Tema: ¿Padece por Cristo o por su propio pecado?
Texto bíblico: Mateo 5:10

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”
INTRODUCCIÓN
¿Se ha preguntado alguna vez, si ha habido avances en el campo de la  medicina y la tecnología por qué no se ha  mitigado o extirpado el sufrimiento humano? ¿Por qué el ser humano busca a toda costa librarse del sufrimiento? ¿Qué estará pasando con los mensajes evangélicos de los últimos tiempos en cuanto al sufrimiento? ¿Por qué el tema del sufrimiento se vuelve ajeno para algunos y para otros, fuente para engañar a los feligreses con falsas promesas? ¿Por qué se escucha que se les dice a los feligreses que declaren que están sanos, cuando están enfermos? ¿Por qué la teología de la prosperidad y de la fe en la fe, enseña que declaren victoria en medio del dolor? ¿Cómo ocurre que uno nazca enfermo y otro no? Estas y tantísimas preguntas se pueden sugerir para hablar del tema del sufrimiento; aunque la bienaventuranza que corresponde estudiar es un golpe agudo para el mundo, por cuanto ninguno que tenga razón de vivir quiere sufrir o padecer por alguna persecución, ya sea, material, emocional o espiritual; todos desean vivir sin  ningún contratiempo en la vida; por lo tanto la enseñanza de Jesús es para el mundo una locura inaceptable; puesto que padecer por causa de otra persona es un absurdo y menos en procura de la justicia; máxime, cuando la justicia la han convertido en un valor relativo que sólo tiene veracidad de acuerdo al  rasero con que se mida.
El Señor Jesucristo declara sin ambages que el que padece por causa de la verdad es dichoso, lo cual indica que mientras que el mundo tiene por felices a los que triunfan, gozan y son reconocidos por el pueblo; Cristo a su turno declara que sólo serán felices los que pertenecen al Reino de los cielos y viven según esa justicia la cual es instaurada por el Juez justo, cabeza y Señor de Su pueblo. A continuación se analizará esa maravillosa verdad predicada por Cristo en el sermón de la montaña,  ““Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”
¿PERSEGUIDOS POR EL EVANGELIO?
Cabría la pregunta, ¿Por qué se sufre? el dolor no es un fenómeno es  una vivencia humana que tuvo sus albores desde que el pecado entró al mundo, (Gén. 3) ahora bien, ello no significa que Dios  es autor del mal y del sufrimiento, sin embargo, estos no escapan de su presencia; antes bien,  soberana y sabiamente los usa para su propia gloria; es decir, deja que el ser humano sufra las consecuencias de su propio mal, para Él mostrar su poder santo frente a toda impiedad. Dios no se complace con el mal; es abominable ante Él. 

¿Por qué se sufre? Muchas personas sufren cuando han actuado incorrectamente, han tomado  malas decisiones, han hablado con malicia, han anhelado alcanzar metas y no ha sido posible lograrlas, su familia se ha dividido, sus hijos han caído en malas costumbres, cuando han sido despedidos de sus trabajos, cuando ha fallecido un ser querido, cuando  sufren las secuelas de enfermedades, cuando aún no han gozado del perdón de Dios por pecados pasados, cuando se cree frustrado, cuando no ha podido estudiar lo que quiere, en fin, tantas cosas por las que se puede sufrir en este mundo; no obstante, mi estimado hermano y amigo, todas estas cosas no son señales de que usted es hijo de Dios o militante del Reino de los Cielos. Porque, el padecimiento que Cristo señala en esta bienaventuranza se trata de algo más que una buena obra o sacrificio logrado por alguien; es en esencia el sello de la rectitud y el vivir según las disposiciones de lo que Dios ordena en Su reino. Más aún, el único que padece justamente en este mundo es aquél cuya vida y obra se centra en y para la gloria de Dios. El hombre sin Cristo en este mundo no soporta esta verdad; por cuanto es para él un agravio contra su propia naturaleza pecaminosa y ello no lo deja expresar su propia justicia. Luego, la aplicación de esta bienaventuranza es sólo para aquellos que están en el seno de Cristo. Se sufre entonces cuando es por la causa del evangelio; claro, en ese contexto se presentan muchas situaciones las cuales no podríamos enunciar una a una, pero,  sí  se citarán algunos casos donde se evidencia que hay un propósito en cada sufrimiento. Cabe anotar que, ni es bíblico construir teología sin padecimiento ni una con padecimiento; quiero decir con ello que la verdadera teología incluye padecer, pero no por eso se sufre para poder ser hijo de Dios o se deja de sufrir por ser hijo de Él; antes bien, cuando se pasa por  aflicción eso  hace parte del plan del Señor para cada uno de sus hijos adoptados. He ahí algunas dificultades de los hijos de Dios:
Abraham un hombre que había recibido de Dios una fe sólida pasó por muchas dificultades en su trabajo ministerial; siendo que Dios  le había prometido bendecirle “haré de ti una nación grande…”  “Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra” (Génesis 12: 2,7). No obstante, se puede decir de este siervo de Dios que no estaba del todo tranquilo con su vida; lo observamos  temeroso en cuanto al futuro de su ministerio; por eso Dios se le aparece para revelarle que Él había de dar lo que necesitase para dejar una prole que continuara el propósito de Dios.  “…No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará” (Génesis 17: 1-4). En efecto, Abraham pasó por dificultades y preocupaciones pero se  mantuvo firme en lo que había recibido de Dios. ¿Se puede imaginar la vida de Abraham en medio de todos esos ires y venires? De otra parte,  ¿Cuánto sufriría Abraham por causa de la mala decisión que tomó con su esposa al concebir un hijo con la sierva de su casa? Como se dijo antes, muchas veces se padece por causas justas y otras por nuestro propio pecado. ¿Está padeciendo actualmente por causa del evangelio o por su propio pecado?

