SERMÓN DE LOS ARRIANOS

por San Aurelio Agustín

Traductor: P. José María Ozaeta, OSA


1. Nuestro Señor Jesucristo es Dios unigénito y primogénito de toda la creación.

2. Fue constituido antes de todos los siglos por voluntad de Dios y Padre suyo.

3. Por su propia virtud, aunque por voluntad y precepto del Padre, hizo de la nada lo celeste y terrestre, lo visible y lo invisible, lo corpóreo y lo espiritual.

4. Ya antes de hacer todo esto, fue constituido Dios y Señor, rey y creador, que por naturaleza tiene presciencia de todo lo futuro y para crear atiende en todo el mandato del Padre. Por voluntad y precepto del Padre descendió del cielo y vino a este mundo, como Él mismo lo afirma: No he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado .

5. Y porque, entre todos los grados de los seres espirituales y racionales, parecía el hombre algo inferior a los ángeles a causa de la condición y fragilidad del cuerpo , para que no se creyera vil y por eso desesperase de su salvación, el Señor Jesús, honrando su hechura, se dignó asumir la carne humana. Así manifestó que el hombre no es un ser despreciable, sino precioso, como está escrito: Grande y precioso es el hombre . Y por eso sólo al hombre se ha dignado hacer heredero de su Padre y coheredero suyo, de modo que el que menos recibió en la naturaleza tuviere más en el honor.

6. Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer . El que por voluntad del Padre asumió la carne, también por voluntad y precepto paterno vivió en un cuerpo, como Él mismo lo dice: Descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió . Él mismo, por voluntad del padre, fue bautizado a los treinta años; se manifestó por la palabra y el testimonio del Padre ; por voluntad y mandato del Padre predicó el evangelio del reino de los cielos, como Él mismo lo atestigua: Es preciso que predique el evangelio en otras ciudades; para esto he sido enviado . Y en otro lugar: Él me ordenó lo que he de decir o lo que he de hablar . Y así, por voluntad y precepto del Padre, se encaminó con prontitud a la pasión y muerte, como Él lo testifica: Padre, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú . También lo afirma el Apóstol: Hecho obediente al Padre hasta la muerte, y una muerte de cruz .

7. Por voluntad y precepto del Padre, estando crucificado, entregó la carne humana, que había tomado de Santa María Virgen, en manos de los hombres y encomendó su divinidad en manos del Padre: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu . Pues María dio a luz el cuerpo que había de morir y Dios inmortal engendró al Hijo inmortal. Luego la muerte de Cristo no implica merma de su divinidad, sino la entrega de su cuerpo. Así como su generación de una virgen no fue la corrupción de su deidad, sino la asunción de un cuerpo, así también en su muerte la divinidad no sufrió pasión ni abandono; sólo se dio la separación de su carne. Como el que desgarra el vestido injuria al que está vestido, del mismo modo los que crucificaron su carne afrentaron a su divinidad.

8. El que por voluntad y precepto del Padre cumplió perfectamente la misión que le había sido encomendada, por voluntad y precepto del Padre resucitó su cuerpo de entre los muertos. Y con el mismo cuerpo, como el pastor con la oveja, el sacerdote con la oblación, el rey con la púrpura, Dios con el templo, fue llevado a la gloria por el Padre.

9. El que por voluntad del Padre descendió del cielo y ascendió a él, por voluntad y precepto del Padre está sentado a su derecha, oyendo al Padre decirle: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos de estrado de tus pies . El que por voluntad y precepto del Padre está sentado a mi derecha, por voluntad y precepto del Padre vendrá al final de los tiempos, como lo proclama el Apóstol: Y el mismo Señor, con voz de mando, a la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios, bajará del cielo . El que por voluntad y precepto del Padre vendrá, por voluntad y precepto del Padre juzgará con justicia a todos y dará a cada uno según su fe y sus obras. Él mismo lo ha dicho: El Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha entregado al Hijo. Y en otro lugar: Según oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado . De donde se sigue que también al juzgar antepone el poder del Padre y pospone su divina dignidad y potestad segunda, pues dice: Venid, benditos de mi Padre . Luego el Hijo es el juez justo. El honor y la autoridad pertenecen al que juzga; pero las leyes imperiales, al Padre. Como la súplica de oficio y el consuelo son propios del Espíritu Santo, la dignidad de justo juez es propia del Unigénito de Dios.

10. Por consiguiente, el Hijo fue engendrado por el Padre; el Espíritu Santo fue hecho por el Hijo.

11. El Hijo anuncia al Padre; el Espíritu Santo al Hijo.

12. La primera y principal obra del Hijo es revelar la gloria de su Progenitor; la primera y principal obra del Espíritu Santo es manifestar en las almas de los hombres la dignidad de Cristo.

