señor, pero no debe permitir de agregar agua al vino, o de no ser tan estrecho en defender la verdad, o de callarse cuando se trata de devaluar la prédica del Evangelio. Quizás con eso se evita las aflicciones. ¿Quién le gusta sufrir? A nadie, ni a un servidor del Evangelio, ni a un confesante de la Iglesia. Pero aquí está la amonestación: “soportar las aflicciones”.
Ud. dirá: ¡no tenemos persecuciones! No se engañen: ¡sí existen! ¿No está la tentación de no decir nada cuando se trata de verdadero o falso? Para no tener problemas con su familia, con sus compañeros, con sus vecinos. Cuantas veces preferimos el camino de las menores resistencias. Pero con eso lo negamos a nuestro único Salvador, la única Cabeza de la Iglesia. No te dejes llevar por la burla u otra forma de enemistad u oposición de los demás por tu vocación. Cada cual en su lugar. Atreverse a expresar su confesión por el Evangelio, por la Iglesia, por el amor a Cristo. Como un evangelista, como se sigue en 2 Timoteo 4:5, y se subraya en la segunda carta a los Corintios 5 del 11 a 21. Ser evangelista se expresa con aplicación varias veces en el Nuevo Testamento. En Efezios 4: 11 adonde Cristo explica del don que ha entregado a su Iglesia y en Hechos 21 vers. 8, donde leemos sobre el Evangelista Felipe.
Timoteo debe ser predicador de Cristo, entregador del mensaje sagrado: el Evangelio. Como sucesor del mismo camino por la que va Pablo: “¡por la derecha!”.
Hoy debemos prestar especial atención. Se oye mucha prédica, aunque cada día menos. Se ven muchos pastores, y muchos púlpitos. Pero todos no están al servicio de Dios y el Evangelio. Tampoco no se escucha de todos esos púlpitos la verdadera prédica de Cristo. Ud. tiene el deber en analizarlo, a la norma como a Ud. le han enseñado como debe ser la prédica verdadera. Esto lo reencuentra en la porción bíblica citada de 2 Corintios 5: 11 al 21.
Ud. no puede atar a los servidores  de la Palabra a una prédica que le complace a Ud. Ellos no pueden complicar a Ud. en atarlo a una prédica que solo es a su propio buen parecer. Son servidores, enviados. Cristo es el emisor. Escúchalos bien y controle que todo lo que predican es el verdadero Evangelio.
Librase de púlpitos que no expresan este Evangelio.
Aléjese de estos que dicen ser servidores de la Palabra y no lo son. Esto mismo se debe aplicar a Ud. mismo y todo cristiano que sabe ser confesante del Evangelio y debajo de todo púlpito guarde su lugar.
Debajo el firmamento no hay otro nombre para tu salvación.
Pablo instruye ampliamente a Timoteo sobre este servicio, no parcial pero completamente ha de estar al servicio de Cristo. Para cada uno nuestro es exactamente idéntico, estar conciente de tu encomendado. Poner a un lado, tus hobies, los negocios afortunados, sentirnos al servicio de Dios. Tomar solo un poco de tiempo para la Iglesia, y el resto del día olvidarse que pertenece a Su Reino, dedicarse a sus cosas como que tu Creador no está. Si pones en práctica lo que expresa el domingo 38 del Catecismo de Heidelberg y 2 Timoteo 4 vers. 5 cumple tu ministerio. Así recibes la paz del servicio por la Iglesia y su Servicio.
La vida no es fácil, no por un camino de rosas, pero vamos a recibir el eterno descanso, ofrecido por nuestro gran Mediador que cumplió su Ministerio.  



Evert De Vries




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