Se suele pensar que los enemigos de la iglesia de Jesucristo están  sólo afuera  y que todos provienen del mismo Satanás; lo que no se extraña es que muchos de los padecimientos vienen del seno mismo del Cuerpo de Cristo. Basta  leer la carta a los Corintios y Gálatas. “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (I Corintios 1: 10-13). “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros” (Gálatas 5:14-15). Se observa a las claras que en la iglesia en Corintios y Galacia había persecuciones entre los mismos hermanos; me temo que ese pecado se está repitiendo hoy en día en las iglesias evangélicas.
El apóstol Pablo fue objeto de persecución durante su ministerio; a saber, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación. Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos” (I Corintios 1:311). Este pasaje junto con el de I Pedro 4:12-19 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?  De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” Los anteriores pasajes son muestras  bíblicas claras que hay un padecimiento en Cristo que es necesario para moldear nuestro carácter, conocer más a Dios, reconocer que nada es por nosotros mismos, sino que todo viene de Él. “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto” (Isaías 45: 5-6).
Se recuerda que esta bienaventuranza tiene como propósito llamarnos a vivir como vivió Cristo, en santidad de vida, practicando la justicia  con rectitud en todo; viviendo para glorificar al Padre en medio de la oposición. Las siguientes son palabras de Jesús, “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 15:18-20).

Para terminar, precisa recordar que aquellos que padecen por causa de la justicia son los hijos adoptados de Dios, a éstos Cristo les dice que de ellos es el reino de los cielos, queriéndoles enseñar que esa es una marca indeleble que tiene todo aquel  que verdaderamente ha sido redimido por Él en la cruz. Éstos y sólo éstos viven según la justicia del Reino, reconociendo cada día que Cristo es su Señor. Además,  no se avergüenzan del evangelio, predican a tiempo y fuera de tiempo y menos, caen en cosas ilícitas, no buscan hacerle triquiñuelas a los demás para alcanzar su cometido, no  le tienen miedo a los hombres mortales, “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39), los hijos del reino de Cristo van para adelante, porque saben que las persecuciones y aflicciones  de este mundo no serán comparadas con la gloria venidera. (Romanos 8:18-19).

Para efectos de comprender correctamente lo que se ha dicho, es necesario estudiar la enseñanza bíblica de la providencia de Dios, ya que a través de ésta se puede entender todas y cada una de las cosas que se suceden en la vida del creyente y también del que no lo es. Para ello les sugiero una cita textual del Catecismo de Heidelberg, para provecho de la misma debe analizarla y aprehenderla tal como lo dice la Biblia.
“Pregunta 27: ¿Qué es la providencia de Dios?
Respuesta: Es el poder de Dios omnipotente y presente en todo lugar (a), por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera (b), que todo lo que la tierra produce, la lluvia y la sequía (c), la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad (d), riquezas y pobrezas (e), y finalmente todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad paternal (f).
a.Hechos 17:25, 27, 28; Jer. 23:23, 24; Isaías 29:15, 16; Ezeq. 8:12.- b Hebr. 1:3.- c. Jer.5:24; Hechos 14:17.- d. Juan 9:3.- e. Prov. 22.2.- f. Mateo 10:29; Prov. 16:33.



…y todo por gracia a él sea la suma gloria.






Su servidor, Rafael Correa Vargas. Agosto de 2009. sermonescristianos.wordpress.com

www.iglesiareformada.com
Sermones