13. El Hijo es testigo del Padre; el Espíritu lo es del Hijo.

14. El Hijo es enviado por el Padre; el Espíritu por el Hijo.

15. El Hijo es ministro del Padre; el Espíritu Santo lo es del Hijo.

16. El Hijo es mandado por el Padre; el Espíritu Santo por el Hijo.

17. El Hijo es súbdito del Padre; el Espíritu Santo lo es del Hijo.

18. El Hijo hace lo que le manda el Padre; el Espíritu Santo dice lo que le ordena el Hijo.

19. El Hijo adora y honra al Padre; el Espíritu Santo adora y honra al Hijo. Así lo dice el mismo Hijo: Padre, yo te he honrado sobre la tierra, y la obra que me mandaste la he consumado ; y del Espíritu Santo afirma: Él me honrará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará .

20. El Hijo por sí no puede hacer nada, sino que en todo aguarda la orden del Padre. El Espíritu Santo por sí no habla, sino que en todo espera el mandato de Cristo: No hablará por sí, sino que dirá todo lo que oyere, y os anunciará lo venidero.

21. El Hijo ruega por nosotros al Padre; el Espíritu Santo pide por nosotros al Hijo.

22. El Hijo es la imagen viva y verdadera, propia y condigna de toda la bondad, sabiduría y virtud del Padre. El Espíritu es la manifestación de toda la sabiduría y virtud del Hijo.

23. El Hijo no es parte o porción del Padre, sino propio y dilectísimo, perfecto y pleno Hijo unigénito. El Espíritu no es parte o porción del Hijo, sino la obra primera y principal sobre todas las demás del Unigénito de Dios.

24. El Padre es mayor que su Hijo. El Hijo es incomparablemente mayor y mejor que el Espíritu.

25. El Padre es Dios y Señor para su Hijo. El Hijo es Dios y Señor para el Espíritu.

26. El Padre, inmutable e impasiblemente queriendo, engendró al Hijo. El Hijo hizo sin trabajo ni fatiga, por su sola virtud, al Espíritu.

27. El Hijo, en cuanto sacerdote, adora a su Dios, y es adorado por todos como Dios y creador de todos. Pero el Padre es el único que a nadie adora, pues no hay un ser mayor o igual a quien tenga que adorar. A ninguno da gracias, pues de nadie ha recibido beneficio alguno. Por su bondad concedió que todos existiesen; pero lo que Él es, de nadie lo ha recibido. Luego se da la distinción de tres sustancias: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la diferencia de tres realidades: Dios ingénito, Dios unigénito y Espíritu abogado. El Padre es Dios y Señor de su Hijo y de todo lo que ha sido hecho por la virtud del Hijo, pero contando con su voluntad. El Hijo es ministro y sumo sacerdote de su Padre, y, porque lo quiere el Padre, es Señor y Dios de todas sus obras.

28. Y así como nadie sin el Hijo puede ir al Padre, del mismo modo nadie sin el Espíritu Santo puede adorar verdaderamente al Hijo; luego en el Espíritu Santo el Hijo es adorado.

29. El Padre es glorificado por el Hijo.

30. Actividad y solicitud del Espíritu Santo es santificar y guardar a los santos; y no sólo a los seres racionales, como algunos piensan, sino también santificar a muchos irracionales. Y a los que cayeron por negligencia, volverlos a su estado primitivo; enseñar a los ignorantes, amonestar a los olvidadizos, argüir a los que pecan, exhortar a los perezosos para que piensen en su salvación y obren con diligencia, conducir al camino de la verdad a los equivocados, curar a los enfermos, sostener la fragilidad del cuerpo por el vigor del alma, confirmar en el amor de la piedad y de la castidad, iluminar a todos sobre todo, conceder a cada uno la fe y la caridad; también según el deseo y la solicitud, la sinceridad y simplicidad de la mente, la medida de la fe y la importancia de la comunicación, distribuir la gracia para utilidad y ordenar a cada uno en la ocupación y género de vida para los que fuere apto.

31. El Espíritu Santo es distinto del Hijo según la naturaleza y condición, grado y voluntad, dignidad y potestad, virtud y operación. Como también el Hijo, Dios unigénito, es distinto del Dios ingénito según la naturaleza y condición, grado y voluntad, divina dignidad y potestad.

32. Es imposible que uno y el mismo sean el Padre y el Hijo, el que engendra y el que nace, el que es testificado y el que da el testimonio, el mayor y el que confiesa al mayor, el que está sentado a la derecha y permanece en esa sede y el que dio el honor de la misma, el que es enviado y el que envía. Tampoco puede ser uno y el mismo el discípulo y el maestro, según Él mismo enseñó: Como el Padre me ha enseñado, así hablo ; ni el semejante e imitador con el que da gracias y el que bendice, ni el que recibe órdenes y el que las da, ni el ministro y el que manda, ni el que suplica y el soberano, ni el súbdito y el superior, ni el primogénito y el sempiterno, ni el unigénito y el ingénito, ni el sacerdote y Dios.

33. Pero Dios, que no tiene principio, sí tenía presciencia de que sería el futuro Padre de su hijo, el unigénito de Dios. Sin embargo, nunca tuvo presciencia de que Él sería, pues es el ingénito, y nunca comenzó ni a saber de antemano ni a conocer. Pues ¿qué es la presciencia sino la ciencia de lo futuro? El Padre, engendrando al Hijo, es llamado Padre por el mismo Hijo. Y porque el Hijo lo ha revelado, los cristianos le conocen como Dios y Padre del unigénito de Dios, mayor que el grande y mejor que el bueno.

34. Los homousianos afirman que nuestro Salvador, por humildad, dijo todo esto de la presciencia del Padre y de su sujeción. Sin embargo, nosotros los cristianos creemos que todo esto lo dijo porque el Padre lo mandó y el Hijo obedeció. Decimos y probamos que los herejes son refutados y censurados con sus propias afirmaciones. Si, pues, se humilló, la misma humildad manifiesta su obediencia; a su vez, la obediencia da a conocer la existencia de otro supraeminente, de un subsistente y otro sumiso. Así lo afirma el Apóstol: Se humilló, hecho obediente al Padre hasta la muerte . Y su misma humildad es verdad, no falsedad. Pues ¿acaso se ha visto que un sabio se sienta obligado a humillarse, a no ser que exista otro mayor y mejor que él, al cual se apresura a agradar con su humildad? Yo hago siempre lo que le agrada . Pues de una vez, antes de todos los siglos, nació por voluntad de Dios, y todo lo hace según la voluntad de Dios. Si, pues, se humilló y mintió (Dios nos libre de tal pensamiento), y si la verdad miente (lo cual es imposible), ¿dónde buscaremos la verdad? Pero la verdad ni miente ni cambia, pues para esto vino al mundo, para enseñar la verdad. No es doctor de la ignorancia, sino maestro de la verdad, como Él mismo afirmó: No os dejéis llamar maestros en la tierra, pues uno es vuestro maestro, Cristo . Pero si dijeren que por su encarnación se humilló en la tierra y por los hombres decía esto, les manifestaremos que encontramos en la Escritura testimonios más importantes y más firmes sobre la sujeción del Hijo, de los cuales habla el Evangelio. Pues si se humillaba sobre la tierra a causa de los hombres, y no en cuanto Hijo obediente y sumiso que rinde obsequio a su Padre con incomparable amor y acción de gracias, porque cuanto sublime es en la potestad tanto es humilde en la obediencia, antes de asumir la carne, ¿por qué escuchó el mandato?; y ahora que está sentado a la derecha de Dios, ¿por qué intercede por nosotros ?; y existiendo en un cuerpo sobre la tierra, ¿por qué prometió que en el cielo rogaría al Padre: Y yo rogaré a mi Padre, y Él os dará otro abogado?  Y si aún no quisieren admitir todo esto a causa de la dureza y ceguera de su corazón, sino que se atrevieren a decir que todo esto fue hecho por humildad, después de la consumación del mundo, si no se supiere sujeto y obediente por naturaleza y voluntad, ¿para qué había de humillarse, cuando a causa de los hombres la humildad no es necesaria? Y después de la consumación del siglo, cuando todo le esté sujeto , pues ahora por naturaleza todo le está sometido, como la criatura al Creador; pero por voluntad, debido al libre albedrío, vemos que no todo le está sujeto; sin embargo, en el día del juicio, cuando al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre , todo le estará sometido para siempre por voluntad y naturaleza, y Él, después de la entrega de todo, permaneciendo en aquella obediencia y caridad, en las que siempre se mantuvo, se someterá como Hijo a Aquel que le sometió todo. Ningún cristiano que oiga esto ignora que la fe viene de la predicación, y ésta, de la palabra de Cristo . Para que Dios sea todo en todos, teniendo siempre la monarquía y la potestad de todo, al cual la gloria y el honor, la alabanza y la acción de gracias por su Hijo unigénito, Señor y Salvador nuestro, en el Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amén.

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